En Costa Rica, miles de personas dedican su tiempo libre a disfrutar de los volcanes que le dan forma a la geografía local y son considerados entre sus principales atractivos turísticos. Allí caminan kilómetros y desafían, incluso, las bajas temperaturas.
Los habitantes de las zonas más bajas aprovechan la ventaja de que las cenizas volcánicas son muy beneficiosas para nutrir los suelos. Sin embargo, en las localidades más montañosas la realidad es muy diferente. Un ejemplo es el volcán activo de Turrialba, cuyas cenizas y gases han obligado a muchos campesinos a abandonar el lugar por cuestiones de salud y por daños a los cultivos y la ganadería.
"El miedo es cuando [el volcán] empieza a levantar esas erupciones muy grandes, pero es muy emocionante", expresó Rosemarie, una vecina que ha vivido muy cerca del cráter del Turrialba, y que tiene un pequeño restaurante que ofrece comida típica a los visitantes. Y continúa: "Súper, superfeliz soy aquí. Porque aquí me crié, aquí he estado. El volcán es mi amigo".
"Para nosotros los volcanes representan muchas cosas", como por ejemplo, "la energía geotérmica, que se aprovecha en los volcanes de Guanacaste, al norte del país". O la "gran cantidad de productos para la construcción" creados con materiales provenientes de las erupciones, aunque con frecuencia "no le damos el valor agregado que podrían tener los volcanes", detalla Gino González, un geólogo que creó junto a sus amigos un grupo dedicado a realizar excursiones y popularizar el tema entre los visitantes.
Los costarricenses destacan que los volcanes marcan tanto la naturaleza y el ambiente, como la cultura del país, ya que son una parte inalienable de la vida diaria de los habitantes y representan una fuerte conexión emocional con el lugar.
En ese pequeño país latinoamericano se contabilizan más de 200 volcanes, muchos de los cuales permanecen activos. Según los historiadores, los primeros pobladores de la región se asentaban en sus laderas, dando comienzo a una estrecha relación de los lugareños con la naturaleza. Este vínculo se vio fomentado por generaciones en busca de beneficios mutuos y por una belleza que se ha convertido en un orgullo nacional.