El lunes 1 de octubre a las 11:30 horas, el barrio mexicano de Tepito sumaba un muerto más. Ese día en una vecindad, localizada en el número 27 de la calle Ignacio Matamoros, un hombre fue asesinado con dos impactos de bala en el tórax.
Un estudio sobre la comisión de los homicidios en Ciudad de México, presentado en septiembre pasado, revela que Tepito –conocido como el barrio bravo y colindante con las alcaldías de Cuauhtémoc y Venustiano Carranza– del año 2009 al 2016 ha mantenido una constante en dicho delito.
Tres días después, Tepito sigue su vida, otra vez, en medio de una fiesta que por primer año se celebra de una manera distinta. Es 4 de octubre, es la fiesta del patrono del barrio, San Francisco de Asís, y su parroquia lo celebra, pero ahora no hay juegos mecánicos ni de azar, pero tampoco puestos de comida típica. Este año, la inseguridad ha dejado a Tepito sin feria.
"La cosa ya no es como antes, entonces había feria, puestos de comida, música y baile donde se pudiera. Hoy la gente ya no entra, las noticias nos han hecho mucho daño, tiene miedo y ya no quiere venir", cuenta una comerciante, quien se dedica a la venta legal de cerveza.
Hoy, dice, hasta quienes venden en Tepito tienen miedo, pero de los abusos de la Policía, que parece que llegó para quedarse, para aguar la fiesta, al menos este 4 de octubre, y quienes son ajenos al barrio tienen miedo por las noticias que hablan de la seguridad desbordada.
"Es mejor llevar la fiesta en paz, si no te detienen, te siembran droga", refiere un comerciante que asegura que fue detenido arbitrariamente por policías de Ciudad de México durante una de sus rondas de seguridad por las venas de Tepito. Todos tenemos cuotas que cubrir y esta no es la excepción.
Un niño se aventura a decir que no hubo feria, porque Mhoni Vidente, una conocida transgénero mexicana –quien presuntamente ha hecho diversas predicciones–, previno sobre una catástrofe.
Hoy la fiesta en grande se hace en pequeño, en rincones, y todo se acaba a las 19 horas. Se concentra en unos cuantos metros cuadrados, la iglesia de San Francisco de Asís, su atrio y el histórico Deportivo Maracaná, que ha visto nacer a destacados boxeadores y luchadores.
Sin embargo, hay algo que sí se mantiene en la fiesta del santo patrono, el partido estelar de Las Gardenias de Tepito, un equipo de fútbol con 50 años de tradición conformado por travestis y transexuales del barrio, previsto para las 16 horas. El horario también es atípico, los años anteriores se había jugado por la noche.
Tepito cambia su dinámica.
"Pégame como los hombres"
"Cárguenlo y a la verga", se escucha decir desaforadamente a un puñado de chiquillos desde la improvisada tribuna en torno al cuadrilátero instalado en una plazoleta que antecede al templo de San Francisco de Asís, donde luchan dos divas.
Se trata de Yuriko y May Flower, dos luchadoras exóticas, conocidas por introducir elementos homosexuales o afeminados a la lucha libre. "Pégame como los hombres", le dice Yuriko a su adversaria. Ellas se llevan la victoria.
May Flower tiene 55 años y vive de la lucha libre desde hace 32 años, antes se dedicaba a la prostitución.
"Empecé porque me regalaron a un sobrinito, me quedé con él y a raíz de eso me dediqué a la lucha libre. Yo me dedicaba a la prostitución, era travesti y llegó ese niño a mi vida y fue como me hice luchador", narra.
La lucha libre mexicana, que antes de la llegada de las exóticas era vista como un deporte muy masculino, se transformó con la incursión de May Flower y Pimpinela Escarlata, quienes fueron alentadas por otros luchadores para que dieran el paso, dejaran la ciudad de Torreón, en el estado de Coahuila, al norte de México, y fueran a buscar fortuna a Ciudad de México.
"Fue una transformación total, porque trajimos el travestismo a la lucha libre, fuimos los primeros que usamos medias, maquillaje, fue un cambio total, que gracias a dios le gustó al público”, recuerda May Flower al hablar sobre su primera lucha, en marzo de 1986.
Entre pantalones cortos abajo y un breve topless
Entre vuvuzelas, mentadas de madre y las malas palabras a flor de labios, aquí lo que no es grosería es burla, destellos de felicidad en la boca. Aquí se corre para que tu adversaria no te baje el pantalón, para que atrapes el balón con las manos y corras hasta la portería. Aquí el fútbol se asemeja al humor blanco de Oliver Hardy y Stan Laurel.
Es la cancha del Maracaná, donde la estilista Naomí Camacho Cantú, quien juega en Las Gardenias desde hace 15 años, roba suspiros, tanto que al terminar el partido varios de los asistentes hacen una fila para hacerse una foto, "junto a la más sexy".
Naomí, al igual que varias de las chicas, empezó en el equipo por invitación. "Yo no sabía de la tradición, me invitó una amiga, me dijo que me la iba a pasar padre y desde allí ya no he salido", cuenta la chica trans que, al terminar el partido, le regalará a los asistentes un breve topless.
Santi Reyes es otra de las participantes. Ella nació en Veracruz, pero creció en Tepito, donde es comerciante y donde es 'Gardenia' desde hace 16 años. "Es un orgullo jugar con todas las chicas, somos las reinas del fútbol, siempre ganamos y la gente se divierte. Muchas veces, se piensa que Tepito es de lo peor, pero es mentira".
A Santi, que no rebasa los 150 centímetros, también la 'inició' una amiga en el equipo. "Entré para conocer, pero mírame aquí estoy y voy a seguir jugando muchos años más, si dios me presta vida", expresa la breve trans de pestañas larguísimas.
Este día, Temístocles Villanueva Ramos, diputado local de la Ciudad de México y presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la capital mexicana, acompaña a las jugadoras. Dice que actividades como estas involucran al barrio, lo sensibilizan y, por otro lado, le permite a personas de la diversidad sexual desenvolverse en ambientes seguros, donde no van a verse vulneradas, "y que tengan seguridad de que en el espacio donde se desarrollan cotidianamente, los van a respetar."
Santi secunda la idea, asegura que la gente las trata muy bien, que, a diferencia de antes, no hay insultos, "hay mucho respeto hacia nosotras".
Pero llegar a este punto, fue complicado. "Al principio, la señora Bárbara fue quien luchó contra viento y marea para que Las Gardenias llegaran hasta donde han llegado", recuerda la jugadora Anita Antoyo.
Doña Bárbara fundó el equipo como una medida para apoyar la lucha por la igualdad en el barrio bravo. Fue asesinada en agosto de 2015, al salir de la cancha del Maracaná.
Cherry, quien el pasado 4 de octubre fungió de portero, era vecina de doña Bárbara, quien la invitó a participar un día que faltaba una jugadora, desde entonces han pasado 8 años.
"Al principio sí me dio pena, porque te metes a algo que no conoces, a culturas nuevas, yo entonces tenía 15 años y fue meterme a un mundo desconocido en el que creía que la gente me iba a rechazar, porque me iban a decir que era esto, que era lo otro, pero cuando te metes al mundo de Las Gardenias, conectas con ellas".
Cherry, a quien también conocen como 'la gorda', recuerda que en los partidos les aventaban harina, huevos, diversos objetos, "pero ya no es así". Sin embargo, dice que ha pensado en retirarse, porque a veces "los chamacos (niños) se meten y te impiden jugar; de hecho, no somos todas las gardenias, se han ido muchas, porque no dejan jugar, porque entramos con miedo, de que no nos vaya a pasar algo, hasta nos cambiaron el horario, nosotras jugábamos en la noche, porque es el partido estelar, y ahora fue drástico, pero para mí mucho mejor así."
Cherry nació en Nezahualcóyotl, un municipio del Estado de México, considerado entre los más peligrosos de México, pero desde los 5 años vive en Tepito, "un barrio maravilloso, no le he encontrado ningún defecto", remata.
Un día después de la fiesta de San Francisco de Asís, elementos de seguridad pública de Ciudad de México realizaron un operativo en Tepito, donde decomisaron 150 kilogramos de marihuana y detuvieron a tres personas.
Paola Morales.