Conozca 4 proyectos de geoingeniería que pretenden modificar el clima

Algunos científicos aseguran poder intervenir para revertir el cambio climático. Mientras que organizaciones ambientalistas señalan que los riesgos son desconocidos.

Más de un centenar de organizaciones ambientalistas de todo el mundo han alertado sobre los riesgos potenciales que se derivan de los experimentos de geoingeniería climática, asegurando que ponen en riesgo al medio ambiente y a los seres humanos.

A través de un manifiesto, denunciaron específicamente el desarrollo de cuatro proyectos que pretenden alterar el desenvolvimiento natural del clima, con el objetivo declarado de modificar las condiciones que generan el cambio climático.

El concepto "geoingeniería" sugiere la aplicación de tecnologías para intervenir y alterar los sistemas naturales a escala planetaria.

Según el ETC Group, una organización que se dedica a promover el desarrollo de tecnologías socialmente responsables, ese nuevo concepto "está ganando aceptación en países altamente contaminantes", y se promociona como una solución tecnológica al cambio climático, "ya que esos países se niegan a cambiar sus economías basadas en combustibles fósiles".

Los experimentos a los que aluden las organizaciones son conocidos por sus nombres en inglés: 'SCoPEx', 'Ice911', 'Marine Cloud Brightening Project' y 'Ocean fertilization'.

Pero, ¿de qué tratan?.

Proyectos en marcha

Es un desarrollo del Programa de Geoingeniería Solar de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, denominado en inglés 'Stratospheric Controlled Perturbation Experiment' (SCoPEx).

Sus investigadores realizarían la fase de campo, en Arizona, cerca de la frontera de Estados Unidos con México. Precisamente, en una demarcación que pertenece a la nación indígena Tohono O'odham (gente del desierto), habitantes de un territorio a ambos lados del límite binacional.

Inyectarán partículas de sulfato y otros materiales en la atmósfera para probar su eficacia a la hora de reflejar la luz del sol.

El sitio web del 'SCoPEx' asegura que, por medio de un globo científico propulsado, dispersarán en el aire "una cantidad muy pequeña de material" (carbonato de calcio), con el que podrán "crear" un volumen controlado de "aire estratosférico" para observar su evolución durante más de 24 horas.

El procedimiento se denomina Gestión de la Radiación Solar (GRS). En teoría, se podrá bloquear o reflejar la luz solar, antes de que llegue a la atmósfera terrestre, lo que hipotéticamente frenaría el aumento de la temperatura global.

El nombre de este proyecto, 'Ice911', alude al número telefónico empleado en Estados Unidos para los llamados de emergencia.

Sus promotores ya han intervenido en Alaska (EE.UU.) diseminando millones de microburbujas de vidrio sobre el hielo del Ártico, con el objetivo de reflejar la luz del sol y retrasar el proceso de derretimiento del hielo en los meses de verano.

El sitio web del 'Ice911' considera "fundamental" actuar sin más demoras para evitar una mayor pérdida de hielo. Por eso, han venido "escalando rápidamente" sus pruebas en el Ártico, "cada año".

Aseguran poder preservar el hielo, esparciendo su "arena reflectante eco-segura", capaz de "restaurar el escudo térmico natural de la Tierra, reconstruir el hábitat de la vida silvestre y ayudar a estabilizar el clima mundial".

Este procedimiento es presentado como una forma de "geoingeniería blanda", menos dañina y más reversible que otras técnicas.

Durante este año, el 'Ice911' pretende cubrir 25 kilómetros de hielo con sus materiales, y para 2019 buscarán ampliarlo 20 veces más, en capas de hielo de 'Beaufort Gyre', una corriente oceánica impulsada por el viento, ubicada en la región polar del Océano Ártico. Y también en el Estrecho de Fram, que comunica al Ártico con el mar de Groenlandia.

Según The Guardian, los científicos desean cubrir 19.000 millas cuadradas de hielo marino (equivalente al tamaño de Costa Rica) con trillones de granos de su arena especial, para detener la pérdida del hielo.

Este proyecto sugiere que inyectando agua salada a las nubes podrían tornarlas más blancas y reflejantes.

El 'Marine Cloud Brightening Project' (MCBP, por sus siglas en inglés), está a cargo del Instituto Conjunto para el Estudio de la Atmósfera y el Océano, de la Universidad de Washington.

La premisa de sus investigadores es que la aplicación de una fina niebla de agua de mar a las nubes conseguirá reflejar más luz solar hacia el espacio.

La universidad ha informado que las pruebas del blanqueamiento de las nubes se realizarán en la bahía californiana de Monterrey (EE.UU.), muy cerca del territorio tradicional de la tribu Amah Mutsun, un grupo indígena dedicado a proteger sus ecosistemas terrestres y acuáticos.

Organizaciones no gubernamentales han denunciado que la empresa 'Oceaneos' se propone aplicar un procedimiento conocido como fertilización oceánica en aguas territoriales latinoamericanas, específicamente en Chile y Perú.

Sin embargo en su sitio web, la empresa asegura que la fertilización con hierro es un "proceso natural", que hace llegar partículas a las capas superiores del océano para tornarlas más productivas para la pesca.

Además, explican que agregar hierro en "áreas limitadas del océano" es algo que "ya se ha implementado en el pasado". Y aseveran que la también llamada siembra oceánica que desean aplicar en Chile "no es geoingeniería".

Por su parte, expertos chilenos citados por El Mercurio aseguran que el consenso internacional dicta que la fertilización artificial de los océanos debe ser prohibida por el momento.

Vaga información

Sam Leiva, coordinador de proyecto Protección del Océano de la Fundación Terram de Chile, precisa que "la información sobre cómo se hará (la fertilización) es vaga".

Los antecedentes del proyecto de la empresa Oceaneos, asegura, no han sido compartidos con ninguna de las instituciones públicas que tienen relación con el experimento, tal como lo exige el Convenio de Londres, un acuerdo internacional para controlar la contaminación de los mares.

En el caso chileno, el también investigador destaca que el proyecto de geoingeniería no es de dominio público, y que "los únicos antecedentes" han sido dados a conocer por la propia empresa: La población ignora los riesgos reales del experimento.

Lamentablemente, no se sabe "hasta dónde podrían llegar los impactos" del proyecto de fertilización con hierro, puntualiza Sam Leiva.

No obstante, se prevé "el crecimiento explosivo de algas tóxicas para otras especies marinas, pero también para las personas", agrega el investigador.

Prohibición vigente

En el año 2010, el Convenio de Diversidad Biológica de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un tratado internacional jurídicamente vinculante, decretó una moratoria global a la geoingeniería climática, que aún sigue vigente.

Eso quiere decir que los experimentos que se trabajan en EE.UU. y Latinoamérica violan la norma establecida.

El argumento estadounidense, para permitir los experimentos, es que esa nación del norte de América no suscribe el convenio sobre la diversidad biológica.

El sitio web Monitor de la Geoingeniería, en el que colaboran varias organizaciones ambientalistas, señala que si bien"los impactos ambientales (de estos experimentos) son actualmente desconocidos", los efectos políticos son los más consecuentes.

De permitirse la continuidad de los experimentos, considera el monitor, se legitimaría la geoingeniería en la región y el mundo.

¿Se conoce?

"Lamentablemente, la geoingeniería es muy poco conocida en América Latina", estima el investigador chileno Sam Leiva.

El actual experimento que se trabaja en la región "trata de desligarse de la geoingeniería", y se disfraza como "uno que busca mejorar las pesquerías".

Sin embargo, la empresa que ejecuta el proyecto solo "busca lograr el desarrollo de patentes, para captar carbono a través de la fertilización con hierro", denuncia el investigador.

Otra manera en la que una minoría emplea métodos tecnológicos para explotar y apropiarse de la naturaleza.

Ernesto J. Navarro