La guerra comercial entre EE.UU. y China se ha convertido en uno de los acontecimientos más importantes en la economía mundial este año. Sin embargo, mientras que el presidente Donald Trump ha impulsado esta política para defender la economía de la nación norteamericana, muchos analistas advierten sobre las consecuencias adversas que podrían sufrir las compañías estadounidenses a causa de las medidas proteccionistas implementadas.
El déficit comercial no refleja la situación actual
Las economías de EE.UU. y de China son las más grandes del mundo y el intercambio comercial entre ambas es uno de los más significativos. No obstante, existe un importante desequilibrio en los flujos comerciales. En el 2017, el déficit comercial entre los productos chinos importados por EE.UU. y productos estadounidenses importados por China alcanzó 375.600 millones de dólares. En parte, el desequilibrio se compensa por la venta de servicios, pero no en suficiente medida. El mismo año, EE.UU. suministró servicios a China por valor de 57.600 millones de dólares y recibieron servicios de China por 17.400 millones de dólares.
Sin embargo, las cifras del déficit comercial no reflejan la verdadera situación, señala el portal Republic. China juega un papel importante en las cadenas del valor añadido, y una gran parte del valor de los productos exportados por China fue creada en otros países, indica el medio.
Como ejemplo, cita el caso de los iPhone. En el 2009, la nación asiática fabricó y exportó a EE.UU. teléfonos de Apple por valor de 1.900 millones de dólares. No obstante, si del valor de estos teléfonos se sustrae el valor de los componentes importados por China, el aporte de este país alcanza tan solo 73 millones de dólares. El resto es el déficit comercial en la venta de iPhone entre EE.UU. y otros países que suministran componentes de estos dispositivos a China, incluido Japón, Alemania y Corea del Sur.
Aunque no es el caso de todos los productos, "la escala del problema es bastante exagerada", señala el medio. Sin embargo, el déficit comercial fue precisamente una de las razones por las que Trump desató la guerra comercial.
Política populista para atraer apoyo
Trump ganó en las elecciones del 2016 con un pequeño margen, y necesita ampliar al máximo el número de sus partidarios para obtener apoyo a sus políticas y poder ser reelegido en el 2020, apunta Republic.
"Las medidas de la política comercial dirigidas a la sustitución de importaciones es la política populista más eficaz en cualquier país", señala el portal, agregando que "en EE.UU., donde el Estado social es mínimo en comparación con otros países desarrollados, este instrumento puede ser todavía más eficaz".
Pérdidas para las compañías transnacionales
Las guerras comerciales entre los países también tuvieron lugar en el pasado, llegando en ocasiones a la imposición de aranceles prohibitivos que reducían a cero el comercio de ciertos productos. "Ahora, la administración Trump se comporta igual. Sin embargo, las condiciones actuales se distinguen fundamentalmente de las condiciones en la primera mitad del siglo XX", señala Republic. Como consecuencia de la distribución de la producción entre diferentes compañías y diferentes países, surgen unos efectos que estaban ausentes en las guerras comerciales del pasado.
En primer lugar, se trata del efecto de escalada de la protección arancelaria en las cadenas de valor añadido. Este es el caso de los iPhone, en el que el aporte de China al producto final es limitado, pero en caso de que se impongan aranceles, las compañías tendrían que pagarlos según el valor total de las exportaciones.
La guerra de aranceles perjudicará más a los sectores que participan en cadenas, en comparación con los sectores donde los productos se fabrican en su totalidad en China. Como consecuencia, las compañías transnacionales sufrirán grandes pérdidas en comparación con las compañías chinas, advierte el portal.
Pérdidas en el sector de los servicios
Además, China suele participar en las compañías transnacionales a nivel de ensamblaje de productos, mientras que el aporte de otros países está relacionado con el diseño, las innovaciones, los servicios de mercadotecnia, etc. "En este caso, las medidas proteccionistas contra los productos fabricados en China, vuelven como un bumerán a la economía estadounidense, generando pérdidas en el sector servicios", indica Republic.
Como consecuencia, la guerra de aranceles afectará directamente no solo a la economía china, sino también a la estadounidense. "Los gobiernos de la mayoría de países siguen viviendo en el paradigma de la política comercial de principios y mediados del siglo XX, mientras que el comercio ha avanzado mucho y exige unos instrumentos de regulación eficaces y mucho mejor elaborados que las tarifas a importaciones", concluye el portal.