En Colombia existe preocupación por el destino de los acuerdos de paz logrados en noviembre de 2016 entre el gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El nuevo mandatario, Iván Duque, inició su administración prometiendo modificar el pacto alcanzado con la guerrilla, porque en su opinión tiene "fallas estructurales".
Antes de esa declaración, las FARC, devenidas en partido político (con las mismas siglas), denunciaron otros eventos que entorpecieron la implementación efectiva de los acuerdos, como por ejemplo los asesinatos de exguerrilleros desmovilizados, el incumplimiento del Gobierno en la asignación de recursos y tierras para la reinserción de los excombatientes, y el encarcelamiento del excomandante Jesús Santrich.
La posibilidad
Más recientemente, el presidente Duque añadió otro elemento al debate, cuando expresó ante un grupo de aliados políticos su preocupación por la posibilidad de que algunos disidentes de las FARC se rearmen.
Esa preocupación del nuevo gobierno se dio a conocer luego que The New York Times difundiera fotografías de un grupo de guerrilleros entrenando en las selvas de Colombia.
Fue ese un testimonio gráfico que confirmaría el comunicado en el que se anunciaba que algunos exguerrilleros volvían a armarse, alegando inconformidad con el proceso de entrega de los fusiles.
"Asistimos al rearme y organización estructural de las FARC-EP, a la recuperación de los bienes usurpados (…) al rescate de los guerrilleros dispersos (…) al comprobar la traición al proceso de paz, el incumplimiento de los acuerdos y la entrega del movimiento guerrillero", dice el comunicado.
Por su parte, el presidente Duque dijo el 12 de octubre, durante una reunión con exguerrilleros que hacen vida en la Guajira, al noreste del país, que su gobierno va a cumplirle "a los que genuinamente están realizando su proceso de reincorporación con verdad y no repetición".
Disidencias
En opinión de la académica e investigadora colombiana Diana Nocua, "efectivamente" existen grupos disidentes de las FARC. Una situación que obedece a varios factores.
La también activista por los derechos humanos explica que a "la poca voluntad política y presupuestaria del Gobierno" frente a la reincorporación de los excombatientes a la sociedad, se suma una "fractura al interior de las FARC", posterior a la firma del acuerdo de paz.
"Mientras no exista voluntad política" para erradicar las causas estructurales que produjeron el conflicto armado, "será muy difícil construir realmente la paz territorial", estima Nocua.
Se trata al final de cuentas de la resolución de un conflicto armado que en más de 50 años dejó 262.197 muertos –de los cuales 215.005 eran civiles y 46.813 fueron combatientes–, según cifras del Observatorio de Memoria y Conflicto.
Errores
El académico Víctor de Currea Lugo, analista de conflictos armados, señala que el rearme de un sector de las antiguas FARC "no es un hecho aislado", y tiene que ver "con los graves errores" cometidos a la hora de la implementación de los acuerdos de paz.
En general, explica el analista, "las élites colombianas no se sienten obligadas a implementar lo acordado", ya que no consideran el conflicto armado "desde sus causas económicas, políticas y sociales, porque para ellos, es un problema que se reduce a lo militar".
Esa es la razón por la que el modelo de paz que el gobierno de Juan Manuel Santos presenta a las FARC, "está basado en la entrega de armas y la desmovilización. Nada más que eso", agrega De Currea.
En su opinión, "sí peligra la paz en Colombia", pero no porque un grupo decidiera rearmarse, sino porque "ese rearme es la consecuencia de una larga cadena de errores, en la que el Gobierno tiene una gran carga de responsabilidad".
El analista de conflictos armados concluye que cuando un grupo "regresa a la lucha armada" significa un retroceso para el país en general, "del que no se puede culpar únicamente a las guerrillas. Este retroceso obedece a condiciones de supervivencia de los excombatientes, entre muchas otras razones".
Ernesto J. Navarro