Los 'viene-viene' mexicanos, vivir de y en las calles

Así es la realidad de los 'viene-viene', como se les conoce en México, y que tienen sus símiles en los 'gorrillas' de España, los 'trapitos' en Argentina o los 'wachimanes' en Costa Rica.

"Miren —qué les digo, ustedes lo conocen—, ponen huacales [cajones de madera], ponen cubetas [baldes] con cemento, ponen botellas o botellones con agua, ponen un montón o bastantes, un tipo muy grande, muy variado, de obstáculos para apartar espacio. La vía pública no se aparta. Y ningún cobro debe de ser impuesto hacia la ciudadanía".

Eso lo dijo el gobernante de Ciudad de México, José Ramón Amieva, en agosto pasado, pero la capital de México tiene su propia realidad. La que impone el día a día y la necesidad, incluso de las autoridades que también han privatizado el espacio público colocando parquímetros, alcancías en las que el automovilista deposita un monto por poder aparcar en la vía pública.

Pero antes que los parquímetros, mucho antes, estaban los 'viene-viene' o franeleros, como se les conoce en México, pero que tienen sus símiles en los 'gorrillas' de España, los 'trapitos' en Argentina o los 'wachimanes' en Costa Rica. Básicamente, personas que 'reservan' lugares en las calles con todo tipo de objetos para después cederlos a automovilistas que afanosamente buscan un sitio para aparcar su auto a cambio de una propina.

En Ciudad de México esta es una acción ilegal que viola el artículo 25 de la Ley de Cultura Cívica y por lo cual se pagan sanciones de entre 886 (47 dólares) y 1.612 pesos (86 dólares) o arrestos de 13 a 24 horas. Sin embargo, para muchas de las personas que se dedican a esta actividad es mejor pagar la multa y regresar a las calles a seguir trabajando.

En lo que va del año, 2.037 'viene-viene' fueron remitidos a diversos juzgados cívicos de Ciudad de México y las alcaldías donde mayor presencia tienen son Miguel Hidalgo, Gustavo A. Madero y Azcapotzalco, con 488, 439 y 369, respectivamente, con base en información de la Secretaría de Seguridad Pública de la CDMX.

La Secretaría del Trabajo y Fomento al Empleo (STyFE) de Ciudad de México cuenta con un padrón de 24 mil trabajadores no asalariados, de los cuales 29,65 % son franeleros, con base en el registro voluntario como trabajadores no asalariados del gobierno local que, para 2014 –año del que se dispone la información más actualizada–, sumaba 3.000 personas. 

Desde 1975, siendo presidente de México Luis Echeverría Álvarez, se buscaba poner bajo un reglamento a cuidadores y lavadores de coches. En 2011, con Marcelo Ebrard al frente del gobierno de CDMX, se hizo otro intento. Se implementó el Programa de Reordenamiento de Cuidadores y Lavadores de Vehículos, con el cual se entregaron chalecos personificados (numerados, con número telefónico de quejas y la leyenda de cooperación voluntaria) y tarjetones de identificación; con él se buscaba beneficiar a 7.500 cuidadores y lavadores de vehículos registrados en el padrón de los trabajadores no asalariados y se programó un presupuesto de 2.000.000 de pesos (105.965 dólares).

Una labor de abolengo

El primero en llegar a una pequeña calle al sur de Ciudad de México fue el papá de R.. Llegó al lugar veinte años atrás antes de que la cirrosis le quitara la vida. Fue entonces cuando el joven R. decidió abandonar el empleo que por aquel tiempo tenía para no dejar solo el espacio que su padre había labrado con los años.

"Un señor de por la casa lo trajo aquí, pero igual tomaba mucho y falleció y pues mi papá se quedó aquí", narra el joven cuando se le pregunta sobre cómo se inició en el oficio.

Fue su padre quien lidió con los vecinos, quienes ahora saludan a R. y lo ven como parte de su dinámica. "Es buena onda, se ha convertido en nuestro amigo, hay un vecino que sí se queja, pero él se queja de todo", cuenta uno de los vecinos de la cuadra cuando se le pregunta sobre su relación con R.

Para mantener a los vecinos a raya, R. debe cuidar varios frentes: que sus clientes encuentren dónde aparcar o de estar pendiente cuando estos llegan para recibir las llaves de sus autos y que él los acomode cuando haya espacio, lo cual, de entrada implica un acto de confianza. Pero también de que no estorben las entradas de las casas de los vecinos y que estos puedan salir o mover sus autos sin dificultad.

R. trabaja de lunes a viernes de 6 a 18 horas y, en promedio, dice ganar 600 pesos (32 dólares) al día, alrededor de 12 mil pesos (640 dólares) al mes. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad, un centro de análisis dedicado a generar propuestas de políticas públicas para impulsar la competitividad, los ingresos que deja esta actividad son equiparables con algunas profesiones con posgrado, como la de finanzas, que ofrece en promedio sueldos de 28.399 pesos.

Sobre si ha sido extorsionado o amedrentado por el crimen organizado para apoderarse de la calle, R. es claro: no, en ninguno de los casos, aunque reconoce que a veces los policías le piden 'para el chesco', una frase empleada en México para pedir un soborno.

Hasta ahora, en los tres años que lleva 'al frente de la calle' nunca ha sido remitido por la autoridad. "Hubo una ocasión en que sí me quisieron llevar, pero salieron los vecinos, hablaron con los polis, dijeron que no había problema, que se llevaban bien conmigo, no hubo mucho conflicto y como me llevo bien con casi todos los polis, no pasó nada", cuenta el joven.

A R. lo que más le gusta de su trabajo es la gente que ha conocido: "porque conoces de todo, buenos y malos, me ha ido bien, las personas son buena onda", concluye.

Pero para Salvador Beltrán, director general de Seguridad Pública de la alcaldía de Cuauhtémoc, una de la que registra mayor presencia de 'viene-viene', la actividad es ilegal, por muy arraigada que esté incluso entre los vecinos: "nadie puede hacer uso del espacio público, de las calles, de apartar lugares, es una violación a la Ley de Cultura Cívica", apunta.

"Tenemos el tema de los franeleros muy arraigado en el centro de la ciudad o en los barrios de la Roma o la Condesa, donde también tenemos algunos incidentes más o menos importantes, pero donde más se nos da es en el centro".

En la alcaldía de Cuauhtémoc hay aproximadamente 280 franeleros, con mayor presencia en el centro de la ciudad y los barrios Condesa, Morelos, Guerrero y Roma, refiere Beltrán y señala que los franeleros en la zona cobran desde 20 (1 dólar) hasta 150 pesos (8 dólares).

Beltrán reconoce que hay un número importante de denuncias ciudadanas por el tema de los 'viene-viene', por lo que hacen operativos diariamente. "Lo que pasa es que los remitimos al juzgado cívico competente y como a las dos horas, pagan su multa y salen, porque como es una falta administrativa, inmediatamente salen y regresan a las calles".

Al cuestionarlo sobre si en la alcaldía han detectado el 'modus operandi' de la delincuencia organizada o de liderazgos del crimen, lo niega, dice sería deshonesto afirmarlo. "Sí nos han denunciado alguna veces que tal o cual, pero no es lo recurrente, lo recurrente es que apartan el lugar". Lo mismo refiere sobre la presunta colusión de los policías con los franeleros, afirma que es solo "de oídas", pero que como autoridad no tienen constancia de ello.

Lo que sí reconoce es que, con base en denuncias, los 'viene-viene' son utilizados a veces como 'halcones', una especie de vigías en el argot mexicano, quienes revisan quién entra y quién sale de algún domicilio.

Al preguntarle específicamente si como alcaldía tienen un plan a largo plazo para combatir a los franeleros, subraya: "más que nada, redoblar esfuerzos y no permitir que la gente aparte lugares, cuando ya les empiezas a apretar el bolsillo, porque hay dos o tres remisiones, ya la van a pensar".

En 2013, las autoridades de la entonces delegación Cuauhtémoc pretendieron incorporar a los franeleros a cooperativas de servicios, para lo cual se destinarían 7.000.000 de pesos (370.877 de dólares).

El pasado 12 de octubre, al menos once personas fueron detenidas en un operativo contra franeleros en la colonia Doctores, en la alcaldía de Cuauhtémoc.

'El valet'

Tiene 39 años y se dedica a aparcar autos en la vía pública desde hace seis. Sin embargo, la labor que desarrolla 'el valet', como pide que lo llamen, es la de una especie de franelero VIP.

Inició ayudando en el servicio de 'valet parking' de una discoteca en el famoso barrio de la Condesa, en Ciudad de Mexico, hasta que finalmente se quedó estacionando y cuidando autos en las calles de lunes a viernes en un horario de 14 horas y 'hasta morir'.

Aunque anota que el trabajo de cuidador de autos le da para vivir al día, reconoce que es más de lo que ganaba como empleado, "son trabajos mal pagados que no dan para pagar un gasto básico, casa, comida, y aquí es diferente, llegas a tu casa con algo, depende cuántas ganas le eches".

'El valet' cobra alrededor de 40 pesos (2 dólares), señala que hay días en que recibe un automóvil, pero otros en que atiende hasta a ocho automovilistas. "Hay que lidiar con la lluvia, el frío y no da para vivir".

Además, trabaja los fines de semana poniendo música en fiestas y, así, poder sacar los gastos de una mamá enferma, un padre parapléjico, un hijo y su pareja: "es muy difícil y a veces no alcanza."

El paso de varios autos de Policía con las sirenas encendidas interrumpe nuestra conversación; coincidimos en que podría tratarse de un operativo de seguridad en la zona, una de las más afectadas por la inseguridad en Ciudad de México, y su respuesta es inmediata: "en lugar de cuidar y ver a los que realmente roban, nos molestan a mí, a los clientes, que por qué andamos en la calle cuidando, y cuando hay operativos, agarran parejo, con credencial o sin credencial, cuando vienen, nos llevan a todos", refiere.

El hombre, de 39 años, asegura al igual que R. que no ha sido víctima de extorsión, pero que sí ha escuchado del 'cobro de piso' en los establecimientos de este afamado barrio.

'El valet' afirma que lo más le gusta de su trabajo es el trato con los clientes, "te conocen, te tienen confianza y uno viene con más seguridad a hacer su trabajo", y lo que más le disgusta es tener que cuidarse de los operativos: "esconderte como si estuvieras haciendo algo malo; venimos a trabajar".

Sin embargo, uno de los vecinos consultados manifestó que no ve con buenos ojos ninguna actividad que intente apropiarse del espacio público, ya sean franeleros o parquímetros.

"Me parece un abuso al que los ciudadanos se han tenido que acostumbrar, aunque no por ello creo que debamos considerar que están bien, ni que son 'un mal necesario'. Los franeleros de mi calle no son groseros ni violentos como los de otras calles, pero aun así no puedo ver con buenos ojos esa actividad, ni siquiera bajo el argumento de que de algo tienen que vivir estas personas", abunda el entrevistado, un empleado de la zona.

El negocio de privatizar las calles

Las calles en Ciudad de México se siguen llenando de cajones de madera, de baldes o de alcancías para por poder aparcar el auto en casi cualquier calle, estas son administradas por dos empresas: Servicios Metropolitanos S.A de C.V (Servimet) y Ecoparq.

"Los parquímetros afectaron a mucha gente, se supone  que ahora que los pusieron de alguna forma le iban a dar trabajo a los franeleros, a los valet, pero eso nunca pasó, nunca hicieron nada, la empresa es la que gana y le genera mucho dinero", denuncia 'el valet'.

En lo que va de 2018, ambos sistemas sumaron 176.651.985 pesos de ingreso total.

Se trata de 96.220.014 de pesos a los estacionamientos operados por Servimet, que funciona en los barrios Cuauhtémoc y Juárez, en el centro de la ciudad, y 80.431.971 de pesos en el sistema Ecoparq, que opera en las alcaldías de Cuauhtémoc, Benito Juárez, Álvaro Obregón y Miguel Hidalgo.

"La presencia de los parquímetros ha incidido poco, porque al vecino no le gustan, se preguntan 'por qué, si ese es mi lugar', y es una lucha constante", concluye Salvador Beltrán.

Sin embargo para don Ernesto, que rebasa los 60 años, ser un 'viene-viene' parece ahora su única opción. Desde una esquina en el barrio de la Roma, barre la calle mientras espera a un próximo cliente, entonces quitará alguno de los veinte objetos que tiene desplegados a lo largo de la cuadra, '¿quiere lugar?', tendrá una respuesta afirmativa y después recibirá 20 pesos a cambio. Todo sucede frente a un edificio del gobierno de Ciudad de México.

Paola Morales.