La violencia que sufre a diario la población hondureña en su país y la falta de oportunidades hicieron que miles de personas se lanzaran a una larga travesía en busca de una vida mejor en EE.UU.. Sin embargo, ya en la frontera sur de México se encontraron con una serie de dificultades y amenazas.
Dos aviones de la Policía Federal instalados en el aeropuerto internacional de Tapachula, en el sudoeste de México, sumados a unos 250 efectivos y helicópteros que sobrevolaban el río Suchiate, límite natural con Guatemala, fueron empleados para custodiar el flujo de migrantes. Aunque su función no es la de impedirles el tránsito, sino evitar desbordes.
No obstante, desde el Instituto Nacional de Migración (INM) aseguraron que cualquier persona que pudiera ingresar al país de manera ilegal "será rescatada y sujeta a procedimiento administrativo" y "retornada a su país de origen de manera segura y ordenada".
"Vamos a darle cauce a quienes vienen con la intención de ingresar al país, solicitarles los requisitos señalados, que es contar con una visa. Deben cruzar por el puente, si cruzan por el río es un cruce irregular",advirtió, por su parte, el comisionado del INM, Gerardo García.
Nada los detiene
Pese a todas las advertencias, los primeros de los cerca de 3.000 integrantes de la caravana de hondureños continuaron su camino y llegaron hasta territorio mexicano.
Una de las caminantes, de nombre Ana, aseguró que la travesía responde a que en su país tienen nulas posibilidades de tener una vida digna. Por eso, vencieron sus temores y comenzaron a avanzar hacia el norte. "Ya no tememos miedo", afirmó.
"Me duele dejar mi país, pero me duele mucho más que mis hijos tengan hambre", explicó un hombre. Otro se lamentó de que "uno no puede tener un buen futuro en un país donde lo poquito que uno gana no le alcanza".
Pocas oportunidades
En el sur de México, más allá de la militarización de la frontera, algunas autoridades se mostraron dispuestas a ofrecer ayuda. Una de ellas es el gobernador del estado de Chiapas, Manuel Velasco, quien expresó: "Vamos a tener siempre una política de respeto a los derechos humanos de los migrantes, de puertas abiertas, porque debemos de tener la cara limpia para exigir el mismo trato para nuestros connacionales que viven en EE.UU.".
En ese sentido, agregó: "Vamos a apoyar a los migrantes, a nuestros hermanos hondureños, guatemaltecos o de donde vengan".
Un grave problema de 2.000 kilómetros
Los integrantes de la columna que ya lograron sortear el control limítrofe y entrar a México para seguir su camino hacia el norte van a enfrentarse a un nuevo riesgo: el de cruzar 2.000 kilómetros hasta llegar a la frontera con EE.UU. sin caer en manos de traficantes de personas, de otros delincuentes o de la violencia institucional.
Según datos de la Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes, entre 2014 y 2017, 10.319 personas admitieron haber sufrido un delito durante su tránsito rumbo al norte.
Incluso, autoridades investigan denuncias sobre hechos de violencia cometidos por las fuerzas de seguridad contra migrantes en todo el país, como apuntarles con armas, golpearlos o aplicarles descargas eléctricas.
El desafío final
La solución más administrativa que militar que parecen impulsar desde México no es la misma que planea el presidente de EE.UU., Donald Trump, quien celebró la decisión del Gobierno mexicano de enviar tropas para controlar la zona limítrofe con Guatemala.
Lo hizo luego de que, este jueves, prometiera militarizar la frontera sur de su país para evitar la entrada ilegal de la caravana.