Víctimas del 'Ángel de la muerte' exigen que la enfermera infanticida vaya a una prisión
La víctima de una enfermera asesina serial de niños del Reino Unido que sobrevivó a un intento de homicidio de esta cuando contaba con cinco años ha exigido que la infanticida sea finalmente castigada con prisión efectiva en vez de continuar viviendo "una vida cómoda" en un hospital psiquiátrico, informa The Sun.
En 1991, Bradley Gibson fue ingresado al hospital de Grantham (condado de Lincolnshire) por un cuadro de neumonía. En cierto momento, el pequeño sintió molestias a causa de un catéter intravenoso, pero en vez de ayudarle, la enfermera Beverley Allitt, en ese entonces de 22 años, le inyectó una dosis casi letal de potasio.
Inmediatamente, el niño sufrió un ataque al corazón y su agonía se extendió por 32 minutos mientras los doctores luchaban por reanimarlo aplicándole al menos ocho choques eléctricos. Las secuelas que sufrió Branson fueron durísimas. "Perdí el uso de mis piernas" de modo que "no podía abandonar la cama" o "andar por mi cuenta" e incluso "no podía controlar mi vejiga" durante varios años, detalló, al recordar calvario que debió soportar tras el suceso.
Un mes antes, una inyección de insulina aplicada por la misma enfermera a Liam Taylor, un bebé de siete meses, acabó con la vida del pequeño, causándole dos paros cardíacos. Sus padres tomaron la dramática decisión de desconectar su respirador artificial luego de que el infante sufriera daños cerebrales irreversibles.
De manera similar, Allitt provocó, en el transcurso de 59 días, la muerte de otros tres pacientes a su cuidado: Timothy Hardwick, de once años, Becky Philips, de dos meses, y Claire Peck, de quince meses. Finalmente, la administración del centro de salud pidió ayuda a las autoridades para investigar esta elevada tasa de muertes. Para ese entonces, la mujer —apodada 'ángel de la muerte' por la prensa— había cometido otros nueve intentos de infanticidio.
En 1993, Allitt fue sentenciada a trece cadenas perpetuas. Tras ser diagnosticada con el síndrome de Munchausen por poder —un trastorno mental por el cual un adulto, frecuentemente la madre, provoca lesiones a un niño bajo su cuidado para que parezca que el pequeño está enfermo— la mujer fue internada en la clínica psiquiátrica de Rampton, donde permanece hasta el día de hoy. Sin embargo, tanto las víctimas como algunos especialistas sospechan que la criminal fingió sus síntomas para evitar el encarcelamiento.
"Ella es una criminal, una homicida, una asesina de niños" y que sin embargo "ha estado viviendo una vida cómoda" en una institución mental, mientras que "debería estar cumpliendo su condena de por vida en la prisión, tras las rejas", declaró Gibson al canal ITV con motivo de un programa que será transmitido este miércoles en el Reino Unido. A su vez, varios psiquiatras concuerdan con esa exigencia, afirmando que Allitt "sabía exactamente lo que hacía" al aplicar inyecciones letales a sus pequeñas víctimas.