El agua, se dice habitualmente, es señal de la existencia de vida. Al menos en este planeta y de acuerdo a los parámetros que conocemos. Sin embargo, un reciente estudio de Scientific Reports dio cuenta que esta suposición de sentido común no es válida para todo tiempo y lugar.
En el desierto de Atacama, al norte de Chile, las precipitaciones que se han dado durante los últimos tres años han provocado la muerte de miles de millones de seres vivos. En el corazón de ese territorio no se registraban lluvias de esta magnitud hace más de 500 años, y el cambio en las condiciones climáticas ha tenido como resultado el aniquilamiento de la forma de vida local: los microbios.
Muerte por exceso de agua
Investigadores del Centro de Astrobiología de España, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, destacaron que las precipitaciones dieron lugar a "la formación de lagunas hipersalinas no registradas previamente, que han durado varios meses".
El estudio sistemático de las lluvias les permitió concluir que "la entrada repentina y masiva de agua en regiones que han permanecido hiperáridas durante millones de años es perjudicial para la mayoría de las especies microbianas del suelo superficial, que están exquisitamente adaptadas para sobrevivir con escasas cantidades de agua líquida".
Uno de los científicos es Alberto G. Fairén, quien explicó a La Vanguardia que "el rango de extinción llega al 85%, como resultado del estrés osmótico que ha provocado la abundancia repentina de agua". Es que los microorganismos autóctonos, "que estaban perfectamente adaptados a vivir bajo condiciones de extrema sequedad y optimizados para la extracción de la escasa humedad de su entorno, han sido incapaces de adaptarse a las nuevas condiciones de súbita inundación y han muerto por exceso de agua".
Por otra parte, recordaron que el núcleo de Atacama "ha permanecido árido durante los últimos 150 millones de años, e hiperárido durante los últimos 15 millones de años". Es por eso que la región de Yungay se utiliza, desde 2003, como "modelo análogo para los estudios de Marte".
Frente a esto, desde el equipo destacaron que esta investigación sirvió para comparar con "la exploración astrobiológica" de ese planeta "hiperárido que experimentó inundaciones catastróficas en los tiempos antiguos".
En ese sentido, Fairén plantea la hipótesis de que "la recurrencia de agua líquida en Marte pudo haber contribuido a la desaparición de la vida marciana, si alguna vez existió, en lugar de representar una oportunidad para el reflorecimiento de microbiotas resilientes".