Un informe de una organización británica sin fines de lucro indica que el Acelerador de Defensa y Seguridad de Reino Unido (DASA, por sus siglas en inglés) —una entidad adjunta al Ministerio de Defensa de ese país que elabora soluciones innovadoras— financia de manera activa la investigación de tecnología que respalda la creación de drones armados, a pesar de que Londres asegura que "no posee armas totalmente autónomas y no tiene intención de desarrollarlas".
Según este texto elaborado por Drone Wars UK, esos robots podrían tomar decisiones de vida o muerte sin ninguna intervención humana. El armamento incluiría el avión Taranis, una aeronave no tripulada que traza sus propias rutas y busca objetivos de manera autónoma que la contratista militar BAE Systems y el Ministerio de Defensa de Reino Unido (MoD) desarrollan desde hace una década y, hasta el momento, su desarrollo ha costado más de 250 millones de dólares.
Esta investigación de un año también ha revelado otros programas similares de investigación y desarrollo que también están siendo financiados por el MoD e irían en contra de su política oficial. De hecho, Reino Unido se ha negado a apoyar las propuestas presentadas en las Naciones Unidas para prohibir el uso de drones totalmente autónomos.
Asimismo, las autoridades británicas realizan pruebas con "un sistema de control cognitivo predictivo" con grandes cantidades de datos para realizar estimaciones de "relevancia operacional directa" para sus Fuerzas Armadas en un centro de inteligencia que poseen en Cambridgeshire, Inglaterra.
Los integrantes de Drone Wars UK se preguntan qué sucedería si introducen datos incorrectos por cualquier motivo a máquinas autónomas que pueden decidir por sí mismas si matar o no y estiman que esa opción podría tener resultados desastrosos para la humanidad.
En 2017, el físico Stephen Hawking advirtió en la Cumbre Web en Lisboa (Portugal) que la inteligencia artificial sería "el peor acontecimiento en la historia de nuestra civilización" si no se utiliza de manera adecuada, debido a que "podría desarrollar una voluntad propia" que estuviera "en conflicto con la nuestra" y hasta "destruirnos".
Dos años antes, cientos de académicos de Canadá y Australia firmaron cartas abiertas a sus respectivos gobiernos en las aue solicitaban que prohibieran de manera preventiva el desarrollo y uso de dispositivos autónomos con capacidad letal.