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¿A qué famoso policía pertenece la tumba atacada con explosivos en Buenos Aires?

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Se trata de un importante uniformado, recordado por reprimir protestas sociales y asesinado en 1909 por un joven anarquista ruso.

Un hombre y una mujer atacaron con explosivos la tumba del histórico jefe de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, Ramón Lorenzo Falcón, este miércoles por la tarde en el cementerio del barrio de Recoleta, donde suelen enterrar a personalidades destacadas del país sudamericano. Por el atentado, ambos autores fueron detenidos, pero ella fue trasladada al Hospital Fernández con heridas graves, producto de la detonación.

El motivo del accionar de los jóvenes se corresponde con una fecha importante para los movimientos que se oponen a cualquier tipo de autoridad estatal o empresarial: se cumplía un nuevo aniversario de la muerte de Falcón, asesinado por un joven anarquista, que no superaba los 17 años, el 14 de noviembre de 1909.

Para muchas de estas organizaciones que luchan contra el capitalismo y todo sistema que oprima los derechos de los trabajadores, el homicidio es rememorado como una hazaña de la clase obrera.

Ramón Falcón, el policía que odiaba las protestas

Falcón es recordado por comandar grandes represiones en numerosas manifestaciones sociales que exigían desde viviendas dignas, hasta mejores condiciones laborales. Según repasa el libro 'Crímenes argentinos', nació en 1855 y fue el primer cadete en ingresar al Colegio Militar, en 1870. Además, peleó en la denominada Campaña del Desierto, donde el Estado argentino expandió su control territorial sobre zonas que estaban bajo el dominio indígena, y también ocupó el cargo de diputado nacional.

En 1906, asumió el control de la Policía de la Capital Federal, en una época donde el país estaba cambiando bruscamente. Por ese entonces, Argentina era conocida como 'el granero del mundo' por su gran bonanza agrícola, aunque esa riqueza no era redistribuida en el resto de la población. En esos años, millones de inmigrantes llegaron al país suramericano con la esperanza de un futuro mejor, en su mayoría provenientes de Italia y España. Con estas corrientes migratorias, también arribaron al país ideologías europeas, como el anarquismo y el comunismo.

Así las cosas, para 1907 las condiciones en las cuales vivían muchos migrantes eran deplorables: cientos de miles residían hacinados en 'conventillos', unas casonas con pequeños departamentos donde habitaban familias enteras llegadas del 'Viejo Continente'. Entonces, el hartazgo llegó a su culmen y los residentes decidieron organizarse y realizar una "huelga de inquilinos", o al menos así la recuerdan muchos libros de historia. Todo ello ocurría diez años antes de que en Rusia estallara la Revolución.

En tanto, la represión policial fue organizada por Falcón, y los uniformados les lanzaron agua helada a alta presión a los protestantes. A su vez, desalojaron el conventillo llamado 14 Provincias, que tenía 200 familias; en medio de esa acción violenta fue asesinado Miguel Pepe, un joven anarquista de 17 años. Sin embargo, los movimientos obreros seguían creciendo a buen ritmo. El 1 de mayo de 1909, los gremios de la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) se manifestaron para recordar a los 'mártires de Chicago', fecha mundialmente conocida como el Día del Trabajador, y reunieron a unas 70.000 personas. Acto seguido, llegó la Policía y el resultado fue lamentable: al menos diez muertos y cientos de heridos.

Los enfrentamientos con las fuerzas se seguridad, al mando de Falcón, también continuaron cuando los allegados de las víctimas acudían al Cementerio del barrio de Chacarita, acompañando a los caídos.

Tras los acontecimientos relatados, se organizaron varias jornadas de huelga y hubo otros cruces con la Policía local. Aquellos días son recordados en la actualidad como la 'Semana Roja'. Luego, el Gobierno nacional de aquel entonces, liderado por el presidente José Figueroa Alcorta, negoció con las agrupaciones políticas obreras para calmar la tensión, aunque se negó a expulsar al jefe de la Policía capitalina, Ramón Falcón. 

Matar al jefe de la Policía, a los 17 años

Más allá de aquellas negociaciones, había un joven europeo que se había tomado a modo personal los enfrentamientos con la Policía de Falcón. Su nombre era Simón Radowitzky, un joven anarquista de origen judío. Al día de hoy, existen dudas sobre su lugar de nacimiento, pero se cree que fue en la aldea de Santiago, provincia de Kiev, uno de los actuales oblasts (distritos) de Ucrania, pero que por esos tiempos pertenecía al imperio ruso. Se estima que llegó al mundo el 10 de septiembre de 1891.

El pequeño Radowitzky mostró que el orden prestablecido le molestaba desde chico, y por eso comenzó a desarrollar sus primeras actividades revoltosas. De hecho, a los 14 años pasó seis meses en prisión por haber participado de disturbios en Kiev. En 1908, llegó a la Argentina y comenzó a trabajar en los talleres del Ferrocarril Central Argentino, en Campana, provincia de Buenos Aires. Al poco tiempo, se instaló en la capital y fue empleado en un taller donde reparaban diversas maquinarias.

Así, en sus ratos libres, Simón se reunía con sus amigos del partido de Avellaneda, a pocos minutos de la Ciudad de Buenos Aires, donde había presencia de inmigrantes españoles, también anarquistas. En aquel distrito, que ostenta grandes hitos del movimiento obrero argentino, el sindicato de panaderos era muy fuerte, a tal punto que a muchos de los alimentos que producían les colocaban nombres para repudiar a la Policía, usados hasta el día de hoy: 'vigilantes' o 'bolas de fraile', popularizados en muchas panaderías del país.  

Por su parte, el joven Radowitzky protagonizó junto a sus compañeros las escenas de protesta ya mencionadas, y vivió en carne propia los enfrentamientos con la Policía de la Capital Federal. De esta forma, desde que pisó suelo argentino hasta que decidió matar a Falcón, transcurrió tan solo un año. No toleró por mucho tiempo la fuerza coercitiva del Estado.

Para cometer el asesinato, Simón aguardó al uniformado en la esquina de las calles Quintana y Callao de la Ciudad de Buenos Aires. En ese momento, el jefe de la fuerza estaba saliendo del cementerio de Recoleta, el mismo donde luego sería enterrado, y su mausoleo atacado en varias oportunidades.

El anarquista de 17 años arrojó rápidamente una bomba casera dentro del carruaje de Falcón y así logró matarlo. Después de esa acción, el joven ruso fue encarcelado en la capital argentina y luego fue enviado a una prisión de máxima seguridad, ubicada en la ciudad de Ushuaia, al extremo sur del país.

Sobre sus condiciones de detención, un periódico anarquista de la época, La Protesta, denunció que el preso recibía constantes torturas. En 1918, el joven se fugó, pero lo atraparon rápidamente. En 1930, tras pasar 21 años privado de su libertad, el presidente Hipólito Yrigoyen indultó al máximo símbolo del anarquismo local, pero por presión de las fuerzas militares, ordenó su expulsión del país. Así, llegó a Montevideo (Uruguay), donde fue recibido como un prócer por los anarquistas locales.

Tras pasar unos años desapercibido, en 1936 Radowitzky viajó a Madrid (España) para pelear a favor de los republicanos y en contra del franquismo, aunque sin exponerse demasiado por sus condiciones de salud. Más tarde, después del triunfo de Franco, el anarquista escapó a Francia y luego a México. El 4 de marzo de 1956, falleció en el país latinoamericano, después de vender libros y comprar una botella de vodka.

Han pasado más de 100 años del asesinato de Falcón y, para muchos, Radowitzky sigue siendo considerado un héroe de las luchas obreras.  

Leandro Lutzky

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