Eduardo Constantini, uno de los hombres más ricos de la Argentina, dueño de uno de los emprendimientos inmobiliarios más exclusivos de Buenos Aires, se quejó por la situación económica que atraviesa el país sudamericano y declaró: "Por la crisis, muchos dejamos de ser billonarios".
El creador del barrio privado Nordelta y director ejecutivo de la corporación financiera Consultatio, cuyas acciones cotizan en la Bolsa, dijo durante una entrevista brindada este miércoles a radio Led que en el último tiempo sufrió "una enorme pérdida patrimonial" debido a que sus empresas "ya no valen lo que valían", lo que lo hizo descender en el ranking de la revista Forbes sobre las personas más adineradas de la Argentina.
Sobre esa caída en la lista de la publicación estadounidense especializada en el mundo de los negocios, Constantini explicó: "Ellos evalúan el precio de las acciones, y pueden valer mucho en un momento y luego nada. Ahora, las de Consultatio valen el 30% de lo que valían".
Más allá de sus quejas, Constantini reconoció que tiene una fortuna de 1.000 millones de dólares. "Es cierto, pero no olvidemos que hubo una enorme pérdida patrimonial en la Argentina y muchos dejamos de ser billonarios".
En las redes se burlan
Las polémicas declaraciones del empresario, vertidas en un momento de gran zozobra para las clases bajas y medias de la Argentina, donde la pobreza asciende al 27,3% según cifras oficiales, despertaron una fuerte reacción en las redes sociales, algunas de ellas con tono sarcástico.
"Discriminación de clase" en el barrio privado Nordelta
Los dichos del acaudalado empresario llegan al mismo tiempo en que el exclusivo barrio Nordelta, ubicado en las afueras de la ciudad capital, en el partido de Tigre, quedó en el centro de la polémica por una denuncia de discriminación de clase. Según aseguraron las empleadas domésticas que trabajan en casas de la zona, no les permiten usar los mismos ómnibus de la empresa Mary Go, que utilizan sus empleadores para llegar a la Capital Federal.
"Compañeras han escuchado a sus patronas decir que no querían viajar con nosotras por nuestra forma de vestir, porque hablamos mucho de nuestra vida cotidiana, porque algunas hablan guaraní (lengua nativa) y porque tenemos mal olor", denunció Marta, una de las mujeres afectadas, al diario Página/12.