El presidente estadounidense Donald Trump ha amenazado con cerrar la frontera de su país con México de manera permanente "en caso de necesidad". El inquilino de la Casa Blanca asegura que la caravana de migrantes procedentes de América Central no va a entrar en su país.
"México debe mover a estos migrantes que llevan banderas, muchos de los cuales son criminales absolutos, de vuelta a sus países. Háganlo en avión, háganlo en autobús, háganlo de la manera que ustedes quieran, pero ellos no entrarán en EE.UU. Si es necesario, cerraremos la frontera permanentemente. ¡Congreso, financie el muro!", ha escrito el mandatario en su cuenta de Twitter.
El pasado 25 noviembre, al menos 500 personas de la caravana migrante intentaron saltar la valla fronteriza que separa a los dos países, por lo que los agentes de seguridad estadounidenses recurrieron al gas lacrimógeno. Los migrantes por su parte lanzaron piedras a los integrantes de la Patrulla Fronteriza. Los medios mexicanos reportan que ningún miembro de la caravana, conformada por hombres, mujeres y niños, ha logrado llegar a suelo estadounidense.
El secretario de Gobernación de México, Alfonso Navarrete Prida, ha anunciado que los integrantes de la caravana migrante que rompieron el cerco policial e intentaron irrumpir de manera violenta a EE.UU. serán deportados.
El incidente tuvo lugar en el paso fronterizo de San Ysidro, que es el más frecuentado punto de entrada a EE.UU. desde México con sus 100.000 cruces al día. El paso fue temporalmente cerrado tras el intento de irrupción masivo.
Más de 7.000 migrantes centroamericanos están buscando asilo en EE.UU. Las autoridades mexicanas han alojado a unos 5.000 de ellos en un estadio.
Varios grupos de la caravana partieron el pasado 12 de octubre de Honduras, y a ellos se les fueron sumando ciudadanos de otras nacionalidades.
Los migrantes se manifestaron en Tijuana (México), al otro lado de la frontera la cuidad de San Diego (EE.UU.), para pedir que se procesen sus solicitudes de asilo. Los participantes de las protestas —que portaban banderas de Estados Unidos y Honduras— gritaban: "¡No somos criminales! ¡Somos trabajadores internacionales!".
Al mismo tiempo se enfrentaron a protestas de los residentes y a las autoridades de Tijuana.