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"VOX ha venido para quedarse": Por qué la ultraderecha irrumpe en España después de 36 años

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La formación política consigue 12 escaños en el Parlamento regional de Andalucía. El último diputado ultraderechista perdió su acta en el Congreso de los Diputados en 1982.
"VOX ha venido para quedarse": Por qué la ultraderecha irrumpe en España después de 36 años

En un panorama político como el español, en el que cada acontecimiento parece contribuir últimamente a una intensa polarización ideológica, los comicios regionales en Andalucía han brindado una interesante oportunidad para tomar el pulso electoral a una parte de la ciudadanía, y obtener así una imagen que, con la debida prudencia, podría interpretarse en clave nacional.

Los resultados, en conjunto, indican un vuelco genérico hacia la derecha en una comunidad autónoma tradicionalmente fiel al socialismo del PSOE, con una particularidad muy notable: la irrupción de un partido ultraderechista en un parlamento español. Se trata de Vox, y ha logrado nada menos que 12 diputados.

Con un discurso que cabalga entre la épica nacionalista y los postulados xenófobos propios del fascismo, Vox maneja el rechazo a la inmigración y la estigmatización de los extranjeros como un activo esencial en su capital político. Por otra parte, su hostilidad frente a los "progres" (palabra con la que sus líderes designan despectivamente a los progresistas o simpatizantes de la izquierda), su desprecio al Partido Popular (al que se refieren como "la 'derechita' cobarde") y su postura radicalmente anti-feminista terminan de componer una propuesta política en la que no faltan, por cierto, guiños al franquismo o alabanzas a otros líderes ultraderechistas como la francesa Marine Le Pen o el ministro italiano Matteo Salvini. 

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Puede ser tentador interpretar la irrupción en escena de la extrema derecha en España como un efecto pernicioso de la ya mencionada y evidente polarización ideológica que sufre el país; sin embargo, con frecuencia se argumenta que la ultraderecha siempre ha estado ahí, contenida electoralmente en un espectro que la derecha más conservadora, encarnada en el Partido Popular, cubría de manera efectiva.

Según este último punto de vista, lo único que habría hecho la extrema derecha en España es emanciparse y reclamar sin complejos su propia parcela, bajo las renovadas siglas de Vox.

En favor de esta interpretación se apunta el hecho de que Santiago Abascal, líder nacional de VOX, es precisamente un antiguo miembro del Partido Popular, que ocupó incluso cargos importantes en el País Vasco, donde llegó a ser parlamentario entre 2004 y 2009. Su figura encarna de esta manera, a la perfección, lo que muchos comentaristas coinciden en señalar: que una parte considerable de los votos recabados por el partido de Abascal en Andalucía también proceden de un sector desencantado del PP.

¿Quién vota a Vox y por qué? 

En esa misma línea se sitúa la lectura que hace el analista César Calderón, consejero delegado de la consultoría Red Lines, que indica que, efectivamente, "los primeros análisis hacen intuir que el voto de Vox viene mayoritariamente de antiguos votantes del PP", si bien matiza que "sólo esos votos no explicarían su éxito". "Necesariamente tienen que haber conseguido trasvases relevantes de antiguos votantes de la izquierda, de cualquier izquierda, y ahí incluyo PSOE, Podemos e Izquierda Unida", añade Calderón. 

Para este experto en estrategia política, el voto de Vox en Andalucía tiene dos componentes claros y diferenciados. "Por un lado –explica– es el voto del cabreo, un voto reactivo, que más que buscar construir un gobierno bajo los parámetros de Vox, busca protestar por una situación política determinada". "Pero por otro lado es un voto que une tres características muy destacables: un voto ultraconservador y confesionalmente católico; un voto anti-feminista (y contra las políticas identitarias de género); y un voto racista en el sentido exclusivamente anti-islámico", añade.

Otro analista, el politólogo Eduardo Bayón, coincide en señalar "una composición mixta" en el electorado que apoyó a Vox. "Los datos que conocemos de Andalucía –explica– muestran que hay votantes de clases altas –los votantes tradicionales de derechas–, pero también una gran parte de votos en barrios obreros, que son feudos tradicionales del PSOE".

Calderón considera que el éxito de Vox radica en que han sabido "dirigir un mensaje tremendamente simple y sin fisuras, una cosmovisión que explica, en términos muy sencillos y comprensibles –y tramposos, claro– quién es el enemigo a batir".

También destaca, en este mismo sentido, que en la comunicación de la formación de Abascal "no se percibe ningún artefacto estratégico sofisticado detrás de unas propuestas bastante básicas" articuladas en torno a ejes "tremendamente rentables" en términos electorales, "como es un rudimentario 'los españoles primero' o el cultivo del odio a las minorías, al diferente o al extranjero".

¿Tendrán el mismo éxito a nivel nacional?

Calderón no tiene ninguna duda de que "Vox ha venido para quedarse", y considera que su triunfo relativo "acaba de lanzar un mensaje terrible y potente a la sociedad española: se puede votar a una opción nacionalpopulista y no avergonzarse de ello".

"Recordemos que el último diputado ultraderechista en nuestro país perdió su acta en el Congreso en las elecciones de 1982", puntualiza el analista, en referencia a Blas Piñar, que ocupó desde 1979 el escaño correspondiente a la coalición de extrema derecha Unión Nacional. Han pasado 36 años desde entonces, un tiempo en el que la extrema derecha con siglas propias no pasaba de ser un fenómeno político marginal, un residuo insignificante del franquismo. 

"La eclosión de Vox no está en discusión", concluye Calderón, que asegura que "las elecciones andaluzas son su carta de presentación, y esto les proyectará hacia las elecciones europeas y de allí a las generales, en un esquema muy similar al de Podemos".

Eduardo Bayón establece el mismo paralelismo: "Si Podemos había marcado un hito con su irrupción en las elecciones europeas en mayo de 2014, Vox, tras el éxito en Andalucía, ofrece a sus votantes otro hito, con todo el relato que eso puede crear". Un relato en el que, según este politólogo, los de Santiago Abascal se atribuirán el mérito de "haber desalojado al PSOE tras 36 años, dado que sus votos son necesarios" para ello.

Para Bayón, "todo hace indicar que tendrán el mismo éxito a nivel nacional". "Las elecciones de Andalucía les sitúan como un actor protagonista fundamental –continúa explicando–, tanto a nivel mediático como de agenda política, y ese protagonismo puede seguir alentando el voto a Vox en el futuro".

David Romero

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