La lucha contra los talibanes en Afganistán está en un punto muerto con un número significativo de bajas entre el Ejército afgano, declaró este 4 de diciembre ante el Congreso de EE.UU. el teniente general de la Infantería de Marina estadounidense, Kenneth McKenzie, designado a comandar las fuerzas del país norteamericano en Oriente Medio.
Sus declaraciones se producen en medio de la creciente frustración entre los legisladores estadounidenses por la falta de progreso en el conflicto afgano, que dura ya 17 años. McKenzie ha sido preguntado acerca de las razones de la falta de avance en esta guerra y de por qué los talibanes siguen controlando partes del territorio del país asiático.
"Hemos estado en esto durante 17 años; 17 años es mucho tiempo", cita AP a Ben Peters, senador demócrata por Michigan. "¿Qué estamos haciendo de manera diferente, cuando se trata de las fuerzas de seguridad afganas, que no hemos hecho durante 17 años?", reiteró.
Sin retirada
McKenzie —que también es jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU.— reconoció su frustración, pero advirtió al Comité de Servicios Armados del Senado contra una retirada abrupta de las fuerzas estadounidenses o un cambio de estrategia a pesar del estancamiento del conflicto. Aseguró que los talibanes también están "en un punto muerto" y que es fundamental mantener una presión constante sobre estos grupos para obligarlos a sentarse sobre la mesa de negociaciones.
También subrayó que no sabía cuánto tiempo llevaría desarrollar una fuerza de seguridad afgana capaz de controlar su territorio nacional. "Si nos marchamos precipitadamente en este momento, no creo que puedan defender con éxito su país", aseveró.
Es más, McKenzie sostuvo que Washington y sus aliados deben seguir ayudando a los afganos a reclutar y entrenar fuerzas para luchar contra los 60.000 efectivos de los talibanes. "Están luchando duro, pero sus pérdidas no serán sostenibles a menos que corrijamos este problema", defendió.
El 30 de octubre, el secretario de Defensa estadounidense, Jim Mattis, comunicó que más de 1.000 de efectivos afganos murieron o sufrieron heridas solo en agosto y septiembre de este año. Por su parte, el presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, precisó en noviembre que más de 28.000 de los soldados afganos habían sido muertos por los talibanes en los últimos cuatro años.
¿En búsca de la paz?
A pesar de estas cifras abrumadoras, McKenzie expresó su optimismo sobre el esfuerzo por negociar la paz con los talibanes. Al final del mes pasado, el presidente de EE.UU., Donald Trump, reveló su disposición a continuar la intervención militar en Afganistan, afirmando que EE.UU. está en la etapa de las "negociaciones muy firmes", una aparente referencia a los esfuerzos del enviado especial de Washington, Zalmay Khalilzad, para que los talibanes acepten las conversaciones de paz.
Khalilzad —quien fue designado en septiembre— sostuvo tres días de conversaciones con los talibanes en Catar en noviembre, según la información del movimiento insurgente, aunque EE.UU. no ha confirmado ni negado las conversaciones directas.
McKenzie rechazó las sugerencias de los legisladores de que las negociaciones de paz no son nada nuevo y se han intentado en el pasado sin éxito. En su opinión, este último impulso de Khalizad representa una nueva oportunidad para el país norteamericano.