El año es 2011. Malena Blanco, de 32 años, camina junto a su pareja Federico Callegari, de 33, por Sierra de los Padres, una localidad rural a las afueras de Buenos Aires.
El sol se estampa sobre el camino de tierra; a los costados se levantan casas de campo y hay algunas piletas. La pareja continua su paso cuando de lejos el rumbo parece cerrarse: un bulto ancho y largo está postrado sobre el camino. Aunque el sol los encandila, la imagen se vuelve más clara: las manchas negras, como salpicones, en la piel blanca; la cola larga y fina; los ojos desorientados de un animal que está por morir.
"Ese día, cuando encontramos la vaca abandonada y herida, fue que comenzamos con el activismo a favor de los animales. La imagen fue muy fuerte. Conseguimos una veterinaria en medio del campo, pero la tuvo que sacrificar. Un camión la había abandonado porque no se podía mantener en pie", recuerda hoy Malena Blanco, una de las fundadoras de 'Voicot', un grupo de activistas que lucha por los derechos de los animales y busca generar conciencia en la ciudad con técnicas propias de la publicidad.
Malena y su pareja, Federico, ambos publicistas, comenzaron con el proyecto en 2013. Utilizando técnicas de comunicación aprendidas en la universidad, se dieron cuenta que podían aportar su especialidad a la causa. Así, comenzaron creando carteles con frases como "Violencia es comer animales" y utilizando las redes sociales para hacer difusión de sus intervenciones en mataderos o lugares de hacinamiento.
"Necesitábamos comunicar lo que pasaba detrás del consumo de carne. La información que nos instalaron desde pequeños, que comer carne está bien y es bueno para la salud, está falseada; como también se instaló que los veganos son los raros de todo grupo. A través de la publicidad y el arte, supimos que impulsar un mensaje que llegara de una manera más profunda a las personas era la manera más efectiva de interpelar", explica Federico.
La logística es clave
Uno de los primeros rescates que hizo el equipo fue en el 2015, cuando la empresa de consumo 'Cresta Roja', dedicada al criadero de gallinas para su comercialización, quebró económicamente y dejó en condiciones precarias a más de 27.000 animales dentro de sus plantas. Una noche, 'Voicot', junto a otros grupos de activistas, se infiltraron en los galpones, custodiados por la policía, con las caras tapadas, y un único objetivo: salvar la mayor cantidad de aves.
"Entre los cincuenta que éramos, pudimos sacar 1.000 gallinas. Fue muy complicado porque no se veía nada y estaba lleno de policías impidiendo el paso. Alquilamos unos camiones con otros grupos, las pusimos ahí y pudimos encontrarles un lugar de tránsito después. Nosotros nos quedamos con una que tenemos en casa. Pero ahí nos dimos cuenta de que la logística es la clave de todo eso", confiesa Malena.
Fue luego de aquel rescate que el grupo comprendió que debía sumar estrategia y organización a sus próximas intervenciones. Decidieron, entonces, el ingreso de Matías Vázquez, un experto en sistemas, de 35 años, que los ayudaría en cuestiones relacionadas a la logística.
Cuestiones legales
Pero la preparación para una intervención también puede fallar. 'Voicot' recuerda la vez que ingresaron a un matadero en Mar del Plata, ciudad de la costa argentina, para documentar lo que ocurría adentro. Matías manejaba un dron desde las afueras para filmar, pero el aparato terminó cayendo dentro de una de las casas. Uno de los dueños los descubrió y comenzó a perseguirlos por todo el lugar, quedándose con su herramienta tecnológica.
"Ahora siempre analizamos qué impacto de efectividad tendrá cada acción que hagamos. No vamos a poder rescatar más animales si caemos todos presos. Por eso, el análisis de lo que vamos a hacer es minucioso", detalla Federico.
La cuestión legal no es un tema menor en las operaciones del grupo. Cualquier establecimiento puede denunciar las intervenciones de 'Voicot' ante la justicia, en caso de comprobar una irrupción sin autorización. El Ministerio de Agroindustrias de la Nación regula a los mataderos del país y valida su función laboral cotidiana, a través de permisos.
Pero son los gremios alimenticios, como el de la carne o el porcino, los que reúnen a trabajadores de frigoríficos y pueden llevar adelante una causa judicial contra los activistas, en caso de demostrar que entraron a los establecimientos ilegalmente.
Publicidad y redes
Los rescates no son lo único que el equipo utiliza para defender a los animales. Su comunicación digital, a través de las principales redes sociales, es también una de sus especialidades.
El alcance del mundo virtual está generando que cada vez más gente viralice los mensajes de 'Voicot'. Así lo explica Jacquelin Guzman, de 25 años, la última integrante del grupo: "Nuestro un último video 360° dentro de un matadero en YouTube, tiene más de 311.000 visualizaciones en dos semanas. Tenemos cada vez más seguidores en las redes que comparten nuestros mensajes. Pero lo interesante es que, dentro de ese flujo, no todos son veganos. Hay gente que celebra nuestras acciones, pero come carne".
Jacequelin también colabora con la tienda de ropa en línea, donde se pueden comprar camisetas y accesorios con frases como: "Somos la especie en peligro de extinguirlo todo". De esa venta, consiguen los recursos para financiar sus actividades: murales callejeros, el diseño de los carteles y hasta vigilias a los mataderos.
Hay otros activistas independientes que utilizan carteles de 'Voicot' para manifestarse en contra de las grandes publicidades de hamburguesas que se ven cotidianamente. Se difundieron en más de diez ciudades de todo el país.
El equipo ahora habla de sus proyectos. Explican que hay cosas estructurales y tecnológicas que deberían adquirir y resaltan que todo lo hacen por despertar conciencia en la sociedad sobre la relación que hoy se tiene con los animales. También critican a la actual Ley 14.346 de Maltrato Animal en Argentina porque consideran que limita su amparo, casi exclusivamente, a perros y gatos. Malena toma la palabra y dice que hay un día en que dejará todo esto. "¿Cuándo?", le preguntan, y ella responde sin vacilar: "cuando la última jaula esté vacía".
Facundo Lo Duca
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