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VIDEO, FOTOS: Santiago Arau, el fotógrafo que retrata las entrañas de Ciudad de México desde el aire

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"La fotografía es para recordar, tiene esa labor, la labor de hacer memoria", dice el artista visual cuyo trabajo con drones le consiguió miles de seguidores en las redes sociales.
VIDEO, FOTOS: Santiago Arau, el fotógrafo que retrata las entrañas de Ciudad de México desde el aire

Detenerse y mirar, hacer de la imagen una extensión de la memoria. Bajo esas coordenadas, Santiago Arau entiende su labor como fotógrafo, al retratar las entrañas de la Ciudad de México desde el aire y a ras de suelo.

Nacido en la capital mexicana, Arau, de 38 años de edad, cobró notoriedad al compartir su trabajo fotográfico en redes sociodigitales y sus tomas áreas captadas desde drones.

Imágenes en las que deja de manifiesto su preocupación por la historia y la gente que vive en un lugar caótico y colorido, como la Ciudad de México. Una de las cinco urbes más pobladas del planeta junto con Tokio, Nueva Delhi, Shangai y Sao Paulo, según Naciones Unidas. 

La Ciudad de México, construida sobre un antiguo lago y cuya leyenda dice que está ubicada en el ombligo de la luna, "tiene algo que ha sido el centro de atención de muchos artistas", señala Arau en entrevista con este medio. 

"Hay algo metafórico dentro de la ciudad que mueve y apasiona. De repente tiembla. Y luego volteas y tiene un volcán que está echando humo como loco. Abajo hay pirámides. Y vemos los libros de historia con todo lo que hay alrededor de la ciudad. Es algo que vuelve loco", dice el fotógrafo.

Arau, quien comenzó a experimentar con la cámara fotográfica desde la adolescencia, confiesa que un ritual que realiza periódicamente es visitar el Museo Nacional de Arte para contemplar la obra pictórica del paisajista mexicano José María Velasco, quien ha sido una influencia determinante en su manera de entender el entorno y la imagen.

Durante la charla celebrada en su estudio, ubicado en el Centro Histórico de la capital mexicana, el fotógrafo se detiene un instante para reflexionar sobre lo "joven" que es la Ciudad de México. Una urbe con no más de 2.000 años de edad, cuando comenzaron a llegar y asentarse algunos de los primeros pobladores del valle en sitios como Cuicuilco, un vestigio arqueológico sobre piedra volcánica, ubicado al sur de la capital mexicana.

"Son muchas ciudades dentro de una, muchas ciudades que se fueron encontrando", comenta Arau, quien se muestra fascinado de imaginar cómo era el territorio donde se asienta la capital del país antes de ser una de las mayores megaurbes del planeta.

¿Qué papel juega entonces la imagen en este proceso de mantener la memoria, sobre todo en un país como México que por momentos tiene serios problemas de amnesia en el plano político y social?

"Para eso es la fotografía. La fotografía es para recordar, tiene esa labor, la labor de hacer memoria. Es la esencia de la foto", responde.

"Pero recordar depende de los seres humanos. Las fotografías las puedo echar en el cajón, las puedo ver todo el tiempo, las puedo tirar. El pasado no se va a borrar, haya fotos o no, va a seguir existiendo", comenta Arau.

En este sentido, el egresado de la Escuela Activa de Fotografía pareciera sentirse más atraído por los viejos archivos con imágenes de antaño que por las grandes obras de autor, según deja entrever cuando se le pregunta sobre sus influencias visuales.

Quizá la fascinación de Arau por la memoria se debe a que la historia es cíclica y tiende a repetirse. "A la Ciudad le va a pasar lo mismo, se va a caer", dice en tono solemne mientras recuerda los dos terremotos que han destruido la capital mexicana en las últimas décadas y dejaron en él una huella profunda.

Ecos de la sacudida

Arau tenía apenas cinco años cuando el terremoto del 19 de septiembre de 1985 devastó la Ciudad de México. Fue su primer contacto con la muerte, a los cinco años de edad. Un episodio que, recuerda, marcó su infancia y se repetiría 32 años después, con el terremoto de 2017, en la extraña coincidencia de otro 19 de septiembre.

"Para mí fue como un derrumbe. Y ese derrumbe hay muchas maneras de atacarlo. La mía fue salir a fotografiar, ir a ver, ir al centro, perder el miedo. Documentar para hacer esta memoria", comenta el fotógrafo.

Cuando ocurrió el terremoto de 2017, Arau se encontraba realizando algunas tomas para conmemorar el sismo que lo atemorizó durante su niñez.

Por ello, Arau se impactó al momento en que de manera inconsciente, recreó con su lente muchas de las fotografías que había visto antes sobre el terremoto de 1985, cuyo fantasma volvió a estremecer a la Ciudad de México en 2017.

"Para mí fue muy simbólico el terremoto. Significa una metáfora, cuando uno se cae, cuando tiembla, cuando sabes que estás en problemas, cuando mentalmente estás frágil. El mismo cuerpo y la misma mente avisa, cuando tienes un problema, estás angustiado o tienes miedo. Hay algo que te empieza a decir, te empieza a avisar", explica.

"Eso es lo que yo llamo una alerta sísmica interior", añade Arau.

El impacto que dejó el último terremoto en él, lo hizo preparar junto a otros colegas una película documental. También prepara un libro sobre el tema, además de haber realizado algunas fotografías sobre los perros que participaron en las labores de rescate, incluyendo a Frida, la perra labrador que se convirtió en icono de la esperanza para la que fue una ciudad entre las ruinas.

"Me parece muy significativo que el héroe nacional sea un perro", comenta Arau, quien asegura que la foto de Frida está disponible en alta resolución para todo aquel que desee descargarla, imprimirla y ponerla en su cuarto.

Esto, para que los niños que como él, se sintieron aterrados por los estragos del terremoto, puedan colgar en su habitación una imagen que les haga sentirse protegidos ante momentos de crisis como los que sacudieron a la capital mexicana.

El 'boom' de la imagen

El interés de Arau por compartir su trabajo fotográfico en redes, le ha redituado en un gran número de admiradores de su trabajo, sobre todo en Twitter, donde cuenta con poco más de 88.300 seguidores.

Pero a pesar de que a diferencia de otros colegas suyos, Arau ha sabido sacar beneficio al compartir sus fotos en redes, confiesa que por momentos la velocidad y la fugacidad a la que se mueve internet lo ha hecho cuestionarse cuál es el fin de su trabajo como fotógrafo.

"¿Mi fotografía para qué es? ¿Para que haya tenido muchos 'likes' o sirve para algo y tiene que estar en un archivo?", se cuestiona durante la entrevista.

"Vivimos en el 'boom' de la imagen", suelta Arau de pronto, mientras continúa con su reflexión sobre el papel que ocupa la fotografía en el mundo hiperconectado y globalizado de hoy.

"Está en todos lados. Es preocupante porque eso genera una ansiedad. Dicen por ahí que a los turistas les gusta tener cámaras porque no están trabajando y tienen que hacer algo, tienen que tomar fotos", dice Arau, citando de memoria algunos preceptos acuñados por la escritora Susan Sontag en su ensayo 'Sobre fotografía'. 

De ahí que el fotógrafo considere que sacar fotos se ha convertido en una especie de estupefaciente para tratar de mitigar el nerviosismo imperante en los grandes centros urbanos. Por ello, no duda en catalogar a la fotografía como "un buen tranquilizante, un ansiolítico".

Algo que, paradójicamente, ha hecho que muchas personas estén más preocupadas por tomar una fotografía con sus teléfonos celulares que en disfrutar y mirar con atención lo que ocurre a su alrededor.

"La gente no ve. Tienes que voltear a ver. Hay que saber mirar y frenar", asegura. "En vez de salir y ver estos mundos como algo placentero, uno sale angustiado". Casi como ocurre cuando uno pasa demasiado tiempo leyendo noticias.

Pero al mismo tiempo, considera que este papel preponderante de la imagen ha contribuido a fomentar la participación de la gente en temas sociales. "Tenemos una necesidad de participar y ser vistos", afirma.

Y en esto mismo reside el poder de las redes sociodigitales, herramienta que le ha permitido entablar una peculiar conexión entre su trabajo y la gente.

"Me gusta la pertenencia que tiene la gente con mis fotos. Se apropia de mis fotos porque les deja algo", dice el fotógrafo, quien a pesar de sentirse por momentos cansado de la aceleración constante que predomina en la era de la información, prefiere tomarse las cosas con calma.

"Que corran los demás, nosotros vamos caminando", dice parafraseando una canción de la agrupación musical argentina Los Caligaris, la cual resume una parte de su filosofía y su trabajo como fotógrafo.

"A veces es bueno frenar", concluye Arau.

Manuel Hernández Borbolla

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