"No escuchamos al pueblo": El primer ministro francés admite errores en su gestión de las protestas

Las movilizaciones de los 'chalecos amarillos' se han expandido en las últimas cinco semanas y han sumergido al país galo en el caos.

El primer ministro de Francia, Édouard Philippe, ha reconocido que su Gobierno cometió fallos en la gestión de las protestas masivas de los 'chalecos amarillos' que han afectado el país galo durante las últimas cinco semanas.

"Cometimos errores. No escuchamos lo suficiente al pueblo francés. Sigo convencido de que quieren que este país sea transformado", dijo Philippe al periódico Les Echos.

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¿Qué quieren los manifestantes?

Las protestas del movimiento 'chalecos amarillos', que estallaron el pasado 17 de noviembre, estaban motivadas originalmente por el aumento planificado del impuesto sobre el combustible. Sin embargo, pese a que el Gobierno de Macron anuló ese aumento de impuestos, las protestas se han convertido en un movimiento más amplio dirigido contra de las políticas oficiales y sus reformas económicas.

Los manifestantes se quejan de los impuestos exorbitantes, de los bajos salarios y de la incapacidad de encontrar un trabajo bien remunerado, al tiempo que acusan a las autoridades de alejarse de la gente y trabajar en beneficio de las personas más ricas del país.

¿Qué ofrece el Gobierno?

Tras más de un mes de movilizaciones, Macron anunció que su país se encuentra en un estado de "emergencia social y económica" y ofreció algunas concesiones a las demandas de los manifestantes:

La violencia en las manifestaciones del último mes alcanzó niveles récord, con cientos de manifestantes heridos y numerosos policías lesionados durante las movilizaciones. Al menos siete personas murieron durante las protestas.

El origen de esta crisis estuvo en una subida de impuestos a los carburantes prevista para enero y que fue posteriormente cancelada por el Gobierno francés.

Tras la explosión de las protestas, las reivindicaciones se diversificaron y se centraron en cuestiones que tenían que ver con el encarecimiento del coste de la vida y con la exigencia de recuperar servicios públicos perdidos en la Francia periférica.