La pequeña isla de Lindholm albergará a los criminales extranjeros que han cumplido su pena en Dinamarca pero que no pueden ser deportados porque corren el peligro de ser ejecutados o torturados si vuelven a sus respectivos países.
El plan supone un gasto de más de 116 millones de dólares y ha sido aprobado por el Parlamento de Dinamarca e incluido en el presupuesto nacional para el próximo año. Para el año 2021 deberá haberse construido en la isla un centro especial para los delincuentes que han cometido delitos graves y a los que se les ha negado el asilo. Actualmente Lindholm es una isla deshabitada que funciona como laboratorio y crematorio para la realización de estudios científicos y la investigación de enfermedades animales contagiosas. El acceso al islote lo garantiza un ferri que realiza un servicio bastante limitado.
El plan contempla que los reclusos puedan abandonar la isla durante el día con aviso sobre su paradero y volver antes de la noche. Lindholm tiene un área de tan solo 6,8 hectáreas y solo 3 kilómetros la separan de la costa más cercana
El proyecto ha suscitado la crítica de la oposición en la municipalidad de Vordingborg, a la cual pertenece Lindholm. El alcalde, Mikael Smed, declaró que "la gente no cree que esto sea una solución adecuada del problema".
La alta comisionada para los derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, expresó su gran preocupación sobre la idea en general.
Por ahora la mayoría de los presos que no pueden ser deportados están ubicados en un centro penitenciario de Jutlandia, la parte continental de Dinamarca. Los residentes del área dicen que esta vecindad les hace sentirse inseguros, aunque la Policía no ha reportado un alza de crímenes en el lugar en los últimos años.