En minas, en el fondo de los lagos, incluso en el intestino, existen bacterias que logran sobrevivir en ambientes de escasez de oxígeno. Por ello, desarrollaron una forma de respiración que implica una producción de electrones. Es decir, son capaces de generar electricidad.
Sin embargo, estos microorganismos no son aprovechados para la producción de electricidad de uso cotidiano, ya que su desarrollo en laboratorio es caro, lo que vuelve muy lento el proceso.
Esto, no obstante, podría cambiar gracias al trabajo de ingenieros del Instituto de Tecnología de Massachussets (MIT, por su sigla en inglés), quienes lograron utilizar una técnica llamada dielectroforesis para diferenciar las bacterias por su capacidad de producción eléctrica, consiguiendo de esta forma que analizar su actividad electroquímica se vuelva más eficiente.
Cullen Buie, profesor asociado de ingeniería mecánica en el MIT, aseguró que "hay trabajos recientes que sugieren que podría haber una gama mucho más amplia de bacterias que tienen propiedades" para producir electricidad.
"Por lo tanto, una herramienta que permita probar esos organismos podría ser mucho más importante de lo que pensábamos. No es solo un pequeño puñado de microbios el que puede hacer eso", agregó.
El procedimiento
Durante su trabajo, los especialistas aplicaron pequeñas cantidades de voltaje a las bacterias a través de un canal de microfluidos que fue aumentando un voltio por segundo, de 0 a 80 voltios.
Así lograron concluir que los microorganismos que tienen mayor polarizabilidad son también más activos en la producción eléctrica. "Tenemos pruebas suficientes para ver que hay una fuerte correlación entre polarizabilidad y actividad elecroquímica", declaró Qianru Wang, integrante del departamento de ingeniería mecánica del MIT.