La Cámara de los Comunes ha rechazado en la tarde de este martes el acuerdo del Brexit presentado por la primera ministra británica, Theresa May, abocando el proceso del Brexit a una nueva fase de incertidumbre. Se trata de la peor derrota del Gobierno británico en el Parlamento en los últimos 95 años.
Tal como estaba previsto, una parte de los diputados conservadores, junto a toda la oposición laborista, el Partido Nacionalista Escocés (SNP), el Partido Liberal Demócrata y el Partido Unionista Democrático (DUP) votaron en contra del acuerdo, tumbando la propuesta de la primera ministra.
Este resultado marca el inicio de un plazo de tres días para que May presente un nuevo acuerdo, aunque el margen del que dispone para introducir modificaciones relevantes en el texto es prácticamente nulo. Una vez agotada esta segunda posibilidad, los posibles escenarios son diversos e invariablemente inciertos.
En este sentido, May ha afirmado que todavía tiene intención de lograr el Brexit y ha prometido para el próximo lunes presentar un plan de acciones posteriores, "si el Parlamento aún confía en el Gobierno británico".
Una posible salida sin acuerdo
La votación de este martes ha materializado lo que Theresa May describió el día anterior como una "catástrofe" a la que habría que hacer frente. Una de las maneras de hacerlo, problemática sin duda en varios aspectos, sería desconectar el Reino Unido de la Unión Europea sin que ningún acuerdo defina las reglas comerciales ni fronterizas que regirían la relación a partir de ahora.
El llamado 'no-deal' (no acuerdo) no es la opción predilecta de nadie, pero no ha sido descartada. De hecho, la primera ministra ha insistido últimamente en que "un no acuerdo es mejor que un mal acuerdo".
El Parlamento toma el control
El diario The Sunday Times reveló este domingo que un grupo de diputados estaría planeando cambiar el reglamento de la Cámara de los Comunes para obtener el control del proceso del Brexit a partir de este momento. Algunos de estos diputados serían miembros del propio partido de May, incluso antiguos ministros bajo su mandato. El rumbo que tomaría el proceso en tal caso es tan difícil de determinar como en cualquiera de las otras hipotéticas situaciones.
Moción de censura y/o elecciones anticipadas
Si Jeremy Corbyn cumple con lo que anunció antes de la votación, presentará en breve una moción contra el Gobierno de Theresa May. Eso forzaría un plazo de dos semanas para la votación correspondiente.
Los conservadores, por su parte, también podrían llamar a una moción, confiando en que la actual primera ministra saliera reforzada. Incluso May podría dimitir para dejar paso a la formación de un nuevo Gobierno con otro líder conservador. En este último caso, una victoria les permitiría seguir al frente del Ejecutivo. Una derrota, en cambio, daría luz verde a que los laboristas intentaran formar un nuevo Gobierno, que necesitaría a su vez la confianza del resto de la cámara.
Otro resultado de cualquier moción impulsada podría ser la convocatoria de elecciones anticipadas, a las que también se podría llegar, por cierto, por decisión directa de la propia Theresa May si lo considerase oportuno. Para ello, dos tercios de la cámara tendrían que votar a favor. Dado que la legislación electoral británica exige un plazo mínimo de 25 días laborables para poder celebrarlas, estos hipotéticos comicios tendrían lugar a finales de febrero o principios de marzo.
Cancelación del Brexit
Aunque este escenario fue el fantasma que May agitó para elevar la presión a favor de su acuerdo de salida, sería en realidad el más sencillo, ya que existe una vía jurídica directa para lograrlo: una sentencia del Tribunal de Justicia europeo que autoriza a Londres a revocar unilateralmente la notificación con la que inició su proceso de salida de la UE en marzo de 2017. Esto permitiría a Londres continuar como estado miembro como si no hubiera pasado nada.
Sin embargo, la claudicación definitiva en los intentos de abandonar la Unión Europea implicaría un incumplimiento la demanda expresada democráticamente en el referéndum del Brexit, razón por la cual no se perfila como la opción más probable.
Por el momento, el único horizonte verificable se ciñe a los próximos tres días, en el transcurso de los cuales la primera ministra presentará un 'plan B' del que casi nadie espera nada significativo. De ahí en adelante, el proceso se desarrollará en un escenario aún por determinar.
Por su parte, el analista internacional Guillermo Rocafort considera que la Unión Europea debe adoptar una actitud enérgica respecto al Reino Unido, porque "en última instancia no puede estar sometida a los caprichos históricos" de Londres.
"Europa tiene que ponerse firme porque esto ya parece una tomadura de pelo. Cuando en 1978 entraron a la UE no querían estar, y ahora han decidido salirse pero no quieren irse. Esto es una manifestación de una constante histórica del Reino Unido de estar y no estar para en última instancia satisfacer sus intereses", opina Rocafort.