Alrededor de una sexta parte de las áreas terrestres de nuestro planeta se consideran permafrost, vocablo de origen inglés que se refiere a las regiones donde el suelo permanece congelado durante todo el año. El cambio climático también está dejando secuelas en ellas. Y la rusa Siberia es una de las zonas más afectadas.
Un reciente estudio comparativo que ha elaborado la Red Terrestre Global para el Permafrost (GTN-P) y publicado por la revista Nature Comunications constata el aumento de temperatura en estos suelos congelados. El estudio recogió datos durante la última década de 123 perforaciones realizadas en diferentes zonas del permafrost, donde se colocaron sistemas de medición a una profundidad de diez metros.
Los resultados obtenidos indican que la temperatura aumentó en 71 de los 123 pozos; en cinco de ellos el permafrost ya estaba descongelado. Esto refleja que el permafrost se está calentando no solo en puntos individuales, sino en todo el mundo. Los cambios térmicos más notables se han dado en dos pozos ubicados en el ártico siberiano, con incrementos de 0,9 y 0,93 grados.
Los científicos informan de que estos terrenos congelados almacenan grandes cantidades de materia orgánica y cuando estas áreas comienzan a derretirse, comienza la liberación y descomposición de aquella. Y la liberación de gases de efecto invernadero, que podría contribuir más aún al cambio climático.