Un nuevo estudio publicado en el Journal de Marketing Research, señala que el hecho de olfatear prolongadamente una comida puede satisfacer directamente el deseo de ingerirla, ya que el cerebro no se da cuenta de la diferencia en la fuente del placer sensorial (olfato y gusto).
"El aroma ambiental puede ser una herramienta poderosa para resistir los antojos de alimentos no saludables", afirmó el autor principal del estudio, Dipayan Biswas, profesor de la Universidad del Sur de Florida (EE. UU.).
Los investigadores concluyeron que es necesario oler un alimento por un periodo de dos minutos para que el cerebro se dé por satisfecho. Por el contrario, olerlo solo 30 segundos hará que se caiga en la tentación de comerlo.
¿Frenar la obesidad con el olor?
Para llegar a esta conclusión, el grupo de investigadores llevó a cabo una serie de experimentos, donde expusieron a estudiantes del comedor de una escuela secundaria a vaporizadores que emanaban por separado olores de alimentos saludables como fresas y manzanas, y productos no tan saludables como pizza y galleta.
Fue así como encontraron un vínculo directo entre el tiempo de exposición y la satisfacción del antojo: los estudiantes que estuvieron expuestos al aroma de las galletas por menos de 30 segundos tuvieron más posibilidades de desear una. Sin embargo, cuando los participantes olfatearon las galletas por más de dos minutos, eligieron fresas en su lugar.
En otras palabras, oler fugazmente un alimento prepara nuestro cerebro para saborearlo, en tanto que olfatearlo por más tiempo termina siendo tan satisfactorio como el hecho de comerlo.
Según los expertos, el hallazgo sugiere que los fabricantes de ambientadores podrían desarrollar aromas de alimentos para frenar los impulsos de las personas de comer comida poco saludable, y a su vez, frenar la obesidad.