La paranoia y celos que corroían a la británica Evie Moore, convencida de que su exnovio tenía relación con otras mujeres, resultaron ser el primer aviso de una rara enfermedad cerebral, la encefalitis. La dolencia se manifiesta cuando el sistema inmunitario ataca las células cerebrales sanas, según contó este miércoles la propia mujer al Daily Mail.
La historia empezó en el año 2015 cuando esta residente de la ciudad de Stroud, en el condado inglés de Gloucestershire (Reino Unido), comenzó a sospechar de manera repentina que su novio la estaba engañando y que se comunicaba con otras mujeres. Moore, de 23 años, se sentía, según su propia confesión, paranoica y preocupada por cosas que nunca antes la habían molestado lo más mínimo.
En septiembre del mismo año, la joven contrajo una gripe. Sus padres, que acudieron a su llamada, vieron que algo importante le pasaba y se la llevaron a casa. Allí sufrió sus primeras convulsiones.
Moore fue hospitalizada. En el centro médico, le indujeron un coma durante dos días para reducir el daño causado en su cerebro por el ataque.
Una vez recuperada, la joven, totalmente desorientada, no reconocía a sus padres, como tampoco era capaz de formar frases completas. Pero con la ayuda de esteroides, que redujeron la inflamación cerebral, la mujer recuperó la memoria y, tras una semana de ingreso, fue dada de alta.
"Yo ya no sabía ni quién era"
No obstante, unos días más tarde, Moore volvió a comportarse de manera extraña. Mientras estaba viendo la televisión, la británica creyó encontrarse en el centro de los eventos. Además, una vez se despertó en la noche totalmente convencida de que su madre había muerto.
La joven tuvo que regresar al hospital, donde le diagnosticaron psicosis. Un par de semanas después, los médicos explicaron a Moore que todos los síntomas estaban causados por una enfermedad cerebral llamada encefalitis.
"Me volví animalística", recordó Moore. "Yo ya no sabía quién era. Los médicos me pusieron sola en una habitación y pude ver a las aves volando afuera y pensé que yo también podía. Estaba tratando desesperadamente de saltar por la ventana y volar, y mi papá empleó toda su fuerza para retirarme", relató la británica.
Durante su estancia en el hospital, su novio le dijo que la dejaba. Tras nueve meses de internamiento, regresó a casa. Como consecuencia del tratamiento con esteroides, pasó de pesar 50 a 89 kilogramos.
Felizmente, la mujer va recuperándose poco a poco de la enfermedad. Ha encontrado trabajo en una agencia de viajes y conocido a un nuevo hombre que la apoya y anima. "Ahora que me estoy recuperando y tengo a George a mi lado, vuelvo a estar completamente cómoda conmigo misma", admite la joven.