Investigadores de la Universidad de Uppsala, Suecia, han encontrado gran cantidad de fragmentos de hueso masticados en los excrementos fosilizados (coprolitos) de un dinosaurio de la especie Smok wawelski, lo que llevó a los científicos concluir que este depredador consumía los huesos en busca de sal y médula, un comportamiento a menudo vinculado a los mamíferos, pero rara vez a los arcosaurios.
De acuerdo con los paleontólogos, la mayoría de los dinosaurios depredadores usaban los dientes solo para alimentarse de la carne de sus presas. La mayor excepción eran los grandes tiranosaurios, como el 'Tyrannosaurus rex', que habitó en América del Norte al final de la era de los dinosaurios. Estos gigantes, según han concluido los investigadores tras estudiar sus coprolitos, eran osteófagos, es decir, consumían huesos voluntariamente.
En un estudio publicado en Scientific Reports, los investigadores vinculan 10 coprolitos grandes hallados en Polonia con el Smok wawelski, uno de los principales depredadores del periodo del Triásico Tardío (hace 210 millones de años). Ese reptil medía de 5 a 6 metros, vivió unos 140 millones de años antes que los tiranosaurios de América del Norte y tenía una aspecto similar al 'T.rex', aunque no está del todo claro si era un verdadero dinosaurio o un precursor de los dinosaurios.
Tres de los coprolitos fueron escaneados utilizando la microtomografía de sincrotrón, una tecnología que mostró que contenían hasta un 50% de huesos de animales, como grandes anfibios y dicinodontos jóvenes. En las muestras también fueron encontrados varios dientes serrados y aplastados, probablemente pertenecientes al propio depredador. Los investigadores explican que probablemente estos dientes fueron golpeados repetidamente contra alimentos duros, ingeridos involuntariamente y luego reemplazados por unos nuevos.
Los paleontólogos señalan que el Smok wawelski y los tiranosaurios comparten varias características anatómicas relacionadas con la osteofagia, tales como una poderosa cabeza y un cuerpo robusto, a pesar de que ambas especies vivieron con 140 millones de años de diferencia. Por lo tanto, estos grandes depredadores proporcionarían pruebas de adaptaciones nutricionales similares adquiridas independientemente al principio y al final de la era de los dinosaurios.