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La cultura de Brasil en jaque tras la llegada de Bolsonaro al poder

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La censura de obras de teatro o los cambios en el sector han puesto en alerta a los artistas brasileños, que ven en su dirigente un claro peligro para los derechos humanos.
La cultura de Brasil en jaque tras la llegada de Bolsonaro al poder

Poetas perseguidos y enjaulados para ser servidos en un suculento restaurante atropofágico, elitistas y fantasmagóricos museos sin espectadores o una caja con 100 dientes de artistas que murieron pobres y desconocidos subastada a 35 reales (poco más de 8 euros). Estos son algunos de los episodios que están siendo actualmente presentados en la obra de teatro 'Antes de que la definitiva noche se extienda en Latinoamérica', honrando el verso escrito por el poeta Capinam y musicalizado durante la época de la dictadura por los famosos cantautores brasileños Gilberto Gil y Caetano Veloso. En esta obra creada y dirigida por Felipe Hirsch, Veloso muere en la ficción como resultado de una limpieza social orquestada por el gobierno.

"Estamos hablando de oscurantismo", explica Hirsch en referencia a la práctica oriunda de la Edad Media que pretende evitar la difusión de determinadas ideas y que afecta específicamente al sector de la cultura. Durante esta entrevista para el Teatro Oi Futuro, donde el 10 de enero se estrenó la obra, el director afirma que "estamos frente a un gobierno que está eligiendo qué tipo de arte será priorizado en el país".

Integrante del colectivo 'És uma maluca'.
Integrante del colectivo 'És uma maluca'.
"El arte es el arma más poderosa que tenemos contra el actual gobierno".

El grupo de actores que representan esta crítica política de Hirsch pisó el escenario tres días antes de que otra obra teatral, 'La voz del desagüe es la voz de Dios', viviese una peor suerte. Construida por el colectivo 'És uma maluca' ('Eres una loca', en su traducción al español) sobre la crítica hacia las torturas durante la dictadura, esta performance fue cancelada el 13 de enero por el gobernador del estado de Río de Janeiro, Wilson Witzel. Elegido durante las pasadas elecciones generales de octubre de 2018, Witzel, con un posicionamiento de extrema derecha, pretende bailar al ritmo político del actual presidente Jair Bolsonaro.

La sombra de la censura

Unas 7.000 cucarachas de plástico salen de una alcantarilla. Del agujero emanan audios de Bolsonaro con declaraciones públicas pasadas en defensa de la dictadura o enalteciendo la tortura. Escuchar de nuevo el discurso de Bolsonaro en homenaje al coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, responsable de innúmeras torturas durante el periodo dictatorial de Brasil (1965-1985) y sentenciado como tal por la Justicia, no sería música lírica para los oídos de los espectadores, pero no es agrado lo que busca esta creación artística.

"El arte tiene el poder de enfrentar la realidad e intentar cambiarla, de hacer pensar. Ese es el arma más poderosa que tenemos contra el actual gobierno, un gobierno autoritario, peligroso para los derechos humanos", explica uno de los integrantes de 'És uma maluca' en nombre de todo el colectivo, que prefiere no identificar los datos personales de ninguno de sus miembros.

"Nuestro trabajo genera una reflexión sobre un momento político pasado y que está siendo recordado por este nuevo gobierno, y eso les molesta a ellos [a los actuales gobernantes]", añadió este portavoz. 'La voz del desagüe es la voz de Dios' fue expresamente preparada por el colectivo de artistas para la exposición 'Literatura expuesta', en la que participarían una decena de artistas y una decena de escritores, todos de áreas periféricas de Río de Janeiro, durante la segunda semana de enero.

La obra estaba inspirada en el texto 'Barataria' (cucarachería, por su traducción al español) de Rodrigo Santos, que habla sobre una mujer con fobia a las cucarachas. "Durante la dictadura la torturaron, abusaron de ella sexualmente y le introdujeron cucarachas en la vagina", explica el portavoz del colectivo en referencia a la protagonista de la historia. "A partir de ahí creamos nuestra performance tras mucha investigación y trabajo conjunto".

En un primer momento, la Secretaría de Cultura prohibió la reproducción de los discursos de Bolsonaro, a pesar de que se tratan de archivos públicos disponibles en Internet. "Substituimos el audio por una receta de bizcocho de chocolate. En la época de la dictadura, los periódicos publicaban una receta culinaria en el lugar de alguna pieza que había sido censurada", añade el representante del colectivo. La exposición siguió su curso hasta el día de la clausura del evento, donde se presentaría la performance teatral completa.

Integrante del colectivo 'És uma maluca'.
Integrante del colectivo 'És uma maluca'.
"A nuestro actual gobierno no le gusta que abordemos el tema de la dictadura porque es un gobierno que apoya inclusive la tortura"

No obstante, esta fue íntegramente prohibida por la Secretaría de Cultura, que también solicitó el cierre del centro cultural. "Nuestra posición es clara, hemos sido censurados doblemente, primero con el audio y después anulando la presentación", subraya el colectivo. La obra acabó siendo presentada al día siguiente, 14 de enero, en la calle, con un numeroso público indignado frente a la amenaza de la censura y al retroceso en las políticas culturales.

El gobernador del estado Witzel, por su parte, alegó que la performance incluía un desnudo que no había sido especificado en el contrato. Alvaro Figuereido, curador de la exposición, hizo público el intercambio de e-mails en el que se presentaban todos los detalles de la performance, incluyendo la desnudez y la edad mínima recomendada para el público. "Este es un mensaje directo a nuestro trabajo, les incomoda que hablemos de dictadura. A nuestro actual gobierno no le gusta que abordemos este tema porque es un gobierno que apoya claramente la dictadura, inclusive la tortura", expresa el colectivo 'És uma maluca'.

La cultura amenazada por el actual gobierno

Profesionales de las artes y la cultura, en general, continúan trabajando a la luz de la resistencia, con miedo de que una "definitiva noche" marcada por los recortes, en el mejor de los escenarios, o por la censura, en el peor de los casos, pueda oscurecer sus creaciones. Durante sus 28 años de campaña política, Bolsonaro no se privó al enaltecer prácticas dictatoriales. En su primer mes de gobierno no ha tardado en poner en práctica sus promesas políticas que perjudican, principalmente, a ciertas minorías de la población con las que el presidente ha demostrado no simpatizar.

En detrimento de los artistas, la renovada estructura gubernamental ya ha destruido el Ministerio de la Cultura, transformado en una secretaría subordinada, y amenaza avanzar sobre otras políticas culturales. "En 2019 iniciaremos un rígido control de concesiones. Existe un claro desperdicio rutinario de recursos que pueden ser aplicados en áreas esenciales", publicó Bolsonaro en su cuenta de Twitter en referencia a la Ley Rouanet, principal mecanismo de incentivo a la cultura.

La situación política también ensombrece a otra de las impulsoras clave de creaciones culturales en el país, el Servicio Social del Comercio (Sesc), una institución privada sin fines lucrativos que promueve acciones sociales. "Uno de los cambios previstos es el fin de los patrocinios que no tengan que ver con la capacitación de los trabajadores", una afirmación de Paulo Guedes, actual ministro de Economía, que data de noviembre. De ser llevada a la práctica, este recorte colocaría en jaque a una gran parte de la producción cultural brasileña.

"Vivimos un momento muy complicado. Muchas personas tienen miedo y la cultura está acorralada", declara el representante de 'És uma maluca'. "No va a ser un gobierno autoritario quien nos va a hacer retroceder, tenemos que continuar actuando, para resistir contra el gobierno. Esta es la palabra ahora, resistencia", añade este artista.

Luna Gámez

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