En el fallido proyecto de los Presupuestos Generales del Estado presentados por el gobierno español de Pedro Sánchez había un argumento a favor de la subidas de impuestos que pretendía resultar convincente: que éstas no afectarían a la clase media. Sin embargo, a estas alturas, el concepto de clase media es demasiado amplio, flexible y difuso como para que alguien sepa de quién se está hablando en concreto.
Lo cierto es que, más allá de un vago imaginario colectivo sobre estilos de vida, no existen criterios convencionalmente aceptados para definirla con exactitud. En España, en la década de los años 60 y 70, se asociaba la clase media con el poder adquisitivo suficiente como para tener casa, coche, un televisor y la posibilidad de veranear en familia. Sin embargo, la evolución que los mercados y el mundo del consumo han experimentado desde entonces ha desdibujado completamente aquella realidad, y si sigue existiendo algo a lo que llamar clase media sus límites son hoy, desde luego, diferentes a aquéllos y probablemente mucho más difusos.
Si tuviéramos que cuantificar esos límites, tal vez podríamos recurrir a equiparar la clase media con los considerados tramos centrales de renta, es decir, la población que percibe ingresos comprendidos entre el 60% y el 150% de la renta mediana española. De aceptar este criterio, la mitad de los españoles (el 49,4%, exactamente) serían "de clase media", en un país en el que la renta mediana es, por cierto, de unos 14.200 euros.
Sin embargo, el nivel de ingresos, en un país donde las diferencias del nivel de vida entre el entorno urbano y el rural, o entre diferentes regiones, puede hacer que el mismo nivel de ingresos produzca poderes adquisitivos altamente dispares, asociar la clase al nivel de renta tampoco es una solución válida para el problema de la definición.
En conclusión, los factores determinantes que se superponen a la hora de ensayar una definición dan lugar a una casuística demasiado extensa y heterogénea como para que la expresión "clase media" pueda aspirar a ser algo más que un residuo de una jerga económicamente ya obsoleta, aunque aún logre tener cabida en los discursos políticos. Al fin y al cabo, y sin que nadie tenga muy claro su significado, la proporción de gente propensa a considerarse perteneciente a la clase media es aún muy alta, porque el término tiene ya más connotaciones sociales e identitarias que específicamente económicas.
No obstante, en un contexto económico neoliberal, en el que la polarización y la desigualdad entre los diferentes niveles de renta es creciente y llamativa, hablar de la progresiva desaparición o del adelgazamiento preocupante de la clase media no sólo es tentador, sino hasta cierto punto explicativo de la deriva económica que produce el capitalismo.
Concretamente España parece constituir un ejemplo válido de ello, tal como señalaba el diario estadounidense New York Times en un artículo reciente. La realidad económica y social española pone de manifiesto que, aunque las cifras de empleo, de "crecimiento económico" –con resultados positivos desde 2014– y de Producto Interior Bruto (PIB) parecen indicar una realidad halagüeña, los ciudadanos perciben un notorio aumento de la precariedad en sus vidas y una reducción significativa de su poder adquisitivo.
Un reciente estudio de la ONG Intermon Oxfam asegura que, en España, "el crecimiento económico ha beneficiado desproporcionadamente a las rentas altas", y señala que a lo largo del pasado año 2018 "aumentaron en 16.500 los hogares en los que no entró ningún tipo de ingreso, alcanzando los 617.000", mientras "los ultramillonarios –personas cuyos activos netos equivalen o superan los 40 millones de euros– aumentaron en un 4%, llegando a la cifra récord de 1.690 personas".
El mismo informe cuestiona este supuesto crecimiento económico indicando que "la pobreza aumentó durante la crisis 4 veces más de lo que se ha reducido con la recuperación", y explica que "la precariedad laboral y un sistema de protección social ineficaz" son en gran medida los factores responsables de la desigualdad y los principales obstáculos en la lucha contra la pobreza. El estudio también arroja un dato tan impactante como significativo: El 13% de las personas trabajadoras viven por debajo del umbral de la pobreza.
La crisis de una perspectiva de ascenso social
El sociólogo y escritor Jorge Moruno, uno de los autores que con más profundidad ha abordado el asunto de la desigualdad en el contexto económico capitalista, explica que "una parte de la izquierda suele pensar a la clase media como un simple engaño para ocultar que en realidad somos obreros".
Sin embargo, el propio Moruno considera que esta lectura es "pobre y limitada", en la medida en que "no se pregunta por qué y a qué responde el auge de la clase media como correlato de la contrarrevolución neoliberal". En su opinión, "la clase media se constituyó como un concepto y una forma histórica aspiracional, que se instala toda vez que la izquierda es ya incapaz de proyectar un futuro distinto a lo existente". Al respecto de esto mismo, Moruno concluye que "lo que hoy vemos es la crisis de la sociedad de las clases medias, la crisis de esa perspectiva de ascenso social".
Más PIB no es más calidad de vida
Con respecto al caso español en particular, el sociólogo destaca que la clase media del país "siempre fue muy endeble, en parte porque España llegó tarde y mal al desarrollo de los Estados del bienestar". Además, señala que el modelo productivo español "se ha especializado en sectores poco productivos y depredadores (turismo, infraestructura y especulación), muy dependientes del endeudamiento", lo cual provoca que "cuando el ciclo crediticio se frena, la sociedad de las clases medias se gripa".
Moruno explica que, en España, "quienes más han sufrido la crisis son quienes ya sufrían antes la precariedad, pero se ha dado también un empobrecimiento de aquello que se llamaban clases medias", y como ejemplo de ello señala que "en una comunidad tan rica como Madrid, el 30% de los asalariados cobran 1.000 euros o menos".
Y es que, como señala el propio sociólogo, "cuando se habla de crecimiento económico se habla del PIB". Y en España, "la pregunta, y es algo que ya se cuestiona, es si el PIB refleja toda la riqueza del país". "En segundo lugar hay que preguntarse la riqueza de quién crece", indica, y señala un dato importante: "Hoy España tiene más PIB que en 2007 pero sin embargo eso no se traduce en una mejora de las condiciones de vida: hoy es más caro el alquiler, la luz, el agua y los salarios son más bajos".
David Romero
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