El movimiento de mujeres en Argentina le ha dado un impulso inédito al fútbol femenino en ese país, donde, si bien hay un apasionado y masivo público por este deporte, la versión masculina es la que genera mayor interés, y en especial, dinero.
Sin embargo, varias experiencias ocurridas en el último tiempo de la mano del feminismo están socavando poco a poco los prejuicios y la discriminación en el mundo del fútbol, y abren caminos para que las mujeres hagan oír sus demandas no solo en el plano político, sino también en el deportivo.
Es que en Argentina, como sucede en muchos otros países, el fútbol femenino sigue siendo amateur. Ni siquiera las jugadoras de las instituciones deportivas más importantes cobran un salario y, muchas veces, deben reclamar las condiciones mínimas para desarrollar su actividad: espacios acordes para jugar y entrenar, así como indumentaria y dinero para viáticos. Desde ya que, al tratarse de una disciplina no profesional, las jugadoras deben trabajar de otra cosa para mantenerse económicamente.
Muchas de las demandas de las futbolistas han calado hondo en una sociedad argentina que, salvo en los sectores más conservadores, no le da la espalda a la lucha de las mujeres por la igualdad en todos los ámbitos. Pero, aún así, el fútbol femenino continúa en un lugar demasiado relegado respecto al masculino, y eso, en un país que respira fútbol, se nota demasiado.
Trabajadoras del fútbol
En enero último, la jugadora de UAI Urquiza, Macarena Sánchez, demandó a su club luego de que su entrenador le informara que ya no sería parte del plantel aduciendo "cuestiones deportivas". Ese apartamiento ocurrió en medio del torneo, cuando por reglamento ninguna jugadora puede ser contratada por otro equipo. Por eso, a través de una intimación extrajudicial, 'Maca' Sánchez reclamó la regularización de su situación laboral tanto al club como a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), el ente máximo de esta disciplina deportiva en el país, para que se la indemnice en su carácter de futbolista.
Su caso abrió el debate en Argentina sobre la necesidad de profesionalizar el fútbol femenino, y Sánchez recibió gran apoyo no sólo desde el ámbito deportivo. Semanas atrás, fue recibida por la expresidenta Cristina Kirchner.
El largo camino hacia el profesionalismo
Belén Potassa, jugadora de UAI Urquiza y la Selección Nacional, trabaja por la mañana como recepcionista de la Universidad Abierta Interamericana, que forma parte de la misma institución en la que se desempeña como futbolista. Eso le permite acceder a un salario como trabajadora, además de otra suma de dinero en concepto de viáticos como deportista.
"Hay clubes que están mejor organizados que otros. Algunos están cerca de la profesionalización y otros están muy lejos. Creo que para que eso suceda los clubes deben empezar a garantizar que las chicas tengan un lugar para entrenar, una cancha, un gimnasio, indumentaria, una obra social", dice Potassa en diálogo con RT. Sobre ese último punto, vinculado nada menos que a la salud, pone un ejemplo claro: "Hay chicas que se lesionan y, si se tienen que operar, el club no les cubre los gastos médicos". Luego falta lo más importante: "El sueldo, para que no tengan que trabajar y puedan dedicarse exclusivamente al fútbol", analiza.
Claro que el largo camino hacia el profesionalismo no se transita en solitario. Para alcanzarlo, hay que jugar en equipo. En septiembre de 2017, las jugadoras de la Selección Nacional de Fútbol Femenino iniciaron un paro y enviaron una carta a la AFA. Reclamaban tres cosas: el pago de viáticos, una cancha de césped natural y dormir en un hotel cuando viajan. "No se puede practicar un deporte sin los recursos básicos", advirtieron.
Después de aquel conflicto, la Selección femenina contó con mucho más apoyo dirigencial, les abrieron las puertas del predio de Ezeiza, en Buenos Aires, para los entrenamientos, participaron de giras importantes y habrá al menos dos más antes del mundial. Esto último, sostiene Potassa, les brinda un rodaje previo "fundamental" para encarar el Mundial de Fútbol Femenino Francia 2019, que comienza en junio, algo que no tuvieron en la previa del último torneo en el que participaron, China 2007.
El pasaje a Francia no fue fácil para el conjunto argentino. En noviembre del año pasado, la Selección jugó su última carta en un repechaje ante Panamá, y al vencer en la serie con un resultado global de 5 a 1, se clasificó. En el partido de ida, jugado en la Argentina, miles de mujeres colmaron las tribunas del estadio de Arsenal de Sarandí, donde se pudieron ver, además de banderas celestes y blancas, los pañuelos verdes que simbolizan el reclamo por la legalización del aborto en el país. Eran semanas de gran tensión social por el debate de la ley en el Congreso.
"El partido de Arsenal fue un día soñado para todas, un hito del fútbol femenino en el que además pudimos lograr el objetivo. Pero sería bueno que no quede en un partido sino que sean muchos más. Que toda esa movilización, todos esos reclamos, empiecen a ir a las canchas. Es algo que ya comenzó a verse. Debemos empezar a acompañar como mujeres al fútbol femenino, y que lo hagan los hombres también", señala Potassa. Y agrega que el pago de una entrada ayuda mucho a los clubes.
El caso Candelaria Cabrera
Con siete años de edad, la pequeña futbolista Candelaria Cabrera era la única chica en el equipo masculino de Huracán de Chabás, un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe. Era, incluso, la única mujer de toda la Liga regional Casildense, donde participan 17 instituciones. A poco de cumplir ocho, le dijeron desde el club que llegaba la hora de fichar a los jugadores de su categoría, pero que ella no podía seguir jugando porque no era varón.
La madre de Cabrera, Rosana Noriega, dio a conocer la historia en las redes sociales y el caso, sobre todo su resolución, logró tal resonancia que trascendió incluso las fronteras del país. Es que la niña recibió apoyo de reconocidas jugadoras, entre ellas las de la Selección nacional, y finalmente la Liga Casildense de fútbol accedió a crear un departamento de fútbol femenino: no habrá distinción de género hasta los 11 años, y los clubes podrán formar equipos de mujeres a partir de los 12.
Potassa fue una de las futbolistas de la ' albiceleste' que viajó a Santa Fe a darle un abrazo a 'Cande': "Cuando la vi y conocí su historia me conmovió porque es lo que nos ha pasado a todas cuando éramos chicas. Excluirnos porque éramos nenas. Hay que darle apoyo a ella y a todas las que atraviesen algo similar. Como en mi caso, que tengo una madre que me apoyó desde el primer momento. Cande logró su objetivo porque recibió un respaldo que antes era difícil encontrar", dice la delantera y goleadora del conjunto que dirige Carlos Borrello.
"La potencia de crear cuerpos descolonizados"
Mónica Santino, de 53 años, es militante social, exjugadora de fútbol y fundadora y directora técnica de la escuela 'La Nuestra Fútbol Femenino', donde practican alrededor de 100 mujeres de todas las edades en la Villa 31, uno de los barrios populares más grandes de la Ciudad de Buenos Aires.
Claro que no fue fácil para las chicas conquistar el terreno de juego. Cuando empezaron, por el año 2007, la cancha del barrio Güemes, una de las principales de la Villa 31, era usada en tiempo y espacio únicamente por varones. Las mujeres prácticamente no la pisaban.
"La primer conquista de este grupo fue ganar la cancha. Se ganó ocupándola. Dos días y horarios específicos, y a medida que más mujeres se fueron animando y fuimos cada vez más, los varones no tuvieron más que apartarse. Nos quedamos ahí, con lluvia o con sol. Y hoy para el resto del barrio la cancha de Güemes es la cancha de las mujeres", cuenta Santino a este medio.
La entrenadora no duda en asociar el momento que vive el fútbol femenino con la impronta "revolucionaria" con que el feminismo sacude por estos días a la Argentina. En ese sentido, sostiene que planteos como el de Macarena Sánchez o Candelaria Cabrera cobran un alcance mucho más resonante en la actualidad: "Hacer un reclamo como futbolista en este marco histórico, en este momento particular del movimiento de mujeres, tiene una incidencia fenomenal y una visibilidad enorme. Si lo hacías hace unos años atrás te quedabas sola, aislada o a lo sumo acompañada por algunas jugadoras con la misma mirada. Ahora hay un movimiento social que cobró muchísima fuerza en Argentina, sobre todo desde la bisagra que significó el Ni Una Menos en 2015", señala.
Para Santino, siempre vinculada a la lucha por la igualdad de género, hubo un cambio fundamental que permitió posar las miradas críticas de una sociedad patriarcal también hacia las canchas de fútbol: "Históricamente el feminismo dejaba de lado el deporte. Hoy hemos logrado entender que el derecho al juego es parte constitutiva de las personas", explica.
Y agrega: "Luego empiezan a batallar las cuestiones de género, a qué cosas juegan los varones, a qué cosas las mujeres, y cómo nos vamos construyendo culturalmente en lo que se considera femenino y masculino. Ni hablar cuando nos referimos a las distintas percepciones [de género] que existen. Todo el deporte está construido de una manera muy binaria", dice la entrenadora.
Santino, de larga trayectoria con la pelota en los pies, celebra que esto ocurra. "El fútbol funciona como un mecanismo donde se interpelan cuestiones relacionadas a nuestros cuerpos, al deseo y a qué se espera de una mujer como conducta, y en el caso nuestro, significa ni más ni menos que correr el eje de la maternidad como la única posibilidad de ser mujeres".
Es que, para esta la entrenadora, el fútbol tiene la potencia de "crear cuerpos descolonizados": "A las mujeres desde que nacemos nos visten de una manera, nos regalan cocinitas, cosas para cuidar un bebé o hacer cosas de la casa, y se van moldeando los cuerpos de acuerdo a una estética a la que debemos respetar. Cuando jugás a la pelota te das cuenta que podés correr, cabecear, meter un codazo, rasparte las rodillas. Te das cuenta en ese aprendizaje que hay otras formas de ser mujeres. Rompés muchísimas barreras, mitos, sobre todo ese que dice que te tenés que preparar o cuidar únicamente para ser madre. Un cuerpo que desea, que se junta y se abraza con otras. Todo eso voltea los prejuicios y preconceptos sobre los que se apoya el patriarcado. El fútbol es un canal liberador enorme, emancipador y revolucionario".
Emmanuel Gentile
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