En los últimos años los consumidores han dejado de tener miedo a las grasas siempre que estas sean 'naturales' y 'saludables'. Los nutricionistas recomiendan enriquecer la dieta con grasas insaturadas, como las que contienen las nueces, el pescado y el aceite de oliva. Como resultado, la demanda de comestibles ricos en grasas 'necesarias' aumenta... a la par que lo hacen sus precios.
Los precios medios del aguacate, el aceite de oliva y el salmón han subido al menos el 60% desde 2013, mientras que los del trigo, el maíz, la soja y el azúcar no han cambiado o han bajado levemente, informa The Wall Street Journal.
La mantequilla también encarece. Su demanda aumentó luego de que se demostrara científicamente que la grasa butírica es menos nociva que las grasas trans. Los precios de la mantequilla de Nueva Zelanda se dispararon un 50% entre 2012 y el año pasado.
El alza en la demanda de los productos mencionados no es impulsada solamente por los países ricos de Occidente, sino que cada vez más habitantes de China y otros países asiáticas se abren al mundo de las grasas 'saludables'.
Esto ha comportado que se duplicaran las importaciones de aguacates a China en los últimos años. Este país, junto con Corea del Sur y Japón, ha impulsado también el consumo de mantequilla, cuya demanda mundial creció un 13% entre 2013 y 2018.
Sensibles a la oferta
Pero no es solamente estar de moda lo que hace que el precio de un alimento suba, sino también la incapacidad de los productores de asegurar su oferta continua. En 2017 los precios del aceite de oliva se dispararon al menos el 25% debido a las sequías que azotaron el Mediterráneo y redujeron las cosechas. Este año el mercado espera un nuevo salto de precios debido a que los incendios y el frío perjudicaron las cosechas en Italia y Grecia.
Aunque los agricultores buscan impulsar la producción de productos 'saludables', esto no es fácil, ya que los nuevos cultivos de aceituna, aguacate y almendra necesitan varios años para empezar a rendir frutos.
Los ambientalistas y los Gobiernos que temen los efectos negativos que pueda tener la producción de alimentos sobre el clima ejercen presión adicional sobre el sector agrícola. Las autoridades de Noruega y Escocia, por ejemplo, han limitado la acuicultura para evitar la propagación del piojo de salmón que amenaza a las especies salvajes.
Efectos secundarios
El conflicto entre el creciente consumo de grasas 'saludables' y la escasez de su disponibilidad produce efectos inesperados, como la falsificación de los productos de moda. Muestra de ello es que hace dos años se informó de que hasta el 80% del aceite de oliva italiano podría ser falso. El salmón y otros pescados tampoco evitarían esta suerte.
En México, donde el cultivo de aguacates genera miles de millones de dólares al año, este sector ha atraído la atención de cárteles de drogas y milicias. En Nueva Zelanda, prosperan tanto el robo de cosechas de aguacate como el correspondiente mercado negro. Esto, sumado a la popularidad y accesibilidad de las redes sociales, hace que para comercializar su producto este mercado negro haya recurrido a Facebook, donde es posible comprar fruta robada.
¿Más cara que la comida rápida?
Existe la creencia de que los productos saludables son más caros que la comida rápida.
En 2014, un estudio de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido, indicó que las personas que intentan alimentarse de manera saludable gastan tres veces más dinero en la cesta de la compra.
Pero los alimentos naturales no siempre cuestan mucho más que las hamburguesas. Según un análisis realizado en 2013 por la Escuela de Salud Pública de Harvard, comer de manera saludable supone un gasto de solo 1,5 dólares más al día que comer mal.
No obstante, los consumidores a menudo asocian el hecho de que un alimento sea caro con que sea más natural y saludable, una percepción que los productores aprovechan dada la creciente popularidad de los productos 'ecológicos' y 'orgánicos'.
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