En marzo, el fabricante de los robots sociales Jibo, creados como asistentes personales, comenzó a desconectar los servidores que permiten su funcionamiento. La inminente 'muerte' de los robots fue anunciada por los propios dispositivos. Los Jibo agradecieron a sus dueños por el tiempo que habían pasado juntos y realizaron su último baile.
Los desarrolladores de Jibo tenían la ambición de que fuera "el primer robot familiar del mundo", y contaba con una avanzada tecnología de reconocimiento facial y de voz. Para esto, habían recaudado casi 3,7 millones de dólares a través de una plataforma de 'crowdfunding' en 2014. Los creadores se inspiraron en el robot WALL·E, de la película de animación de Pixar. Los dispositivos sabían bailar, leer noticias y responder a peticiones y órdenes simples.
Pero los compradores recibieron a sus Jibo recién en 2017. Para entonces los robots ya 'perdían' ante los asistentes de voz modernos. Como resultado, en diciembre de este año Jibo Inc. vendió sus activos a una firma de inversión.
El periodista Dylan Martin compartió un video de su Jibo en Twitter. "Tal vez algún día, cuando los robots estén mucho más avanzados que hoy, y todos los tengan en sus hogares, puedas decirle al tuyo que dije hola", afirmó el robot.
Los robots continuarán realizando algunas de sus funciones, que pueden activarse utilizando los botones táctiles. Pero la desconexión de los servidores en realidad significa la 'muerte' de Jibo: responderán a los comandos de voz, pero no entenderán nada.
Los responsables del proyecto Jibo no han actualizado su cuenta de Twitter desde julio de 2018 y publicaron por última vez en su página de Facebook, donde tiene 98.000 seguidores, en mayo del año pasado. Tampoco hay ninguna declaración en su sitio web.