La Comisión de Conducta Judicial del estado de Texas, Estados Unidos, ha impuesto una severa amonestación a un juez que le pidió a un jurado que reevaluara su veredicto porque Dios le había dicho que la acusada, a la que declararon culpable, era inocente.
En enero de 2018 el magistrado Jack Robinson presidió un juicio contra una mujer acusada de tráfico sexual continuo y trata de personas. Después de que el jurado concluyera que la procesada era culpable, Robinson se dirigió a sus miembros, instándoles a seguir deliberando, porque, según él, la condena sería un error judicial.
Según el informe disciplinario, "el juez se disculpó más tarde con el jurado y dijo algo así como: 'cuando Dios me dice que debo hacer algo, debo hacerlo'". Robinson recibió una advertencia pública de parte de la Comisión de Conducta Judicial de Texas, que, aunque no conlleva la suspensión de funciones, es un castigo más severo que la advertencia en privado.
Jack Robinson alegó que su comportamiento se debía al estrés y al tratamiento médico que recibía entonces. Esas afirmaciones fueron confirmadas por dos médicos que indicaron que el magistrado sufría una "condición médica temporal y episódica de 'delirio'".
En aquel proceso judicial, la acusada fue condenada a 25 años de prisión, pero meses más tarde otro juez declaró la invalidez de la sentencia debido a que las decisiones de Robinson no se apegaban a la ley, por lo que la sospechosa tendrá que afrontar un nuevo juicio.
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