Como resultado de su primer día de visita a Israel, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha anunciado la creación de una oficina de negocios en la ciudad de Jerusalén.
"Brasil decidió establecer una oficina en Jerusalén para la promoción del comercio, la inversión, la tecnología y la innovación", cita O Globo una declaración conjunta divulgada por Bolsonaro y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
El mandatario brasileño, de esta forma, se quedó corto de anunciar un traslado de la Embajada de Tel Aviv a la Ciudad Santa, una movida que algunos esperaban con antelación y que el mismo Bolsonaro había anunciado en noviembre.
Brasil todavía no considera a Jerusalén como la capital de Israel, pero su posible reconocimiento ha generado temores de represalias comerciales de países árabes a los que Brasil exporta gran cantidad de carne bovina y pollo. Según trascendió, el multimillonario perjuicio económico asociado sería un factor por el que Brasilia no ha dado ese paso.
Sin embargo, el mandatario de la nación sudamericana ha anunciado "una nueva era" en las relaciones con la nación hebrea, afirmando que ambas "pueden alcanzar juntas grandes cosas". A su vez, Netanyahu ha expresado su deseo de que el traslado de la misión diplomática eventualmente se concrete.
"Espero, y me gustaría creer, que esta [oficina] será el primer paso hacia la apertura de la Embajada de Brasil en Jerusalén, cuando llegue el momento", aseveró Netanyahu en declaraciones ante la prensa en esa misma ciudad.
Este encuentro se celebra unos días antes de las elecciones parlamentarias en Israel del próximo 9 de abril y en medio de tensiones con Palestina. Según cita Reuters, el Ministerio de Exteriores palestino calificó la apertura de la oficina comercial brasileña como "una flagrante violación de la legitimidad internacional [y una] directa agresión" contra el pueblo y los derechos palestinos.
Según opina el periodista y editor Breno Altman, del sitio Opera Mundi, la decisión de Bolsonaro encaja con el "eje" de su política exterior, que consiste en la "supeditación absoluta de Brasil en relación a la Casa Blanca", y también tiene que ver con el "acercamiento religioso" de sus votantes en relación a Israel.
A su vez, el editor de la agencia internacional de noticias Pressenza, Gunther Aleksander, cree que la medida constituye un mero "golpe publicitario doble" de parte de Bolsonaro y de Netanyahu y que no beneficiará en absoluto a la sociedad brasileña.
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