Un Trébol del Norte: Rusia reconstruye desde cero una base militar en el Ártico
La isla rusa Kotelny es uno de los lugares más duros de nuestro planeta —durante los meses más gélidos se registran temperaturas de hasta 50 grados bajo cero— y alberga la base militar Trébol del Norte ('Séverny Kléver', en ruso), que acoge a unas 250 personas especializadas en la radiolocalización y la defensa antiaérea.
Esta ínsula de 11.665 kilómetros cuadrados forma parte del archipiélago Nueva Siberia —en el océano Ártico, al norte de la costa de Siberia Oriental—, forma parte del escudo ártico de Rusia y es uno de los principales puestos avanzados de este país.
El Ártico esconde enormes yacimientos del petróleo y el deshielo paulatino hace cada vez más atractiva la Ruta Marítima del Norte para el suministro de mercancías, por eso el interés de las potencias mundiales por la zona no dejará de crecer en el futuro y la importancia de esta base tiene un valor incalculable.
Todas las secciones del edificio principal están conectadas entre sí, una circunstancia que reduce de manera sustancial la necesidad del personal militar de abandonar esta infraestructura. Además, los residentes de Trébol del Norte poseen una fuente infinita de agua tras fundir y purificar la nieve.
"Los sistemas del complejo de edificios están conectados por pasillos que protegen a los militares de condiciones climáticas extremas. Las reservas de agua y alimentos aseguran el funcionamiento normal de la base durante más de un año", explicó a RT Vladímir Pásechnik, comandante interino del grupo táctico de la base.
Durante la Unión Soviética, las isla Kotelny albergó una base de la Flota del Norte rusa pero, tras su desintegración, los edificios abandonados quedaron en un estado deplorable. Hace años, el Ministerio de Defensa de Rusia decidió construir todo desde cero.
Ahora, la base parece más un hotel con todas las comodidades —con gimnasio y zona de recreo— para mantener una vida normal en un lugar tan remoto. "Durante el tiempo libre tenemos una amplia variedad de pasatiempos, como practicar diferentes tipos de deportes o mejorar las habilidades profesionales", relató Umar Yerkénov, un militar de la base.
El Trébol del Norte es una prueba de que el Ártico, pese a su naturaleza indomable e inhóspita, puede ser sometido a una implacable voluntad y un espíritu fuerte.