Todos las calles con nombre de Zapata llevan a él. Al menos a los poblados que integran la denominada Ruta Zapata, en el corazón del estado de Morelos (centro de México), creada para recorrer los mismos lugares donde vivió y peleó el popular líder de la Revolución Mexicana que luchó por tierra y libertad en defensa de los campesinos frente a los caciques.
Sin embargo, pese a que por el centenario del asesinato de Emiliano Zapata, el 2019 fue anunciado como el Año del Caudillo del Sur, poblaciones como Anenecuilco, tierra natal del revolucionario, y Chinameca, donde fue asesinado a traición en abril de 1919, sobreviven entre calles mal pavimentadas, casas dañadas por el sismo que se registró en México en septiembre de 2017, campos abandonados, así como museos, placas y monumentos en mal estado o sin funcionar.
El general Zapata operó en todo el estado de Morelos, destacándose principalmente en cuatro municipios, los cuales conforman la llamada Ruta Zapata: Cuautla, Ciudad de Ayala (donde se ubican Anecuilco y Chinameca), Tlaltizapan y Yautepec.
En Cuautla, una ciudad ubicada a poco más de 100 kilómetros de la capital del país y que fue escenario de la guerra de Independencia y de la Revolución del Sur, el panorama es algo distinto, tal vez por ser la segunda urbe en importancia en la entidad mexicana. Ahí, en un mausoleo ubicado a unas cuadras del zócalo [la plaza principal] están los restos mortales del general Zapata, como señala una placa conmemorativa de 1999.
Este 9 de abril, lo único que en Cuautla parece indicar que, solo un día después, se recordará el día en que 'el Caudillo del Sur' fue asesinado son los trabajos de remozamiento en torno al monumento de casi 2 metros de altura y la instalación de un templete, donde autoridades locales llevarán a cabo un pequeño homenaje, con la esperanza de que, tal vez, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acuda. "Yo no creo que venga, tiene muchos problemas con lo de Huexca y aquí la gente anda enojada", refiere Armando Vázquez, organizador de una pequeña feria del libro a unas cuadras del zócalo, donde la gente se aposta a mirar la vida y recibir los rayos del sol sin pensar en los festejos.
En marzo pasado, pese a la declaratoria de López Obrador, eso no fue impedimento para que el presidente tuviera su primer choque con campesinos y comunidades indígenas en la tierra del líder popular de la Revolución Mexicana, a raíz de la instalación de una termoeléctrica en la comunidad de Huexca, Morelos.
Por ello, el pasado lunes, ante la amenaza de los opositores a la termoeléctrica de boicotear la visita de López Obrador a Morelos, la Presidencia de la República y Gobierno del estado decidieron realizar la ceremonia en Cuernavaca, no en Cuautla ni en la tierra que lo vio nacer, Anenecuilco, ni la que lo vio morir, Chinameca, donde se presumía que realizaría el acto conmemorativo. Sin embargo, en cada uno de los puntos, aún sigue la duda de si llegará el presidente y en cada sitio se ha dispuesto de una manta que le da la bienvenida.
No es así en el desolado poblado de Anenecuilco, donde Zapata nació el 8 de agosto de 1879. Para llegar hay que viajar 6 kilómetros desde Cuautla a través de calles en mal estado y señales con óxido o a punto de caer. Un gran letrero recibe al viajero: 'Bienvenido. La cuna de Zapata'. Allí lo que hace sentido es festejar la vida. "Es raro festejar la muerte, aquí lo que se celebra es el nacimiento del general", dice María Ofelia Zapata, tataranieta del caudillo y quien atiende con su madre el modesto local de comida 'Venancia', ubicado en la misma calle donde nació el líder agrario, el Museo Casa Zapata, y que desde el 19 septiembre de 2017 no opera debido a daños sufridos tras el sismo registrado en la entidad.
Sobre la calle, llaman la atención unos jóvenes, quienes afanosamente –bajo un sol de más de 30 grados– colocan gráfica monumental sobre las paredes, alusiva a Zapata, pero también a Oaxaca, estado sureño del que son originarios. Salvo ese pequeño grupo, en Anenecuilco nada más parece indicar que al día siguiente habrá una celebración. "Nos pareció importante destacar el legado que nos ha dado", refiere Mario Guzmán, iniciador del colectivo Urtarte, el cual busca restituirle el sentido social a la gráfica mexicana.
A unos pasos, el Museo Casa Zapata tiene las puertas abiertas al público solo para visitar el vestigio histórico del lugar donde nació el revolucionario y que se estima tiene alrededor de 200 años. Sin embargo, las salas de exposiciones están vacías, aunque desde principios de mes se lleva a cabo una serie de conferencias respecto a la historia zapatista. La renovación de las instalaciones, dañadas en septiembre de 2017, apenas fue entregada y no se cuenta con una fecha para su reapertura, cuenta Jesús Herrera, custodio del lugar. "Aquí no se hará nada mañana, tal vez una velada al exterior. López Obrador tengo entendido va a Chinameca, no sé si pase por aquí", responde respecto a la esperada visita del presidente mexicano.
Desde 1910, Emiliano Zapata Salazar encabezó la lucha para mejorar las condiciones de los campesinos, partiendo de la revolución social y el reparto agrario. Hasta la fecha sus principios y propuestas siguen siendo utilizados por diversos grupos y organizaciones, destacando el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) que se levantó en armas en 1994 en el estado sureño de Chiapas.
El lugar de la muerte con vida
Óscar barre la plaza donde se han realizado una serie de eventos por las tardes debido al centenario de la muerte de Zapata. Detrás de él está la ex hacienda de Chinameca, donde el 10 de abril de 1919 Zapata fue muerto a traición por Jesús Guajardo, quien le hizo creer que estaba descontento con el entonces presidente Venustiano Carranza y que estaría dispuesto a unirse a su lucha.
El 'Caudillo del Sur' se encontraba entonces apostado en una zona montañosa cercana, hoy conocida como 'piedra encimada', y bajó desde el lugar para reunirse con Guajardo. Al llegar al dintel de la hacienda fue recibido a balazos por tiradores que se encontraban en lo alto de casas vecinas.
En 2011, el entonces presidente Felipe Calderón inauguró en el casco de la hacienda el Museo del Agrarismo, que albergaba, entre otros objetos, la silla de montar que usaba el general y los pantalones que llevaba puestos cuando fue asesinado. Pero el edificio resultó dañado en el sismo del 19 de septiembre de 2017, así que todo el acervo fue retirado y desde entonces ha permanecido cerrado, aunque será reabierto este 10 de abril. "Está muy cambiado, ¿no? Reabren mañana con la exposición 'Emiliano Zapata, memoria del caudillo'. Fue una remodelación en dos fases", narra uno de los proveedores de la muestra. "No sabemos, unos dicen que sí, otros dicen que no", responde el joven respecto a si López Obrador acudirá al lugar para el aniversario luctuoso del líder agrario.
Pero no, ante las amenazas de protestas, la duda y el disgusto de la propia familia Zapata, el presidente mexicano realizará el evento oficial en Cuernavaca, sede del poder del estado y la ciudad más importante de la entidad.
"El presidente no cumple lo que dice ni es congruente, por lo que la familia Zapata va a realizar su propia conmemoración hoy en Cuautla, Morelos... no tenemos a qué ni por qué acompañar al presidente López Obrador en su ceremonia por el aniversario de la muerte de Emiliano Zapata", señaló Jorge Zapata, nieto del general, la víspera.
Buscando a Zapata
Mario López Ramírez es estudiante del Colegio de Bachilleres, tiene 15 años y este día acude al mausoleo de Zapata esperando encontrar un significado a la figura del caudillo.
"Nos dejaron de tarea buscar una figura de Zapata, tomarnos una foto y escribir qué significaba para nosotros. Yo vine a este, porque me dijeron que era el más bonito y es el que me quedaba más cerca de mi casa", cuenta. Mario debe entregar su deber en apenas cuatro horas, pide ayuda para hacerse la foto y pregunta en voz queda: "¿Usted sabe qué significa?".
Dos metros arriba de él, Zapata lo mira con un rifle recargado en las piernas y en la mano derecha un pergamino donde se lee 'Tierra y Libertad', una frase utilizada en México como lema de las luchas campesinas por la reivindicación de los derechos de la tierra y que es atribuida a Emiliano Zapata.
Paola Morales
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