Google entrega a la Policía de EE.UU. datos de móviles en escenas de crímenes (y ya hubo arrestos erróneos)
La Policía estadounidense utiliza información sobre ubicaciones de usuarios que se encuentra almacenada en la base de datos Sensorvault de Google, según lo reveló el pasado sábado The New York Times. Sensorvault cuenta con los datos de ubicación de cientos de millones de dispositivos en todo el mundo desde hace casi una década, cita el diario a los empleados de la compañía.
Según la información del periódico, Google facilita a la Policía información sobre posibles delincuentes y también sobre cualquier otro usuario que pueda ser de interés para la investigación.
Los agentes establecen una localización geográfica específica acotada a cierto período de tiempo para que Google envíe datos sobre la ubicación de todos los dispositivos que estaban en la zona en ese momento, sin facilitar más información personal. Cuando las fuerzas de seguridad cuentan con varios posibles sospechosos o testigos del crimen, emite otra orden judicial para pedir a la compañía sus nombres y otros datos.
Según el testimonio de empleados de Google, dicha práctica fue utilizada por primera vez en 2016. Según el reportaje, durante los últimos 6 meses la cantidad de este tipo de consultas policiales ha aumentado considerablemente. Este año la empresa recibió semanalmente hasta 180 solicitudes de la Policía.
The New York Times ha encontrado ejemplos de uso de esta práctica en todo el país, desde Washington hasta California. La Policía aprovecha la colaboración con Google, pero afirma que es solo una herramienta de investigación entre otras muchas.
Aunque los usuarios pueden desactivar la función del historial de la ubicación en los dispositivos de Google, la compañía puede recopilar estos datos de aplicaciones, búsquedas u otros servicios de la empresa.
Detenido por equivocación
Sin embargo, a veces este método de investigación resulta fallido. The New York Times recoge el caso de Jorge Molina, de la ciudad de Phoenix, Arizona (EE.UU.), que fue detenido en 2018 después de que la Policía declarase que su teléfono fue detectado cerca del lugar de un crimen.
Las fuerzas de seguridad concluyeron que el vehículo de Molina se parecía a uno grabado por cámaras de seguridad en la escena de crimen y el hombre pasó una semana en cárcel, hasta que sus amigos confirmaron su coartada y resultó ser inocente. En marzo de 2019 la Policía arrestó a otro sospechoso, exnovio de la madre de Molina.