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FOTOS: Indígenas brasileños protestan en la capital contra las políticas de Bolsonaro

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El Ejecutivo de ese país es contrario a la demarcación de tierras y ha amenazado con explotar la Amazonía de la mano de EE.UU.
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"Esta tierra tiene dueño. Exigimos la demarcación de nuestras tierras", reza uno de los carteles en el Campamento indígena Tierra Libre (ATL), que comenzó a instalarse el miércoles de madrugada en la Explanada de los Ministerios, donde se concentran los principales edificios gubernamentales de Brasilia, capital de Brasil.

Desde 2004, cada año, miles de indígenas de todo Brasil se reúnen en la capital para reclamar su derechos, pero en esta 15ª edición se respira una atmósfera de especial descontento por las políticas impulsadas por el gobierno del presidente ultraderechista, Jair Bolsonaro, contrario a la demarcación de tierras y que ha amenazado con explotar la Amazonía de la mano de EE.UU.

A primera hora de la jornada, unos 2.000 indígenas ya habían desplegado sus tiendas de campaña –muchas cubiertas con lonas de plástico para protegerse de las posibles lluvias– frente al Congreso de Brasil. Distintos grupos llegaban cargando sus mochilas al hombro o arrastrando sus maletas de ruedas. Destacados líderes como la diputada Joênia Batista de Carvalho, primera parlamentaria indígena en la historia del país, visitó el campamento.

Durante tres días, las comunidades reivindicarán sus derechos a través de varias actividades. Esta noche organizarán una vigilia ante el Supremo Tribunal Federal (STF). El jueves, varios representantes tienen previsto participar en una audiencia pública en la Cámara de Diputados y en la Cámara Legislativa. 

El ambiente es festivo en el campamento que, según las últimas informaciones, será trasladado a las inmediaciones del Teatro Nacional. Los indígenas ataviados con sus atuendos tradicionales, los rostros pintados y plumas en la cabeza, cantan, bailan y venden en puestos improvisados en el suelo todo tipo de artesanía.

Alrededor, un fuerte dispositivo policial vigila el entorno. El viernes pasado el ministro de Justicia, Sergio Moro, autorizó a la Fuerza Nacional vigilar "de manera preventiva" durante 33 días la Explanada de los Ministerios.

"¡Paren de incitar al pueblo contra nosotros! No somos violentos. Violencia es atacar el sagrado derecho de la libre manifestación con tropas armadas", denunció a través de un comunicado la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil (Apib), organizadora del campamento.

"Ni un paso atrás"

En esta edición, que reunirá a unas 5.000 personas, hay un sentimiento unánime de indignación contra las políticas gubernamentales. 

"El gobierno Bolsonaro va en sentido contrario de lo que nosotros ya conseguimos y garantizamos como movimientos indígenas organizados en este país", explica a RT Marcos Xukuru, cacique de la etnia Xukuru, que vive en el estado Pernambuco, en el nordeste del país. 

Para el cacique, el mandatario brasileño quiere "flexibilizar la legislación" con el objetivo de "favorecer a nuestros enemigos con intereses en nuestro territorio". "No vamos a permitir, ni dar un paso atrás en nuestros derechos", asegura.

El líder Xukuro comenta que la explotación minera en su territorio tendrá "un impacto social y ambiental como lo ocurrido en la tragedia de Brumadinho [el colapso de una presa provocó la muerte de 232 personas y 37 desaparecidas], que afectó no solo a los pueblos indígenas, sino a la población entera".

"Golpe a los pueblos indígenas"

El presidente ultraderechista estrenó su gobierno, el pasado 1 de enero, con un fuerte golpe a los pueblos indígenas. Transfirió los poderes de la Fundación Nacional del Indio (Funai), encargada hasta entonces de la demarcación de las tierras indígenas, al Ministerio de Agricultura, dirigido por Tereza Cristina Dias, quien fue líder de la bancada ruralista en la Cámara de Diputados. 

También las ONGs se vieron afectadas tras la decisión de Bolsonaro de conceder al ministro de la Secretaría de Gobierno, Carlos Alberto Dos Santos Cruz, la misión de "supervisar, coordinar, monitorear y acompañar sus actividades y acciones", ya que, según Bolsonaro, "manipulan y explotan" a los indígenas. 

Según la Apib, a esas medidas les siguieron "una serie de ataques e invasiones contra las tierras indígenas, persecución y expresión de racismo e intolerancia hacia nuestros pueblos y nuestras vidas". Además, la organización advirtió que el Ministerio de Salud intentó socavar la Política Nacional de Atención a la Salud de los Pueblos Indígenas (PNASPI), pero las fuertes protestas de este último mes le hicieron retroceder en su decisión. 

"Este año 2019 está siendo muy complicado", afirma Alessandra Munduruku, líder de la etnia Munduruku, que habitan en el estado de Pará, en el norte del país. "Tenemos un presidente que está entregando nuestras tierras a extranjeros, principalmente a los EE.UU. Nosotros no aceptamos venderlas. Queremos vivir en paz. Que se respeten nuestros derechos y la Constitución", sentencia. 

En Brasil existen alrededor de 305 tribus con un total de 900.000 personas, lo que equivale al 0,4 % de la población brasileña, según la ONG Survival. La Constitución reconoce a estos pueblos el derecho exclusivo de ocupar y usar estas tierras tradicionales. Sin embargo, las organizaciones no gubernamentales denuncian que el ejecutivo privilegia las actividades agropecuarias a costa de la deforestación ilegal y otras actividades ilegales que no representan sostenibilidad y que socavan los derechos de los pueblos ancestrales.

Marta Miera

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