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El 'héroe anónimo' que salva gratuitamente a víctimas de mordeduras de serpientes en Venezuela

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El capitán Luis Contreras lleva 20 años recorriendo el país suramericano para distribuir antídotos a quienes han sido mordidos por ofidios venenosos.
El 'héroe anónimo' que salva gratuitamente a víctimas de mordeduras de serpientes en Venezuela

Cuando Luis Contreras recibe una llamada telefónica, se alarma. "Buenas, dígame, ¿qué pasó?", replica con voz ansiosa.

La respuesta es habitual en él, tanto que se declara un permanente "angustiado". Desde 1999, su teléfono celular no ha dejado de sonar. Fue ese año cuando empezó a llevar antídotos a las víctimas de mordeduras de serpientes venenosas en Venezuela, donde, como en muchos países en la región, no existe un banco de sueros antiofídicos.

En comunidades y caseríos recónditos del país suramericano, muchas familias lo consideran un héroe anónimo porque ejerce su labor de salvar vidas llevando sueros antiofídicos sin campañas publicitarias ni reconocimiento público. Además, lo hace gratis.

Él, en cambio, no se siente un ser humano extraordinario, mucho menos un héroe: "solo hago lo que cualquiera debería hacer para salvar a alguien al borde de la muerte".  

Dedicación 

En 20 años son muchas las vidas que ha salvado el capitán Contreras, pero él prefiere no llevar registros. "Por cada paciente curado, hay cientos que esperan por una dosis, no hay tiempo para eso", responde. Su travesía más reciente fue al estado Barinas, en el suroccidente del país, para proveer el suero a un joven que fue mordido por una serpiente.

Cuando llegó, los familiares de la víctima se alegraron tanto que lo hicieron sentir "como un salvador", dice él entre risas. Contreras no solo lleva el suero, también habla con el médico tratante del centro asistencial donde está recluido el paciente, y con su experiencia ganada a lo largo de los años, aporta consejos y recomendaciones para suministrar el antídoto.

"Las primeras seis horas son cruciales. Siempre depende del tipo de serpiente y de la persona, si es un niño o un anciano, y su condición de salud, todo eso se evalúa con antelación", comenta.

Durante los meses de abril y mayo es más cuando lo solicitan, pues esa es la temporada en la que las culebras salen de sus cuevas, donde puede permanecer escondidas hasta un año sin agua ni comida.

"Son los meses que me dan más trabajo, todos los años me preparo para eso", acota.  

Un embajador humanitario

El trabajo formal del capitán Contreras es de bombero en el Instituto Nacional de Espacios Acuáticos (INEA), en Venezuela. Pero por tantos años dedicado al servicio público de conseguir y llevar sueros, ya es común que lo llamen a su oficina para buscarlo como experto en serpientes. 

Por salvar vidas a los mordidos por ofidios no devenga ninguna remuneración: "ni lo quiero hacer, yo no cobro por eso, lo hago porque me nace".

Durante su trayectoria ha sido reconocido como embajador humanitario por la Unesco y recibido reconocimientos de universidades públicas y privadas, y de instituciones internacionales vinculadas con la creación de suero antiofídico.

Hasta hace poco se enteró que en los laboratorios de producción de sueros antiofídicos, ubicados en Pakistán, Costa Rica y la India, tienen su foto. "Está en un cuadro de honor por el trabajo que he hecho, me parece increíble".

En un permanente aventón

Su principal escollo siempre ha sido cómo trasladarse al lugar  donde se encuentran las víctimas. Las instituciones públicas o privadas y, en ocasiones, los propios familiares de los pacientes, son los que aportan para su movilidad desde el estado Zulia, donde vive, hasta cualquier parte del país

"Trato de llegar, pero a veces no tengo cómo moverme", cuenta. Cuando no tiene los recursos se va "de cola en cola", y de "alcabala en alcabala", es decir, pide aventones en cada pueblo y caserío hasta llegar a su destino.

Cuando no logra su objetivo, en plena vía, desde donde esté, envía el medicamento a través de instituciones gubernamentales o fuerzas policiales.

Cuando el paciente no recibe la dosis a tiempo, el veneno se expande y puede producir gangrena, muerte por hemorragia o un paro cardiorespiratorio. Y eso le ha pasado muchas veces: "cuando no llego, me da rabia, y, bueno, he terminado llorando con los familiares".

También ha pasado hasta cinco noches en un hospital a la espera de que un paciente se recupere completamente, pues una dosis a veces no es suficiente.

"A mí no me gusta dejar varias dosis en lugares que conozco poco, porque se las roban a los familiares", dice. Su vigilia se debe a que un tratamiento completo de suero, por ejemplo, para una mordedura de coral, "puede costar hasta 2.000 dólares". 

Banco y plantas de suero 

El sueño de Contreras es la creación de un banco nacional para almacenar sueros. Durante su experiencia, ratifica que los familiares recorren varios estados buscando dosis adicionales, mientras la ambulancias revisan todos los hospitales que pueden: "Muchas veces no se consigue nada, y son muchos los pacientes que se nos van". 

Contreras explica que, según registros cotejados con organismos regionales de salud, más de 8.000 personas al año son víctimas de serpientes venenosas, de las cuales el 95% son trabajadores del campo, niños humildes y jóvenes de sectores populares situados cerca de una zona costera, montañosa o boscosa.

El capitán explica que la producción nacional de antídotos antiofídicos alcanza solo para 6.000 personas. Por ello, insiste en la instalación de plantas de producción de sueros porque "ayudaría mucho a elevar la disponibilidad de dosis".

Años atrás, Contreras ayudaba a las universidades en la creación de sueros antiofídicos, pero admite que esa labor se hace "cuesta arriba" por la crisis económica que atraviesa la nación caribeña. Sin embargo, algunas de las dosis son suministradas por el Gobierno nacional, mediante el programa ampliado de inmunizaciones, y los bomberos del INEA ayudan con el traslado del antídoto.   

Amor "culebrero" 

El capitán Contreras también lucha por salvar las vidas de las serpientes, a las que considera "sagradas" por dos razones: el veneno de los ofidios es útil para la fabricación de medicamentos, y además, gracias a las culebras "las ratas no dominan el mundo", suelta con gracia.  

Lo que hay que hacer, comenta, "es aprender a vivir con ellas" porque las serpientes no quieren problemas con el ser humano: "La porción de veneno que tienen lo usan para cazar para su alimentación, no lo malgastan, a menos que se sientan en peligro. Así que vamos a dejarlas tranquilas, se los pido, por favor".

Manuel Palma

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