Efim Goldberg es uno de los vecinos más respetados de la ciudad de Vladivostok, en el Lejano Oriente ruso. Nacido en tiempos del Imperio ruso a miles de kilómetros de esta ciudad, este veterano de la Gran Guerra Patria tiene nada menos que 105 años. Y ha sido testigo privilegiado de profundos cambios y varias épocas históricas. Durante la contienda, Efim atravesó el duro camino desde soldado raso a comandante de brigada de tanques. Según recuerda, la guerra pone al descubierto la esencia del ser humano.
"Al mando del segundo batallón de tanques estaba el capitán Ivanov. Era listo y valiente. Su carro fue abatido al inicio del combate. Fue herido en una pierna y corría cojeando por el campo de batalla. Intentaba dirigir a otros tanques hacia la posición necesaria. Yo adelanté a todos y lo subí en mi carro, y así finalizamos el combate. Lo trasladaron a un hospital, no sé si sobrevivió o no. Querría intensamente que, aunque sin su pierna, hubiera sobrevivido", relata el veterano.
Después de la guerra Efim siguió sirviendo en el Ejército soviético. Se retiró en 1957 y empezó a trabajar en empresas de transporte marítimo del Lejano Oriente. A este oficio dedicó muchos años de su vida: participó en cuatro operaciones de rescate y ocho expediciones al Ártico.
Como hombre sabio y con mucha experiencia, el veterano manda un mensaje importante para todos: apostar por una vida pacífica, sin conflictos. "La guerra nunca debe ser una opción. Las personas nacen para vivir, como los pájaros para volar. Es mi actitud sobre la guerra", comparte Efim.
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