Un tijeretazo de 30 % al presupuesto para ciertas universidades, de forma "preventiva" frente a supuestos "alborotos y eventos ridículos", fue anunciado el pasado 30 de abril por el ministro de Educación, Abraham Weintraub. Al día siguiente, la propuesta fue promocionada como una medida generalizada de "contingencia", según el ministro.
Cuestionado sobre las razones de la iniciativa, Weintraub alegó después que la reducción de presupuesto de las universidades públicas e institutos federales —y por ende, de la financiación de la educación pública— dependerá de la aprobación de la reforma de jubilaciones y de la recuperación de la economía.
Bajo el título "Sepa la verdad", Weintraub publicó un vídeo el pasado 10 de mayo en el que decía, a modo de profesor, que la reducción correspondería solo a 3,5 % del total y no al 30 %, como se informó al principio por algunos medios. No obstante, el periódico O Globo indicó que el Ministerio de la Educación le había confirmado, en una nota, que el recorte previsto era de 30 % para todas las instituciones de enseñanza.
Ante una imprecisa propuesta de austeridad, que muchos educadores y alumnos interpretan como una ofensiva contra el ejercicio de su profesión y el derecho a la educación, varios sindicatos de profesores —desde la enseñanza primaria hasta la superior— organizaron una jornada de huelga nacional el pasado 15 de mayo, en la que también protestaron contra la reforma de jubilaciones planteada por el Gobierno de Jair Bolsonaro. "El objetivo de nuestra huelga es que no se apruebe la reforma de la jubilaciones y que los recortes anunciados para la educación sean revertidos", sostiene Tatiana Roque, profesora de matemáticas y de filosofía en la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), especializada en historia de las matemáticas y filosofía de la ciencia.
Roque forma parte actualmente del consejo de representantes del sindicato de profesores de la UFRJ, que ella misma presidió entre 2015 y 2017. Para la académica, la aprobación de la enmienda constitucional que establecía un techo máximo de gastos públicos, "es lo que está causando ahora estos recortes".
En diálogo con este medio, Roque detalló los desafíos que actualmente enfrenta el sector educativo en Brasil y los objetivos de una huelga que ocupó las plazas urbanas con clases públicas para explicar el papel social de la educación y los alcances de la reforma de las jubilaciones, además de las múltiples manifestaciones convocadas.
RT: ¿Por qué el setor educativo brasileño convocó a una huelga?
T.R.: Porque este gobierno está recortando los presupuestos de la educación de manera muy grave, y esto podría parar el funcionamiento de algunas instituciones, principalmente las universidades públicas. Además de eso, las actuales políticas están amenazando los derechos de los profesores, principalmente con la propuesta de reforma del sistema de jubilaciones. Esta reforma propone aumentar la edad mínima para poder jubilarse. Actualmente los profesores pueden retirarse anticipadamente tras 30 años de servicios, [pero] si se aprueba esta propuesta, está opción desaparecería. Para jubilarse con la pensión integral, el profesor tardará mucho más tiempo.
RT: ¿Cuáles son las instituciones más amenazadas por estas políticas?
T.R.: Las universidades públicas están entre los sectores que están recibiendo mayores recortes. El gobierno anunció el corte de 30% de los presupuestos de las universidades públicas, lo que podría provocar la paralización de las actividades de enseñanza porque estos recortes imposibilitarían el pago de gastos básicos como las facturas de agua y de luz, o los servicios de vigilancia y limpeza. Además de eso, la política de austeridad amenaza el fondo de financiación de la educación básica.
RT: ¿Qué otras amenazas enfrenta el sector educativo público brasileño?
T.R.: En la enseñanza primaria existen amenazas específicas de privatización y, sobre todo, hay muchas empresas rondando que están interesadas en controlar el sector, producir material didáctico o formación de profesores, y su objetivo sería ofrecer servicios de pago como supuesta alternativa a la mejoría de las escuelas. La educación secundaria también pretende ser reformada, lo que implicaría que los estudiantes no recibirían las mismas enseñanzas en todas las escuelas del país. Existirían itinerarios formativos de áreas diferentes y, en algunos de ellos, se podrían eliminar ciertas asignaturas como historia, geografía o sociología. En ese caso, las escuelas podrían ofrecer solo la especialidad de formación profesional, que elimina las disciplinas más amplias que desarrollan el pensamiento crítico. De llevarse a cabo, sería muy grave porque segregaría también la secundaria.
RT: ¿Cuál cree que es la propuesta del actual gobierno brasileño para el sector educativo?
T.R.: Estas propuestas del gobierno pretenden volver a elitizar la educación universitaria pública brasileña que es de buena calidad. Asimismo, pretenden acabar con el pensamiento crítico en la educación. Hay una persecución enorme de la filosofía y la sociología, además del proyecto "Escuela sin Partido", que acusa a los profesores de adoctrinamiento basándose en noticias falsas. El objetivo es que la enseñanza sea, según ellos, más neutra y más dirigida al mercado de trabajo. Es decir, más operacional y mecánica, con menos incentivos a la reflexión.
RT: ¿Qué representaba la universidad pública brasileña antes de la elección del presidente Jair Bolsonaro?
T.R.: Era uno de los pocos espacios plurales y democráticos en la sociedad brasileña, exactamente porque había esa convivencia entre hijos de familias de orígenes sociales diferentes, entre negros y blancos, que es algo difícil en un servicio público brasileño. En Brasil, las escuelas o los hospitales que los ricos y pobres frecuentan son diferentes, en las universidades aún existe esa democratización. Además de eso, la investigación científica de la universidad brasileña ha mejorado mucho, hoy es excelente y la necesitamos para crear un nuevo modelo de desarrollo. Según mi opinión, Bolsonaro pretende reducir la investigación, limitarla a una élite y sin ninguna diversidad entre el alumnado.
RT: ¿Por qué es importante la diversidad en la universidad?
T.R.: Las universidades brasileñas pasaron por una democratización muy fuerte en los últimos años. En los gobiernos precedentes hubo una política de expansión de las universidades públicas y se aplicó el sistema de cuotas [para negros, indígenas y personas de baja renta]. Esto hizo que las universidades públicas se convirtieran en lugares muy diversos. Son instituciones de alta calidad y pasaron a estar frecuentadas tanto por los más pobres como por los más ricos. En Brasil esto es algo raro porque el sistema educativo es muy segregado. Las escuelas públicas de enseñanza primaria son generalmente frecuentadas por los hijos de los más pobres, y las privadas por los hijos de los más ricos, generando una brecha. Por tanto, la diversidad en el acceso a la universidad pública fue extremamente singular y enriquecedora. La propia OCDE hizo un análisis sobre la educación brasileña, mostrando que los principales factores para la falta de movilidad entre las clases sociales en Brasil respondía al hecho de la brecha de acceso educacional para los hijos de familias más pobres. Por eso es extremamente importante la mejoría del sistema de educación público, que es al que pueden acceder las personas más pobres. Lo que deberíamos hacer es reproducir en las escuelas el modelo de apertura que se vino aplicando hasta ahora en las universidades y no hacer lo opuesto, como está pretendiendo este gobierno.
RT: Y sobre la ciencia, que es el sector de su especialidad, ¿cuál cree que es la posición de Bolsonaro y su gobierno?
T.R.: Bolsonaro ya mostró que él no es muy allegado a la ciencia. Él reproduce noticias falsas, difunde mentiras y su gurú, el filósofo Olavo de Carvalho, también difunde contenidos sin sustento científico dentro de esta tendencia mundial de diseminación de posverdades. Estas figuras de extrema derecha que están hoy en el poder en Brasil muestran un cierto resentimiento en relación a las universidades y al conocimiento científico. Ellos se presentan como personas con un conocimiento, que en realidad no tienen, y persiguen a otros pensadores, descalifican la educación científica. El hecho de que el conocimiento de ellos no esté reconocido de la misma forma provoca lo que yo llamo "lucha de clases del saber". Es decir, un anti-intelectualismo, un desprecio de todos los lugares del saber, tanto de periodistas como de profesores, académicos, especialistas u otras figuras que ejercen un papel importante en la democracia, como intermediarios en la formación de opinión. Todos ellos están siendo cuestionados directamente en las redes sociales. La extrema derecha está hegemonizando está insatisfacción con la intelectualidad.
RT: Usted ha abordado bastante el asunto de la difusión de noticias falsas en varios de sus artículos, ¿cómo enfrentar la desinformación?
T.R.: Eso solo se trabaja con educación, justamente por eso debemos defenderla, democratizar aún más el acceso a las instituciones públicas e invertir más recursos. No reducir y recortar, como el gobierno actual está haciendo. Bolsonaro y su equipo pretenden hacer creer que la educación le corresponde a las familias para retirar la capacidad de la escuela de fomentar un espíritu crítico.
RT: ¿Qué espera de esta huelga nacional?
T.R.: Se espera una movilización muy grande de las universidades y las escuelas, la propuesta es parar por un día, ocupar las calles para dar aulas públicas, informar a la población sobre la importancia de nuestro trabajo educativo. Necesitamos el apoyo de la población para defender uno de nuestros mayores bienes colectivos, que es la educación pública.
Luna Gámez