En la Red se han publicado nuevas imágenes que ponen de relieve los peligros mortales a los que se enfrentan numerosos montañistas que, en muchos casos, se lanzan a conquistar la cima del monte Everest sin la debida preparación elemental.
Uno de los 'sherpas' que trabaja acompañando a los escaladores filmó este 23 de mayo una larga cola a casi 9.000 metros de altura en la zona de descenso, que se formó debido a la gran confluencia de alpinistas esta temporada en la cima más alta del mundo.
Algunos alpinistas cuentan que incluso que debieron pasar por encima de los cuerpos de quienes murieron mientras intentaban realizar el mismo reto. Tras escalar la cima del Everest el pasado 23 de mayo, el canadiense Elia Saikaly escribió: "No puedo creer lo que vi allí arriba. Muerte. Carnicería. Caos. Filas. Cuerpos sin vida en el trayecto y en las tiendas de campaña".
Similar experiencia narra el estadounidense Ed Dohring, que en declaraciones a The New York Times dijo haber tenido que pasar junto al cadáver de una mujer que acababa de morir sobre el trayecto turístico. "Fue aterrador", confesó el hombre, que describió el lugar abarrotado de turistas "como un zoo".
Al menos once personas ya han perdido la vida en el célebre pico del Himalaya en el transcurso de apenas dos semanas, mientras en el lugar se registra una cantidad de visitantes sin precedentes.
El número de víctimas mortales registradas este año es el más alto desde las fatídicas avalanchas que se registraron allí en 2014 y 2015 a causa de temblores sísmicos, informa The Himalayan Times.
Se precisa que durante esta temporada, las autoridades de Nepal ya otorgaron una cantidad récord de 381 permisos a escaladores. Muchos de ellos deben pasar largas horas esperando de pie por los atascos que se registran en el trayecto, exponiéndose al agotamiento, al frío extremo y al déficit de oxígeno.
En palabras de algunos escaladores que conquistaron el Everest, a medida que los grupos —de hasta 150 personas apretujadas en un estrecho sendero de seguridad— se acercan a la cima, muchos de sus integrantes sucumben ante las duras condiciones.
"Muchas personas fueron presa del pánico, preocupándose solo de ellos mismos", de modo que, cuando los tanques de oxígeno comienzan a agotarse, "nadie piensa en aquellos que caen", cuenta la montañista libanesa Fatima Deryan, que recientemente ascendió hasta la cima del legendario monte.
La mujer confesó que, si bien en un primer momento se detuvo a ayudar a los escaladores con poca experiencia que se habían descompensado al aproximarse a la cima, luego pensó que, de esa forma, ponía en riesgo su propia vida, por lo que decidió continuar su ascenso, para luego abrirse camino entre la multitud al descender. "Todos dependemos del oxígeno. Y te das cuenta de que si ayudas, vas a morir", concluye.
Para el guía 'sherpa' Tshering Jangbu, el congestionamiento en el último tramo del trayecto —denominado 'la zona de la muerte'— se ha convertido en el principal peligro de esta temporada. "He escalado el Everest muchas veces, pero el atasco de esta primavera fue el peor", confiesa, precisando que "muchos escaladores que se dirigieron a la cima sin tanques de oxígeno extra fueron los que más sufrieron", precisamente "a causa del congestionamiento, no por el viento o el frío".
Una de las víctimas de estos atascos es la montañista india Ameesha Chauhan, que actualmente se encuentra hospitalizada, recuperándose de las lesiones por congelación que sufrió en la cima del Everest. La mujer debió esperar 20 minutos antes de poder emprender el descenso, mientras otras personas permanecieron allí durante horas.
"Vi a escaladores sin las habilidades básicas que se confiaban completamente de sus guías", explica Chauhan, que opina que "solo los montañistas entrenados deberían recibir el permiso de escalar el Everest.