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FOTOS: Los tesoros ocultos de la emblemática confitería El Molino de Buenos Aires

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Inaugurado en 1916 frente al Congreso Nacional de Argentina, el mítico café aún conserva reliquias de la época y hoy, tras un arduo proceso de restauración, busca volver a abrir sus puertas al público.
FOTOS: Los tesoros ocultos de la emblemática confitería El Molino de Buenos Aires

Es 28 de mayo y en las puertas del Congreso Nacional de Buenos Aires, capital de Argentina, un aluvión de mujeres sosteniendo un pañuelo verde reclama por la legalización del aborto. Saltan, cantan y aclaman por "más derechos" para la mujer y en contra del sistema patriarcal. Pero adentro, en la confitería El Molino, ubicada justo en frente del Parlamento, una inscripción imperceptible en una pared retrocede a otra época. 'Teléfono para damas', se lee sobre azulejos parcos y en alusión a los tiempos donde la mujer no podía compartir siquiera los mismos ámbitos que los hombres en el país sudamericano. 

La mítica confitería El Molino, inaugurada en 1916 para los festejos del centenario de la Independencia de Argentina, y cerrada al público desde 1997, fue un punto de encuentro crucial para figuras políticas y la cultura de la época. Desde el reconocido cantante de tangos Carlos Gardel en la década del '30, pasando por la dirigente política de los años '40, Eva Duarte de Perón, hasta el consagrado escritor Jorge Luis Borges, todos ellos han visitado en varias ocasiones el café. 

Denominado la 'tercera cámara', en referencia a su proximidad con el Congreso Nacional donde funcionan dos cámaras de legisladores —de diputados y senadores—, el edificio busca volver a abrir sus puertas al público tras una tarea ardua de restauración que se desarrolla actualmente.  

En 2014 el Congreso Nacional sanciona la Ley 27.009, que declara al inmueble "de utilidad pública y sujeto a expropiación, por su valor histórico y cultural", luego de su cierre en 1997 producto de que sus antiguos dueños se declararan en quiebra y abandonaran el edificio. Pero no sería sino hasta el 2018 que se constituye la 'Comisión Bicameral Administradora Del Edificio Del Molino' y la confitería pasa a estar, finalmente, en manos del Congreso Nacional. A partir de entonces, comienza a trabajar en sus instalaciones un equipo permanente de restauradores y arquitectos con la tarea de recuperar las reliquias del lugar.

Ricardo Angelucci, secretario técnico del edificio e integrante de la comisión administradora, explica que no solo se busca recuperar el valor material del lugar, sino que también rescatar las particularidades de sus 103 años de historia.

"Hay una cuestión central que en los últimos años ha tomado valor. Independientemente de que el edificio era un punto de encuentro de una determinada clase social, por lo general la más alta, rescatar su valor en términos de comprender los puentes intergeneracionales que han ido conectando esas historias fue un gran desafío. En estos espacios se construyó gran parte de nuestra historia: desde el plano político cuando legisladores de partidos contrarios se reunían a debatir una ley, hasta la cultura con Borges y Gardel y, sobre todo, la cuestión arquitectónica. Algo que descubrimos día a día con los restauradores son los detalles utilizados en aquel tiempo (1916) para construir el inmueble. De eso también sacamos información", detalla Angelucci en diálogo con RT.

Actualmente, 30 personas trabajan a diario en las reformas edilicias de El Molino, que cuenta con cinco pisos. El objetivo —luego de finalizar—, aún no está definido, pero entre las posibilidades se encuentran convertir a la confitería en un museo, un centro cultural o, como en sus inicios, volver a concesionar su espacio para el funcionamiento gastronómico.

"En siete meses, desde que comenzamos a trabajar dentro, el avance fue muy bueno. Fuimos encontrando lugares del edificio que no figuraban en los planos originales. El proceso de restauración y conservación queremos que sea en su concepción original, alterar lo menos posible su estructura. Hace unas semana atrás, se realizó la 'Noche de los Monumentos' en la ciudad (evento cotidiano para fomentar este tipo de espacios)  y nuestro recorrido fue el más visitado de la jornada. Eso habla de la importancia que tiene para la sociedad", finaliza Angelucci.

A pesar de la continua presencia de trabajadores por todo el lugar, la apariencia del inmueble es lúgubre y el silencio avasallante. En algunos sectores todavía permanecen los hornos de la época, de puertas oxidadas, utilizados para fabricar pan y postrados contra una pared. También máquinas en desuso como montacargas, artefactos de amasar y mezclar y sus antiguos ascensores fuera de funcionamiento.

Buscadores de tesoros

Todo el equipo de restauradores que trabaja actualmente dentro del edificio fue capacitado previamente antes de comenzar a realizar las primeras tareas de limpieza. En los meses iniciales de 2018, se sacaron 17 contenedores repletos de basura que, poco a poco, fue catalogada por los especialistas en busca de objetos que aporten al valor patrimonial del edificio.

En total, se localizaron 15.000 objetos que se consideraron de vital importancia para comprender la historia de El Molino. En febrero de este año, por primera vez, se sumó un equipo de arqueología urbana encargado de rastrear y conservar piezas fundamentales que ilustren las distintas épocas por las que atravesó la confitería.

Entre alguno de los elementos que más llamó la atención de los expertos fue el hallazgo de una bala y un misil de procedencia antigua. De inmediato, y como establece la Ley de arqueología argentina, fueron derivados a los organismos correspondientes para su estudio y posterior retorno al inmueble. 

Además de encontrar retazos de carteles con la inscripción de 'Pastelería' o pequeños objetos como latas o bandejas con la leyenda de 'El Molino' grabada, los expertos también localizaron en el subsuelo del edificio una producción de alimentos en conserva que ampliaba la oferta gastronómica de lugar.

Reliquias halladas

Algunos objetos encontrados dentro tienen más de 100 años de uso y serán colocados a modo exhibición para el público, al momento de que la confitería vuelva a abrir sus puertas.

Adornos de bronce con la inscripción de 'El Molino'.

Bandejas y tarros de lata correspondientes a los inicios del lugar.

Distintos elementos encontrados por el equipo de arqueología urbana. 

Facundo Lo Duca

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