Mariana y Rocío están casadas y viven en Avellaneda, provincia de Buenos Aires. A mitad de 2017, Mariana adoptó la costumbre de acompañar a Rocío en tren hasta la estación Constitución, en Capital, desde donde su compañera se tomaba un colectivo para ir a trabajar. El 2 de octubre de ese año, mientras charlaban y fumaban un cigarrillo, se largó a llover. Se metieron debajo del domo de la estación de subte sin saber que entonces empezaría un calvario larguísimo, que todavía sigue: Mariana quedó detenida durante lo que quedaba del día y hoy enfrenta el inicio del juicio oral en su contra por 'resistencia a la autoridad' y 'lesiones graves'. Pero, ¿qué fue lo que pasó?
Cuando Mariana y Rocío se metieron bajo techo no apagaron los cigarrillos, como tampoco lo hicieron muchos otros y otras. Según declararon en la causa, no había carteles a la vista que indicasen que no se podía fumar. Se quedaron ahí un rato largo, como una hora, fumaron varios. De pronto empezaron a ver que un policía y un empleado de Metrovías –la empresa concesionaria de la red de subterráneos de la Ciudad de Buenos Aires– las miraban y señalaban.
Ellas no les llevaron el apunte y siguieron en la suya. Tenían sus preocupaciones, estaban pensando en otra cosa: las dos son sobrevivientes de abuso sexual en la infancia y Rocío pocos días después tenía que declarar en una causa en contra de su progenitor, condenado y preso por ese delito.
Al cigarrillo que fumaba Mariana le quedaban unas pitadas cuando el empleado del subte se acercó a decirle que lo apagara. Ella le respondió que no, que había un montón de gente fumando y que no había carteles. El hombre hizo un gesto y llamó al policía con el que antes conversaba. Hasta acá, casi todas las versiones coinciden. Desde este punto, difieren en tonos, sentidos e interpretaciones.
Según ella, el policía le dijo:
- Pibe, apagá el cigarrillo.
- Soy mujer y todo el mundo está fumando — respondió.
Así siguió la discusión durante un rato hasta que —de hecho— el cigarrillo se consumió y Mariana se quiso ir. Pero el oficial se puso delante y le dijo "pibe, vos no te vas, quedás detenido" .
Ella le dijo que era mujer, que él no la podía tocar y que debía llamar a una oficial femenina. Mientras la policía mujer llegaba desde la otra sección, empezó un forcejeo entre Mariana –que se quería ir– y el policía.
Cuando la oficial llegó intentó calmar la situación. En algún momento de la tensión Mariana y el oficial se cayeron al piso. "Él se dio vuelta inmediatamente, la puso de boca al piso, le aplicó una llave con la rodilla en la nuca y le torció los dos brazos", relató a RT el abogado de Mariana Gomez, Lisandro Teszkiewicz.
A esa altura, la situación era un desmadre. La gente gritaba (Constitución es un lugar muy transitado) y grababa con sus celulares. Mariana avisaba que le costaba respirar.
La dejaron esposada en Constitución un rato largo. Recién cerca de las seis de la tarde la llevaron a la comisaría de Boedo. "La trasladaron con los mismos policías. Le hicieron una requisa desnuda en cuclillas para revisarle los orificios, una cosa espantosa. Fue bastante humillante y desagradable. La soltaron recién a las nueve de la noche", relató su abogado.
Se fue con una causa abierta por resistencia a la autoridad y por supuestas lesiones graves. Lo que los oficiales dicen es que en medio del forcejeo le arrancó pelo a la oficial y que "podría ser una lesión grave". Textualmente, el procesamiento lo relata así: "Le arrancó cabellos del sector derecho de su cabeza" y "los policías debieron forcejear con la imputada, quien continuaba arrojando golpes de puño y patadas, para finalmente lograr reducirla"
Lo cierto es que diversas organizaciones hablan de un ataque lesbofóbico. Para el Colectivo para la Diversidad, que se presentó en la causa en calidad de Amicus Curiae –amigo del tribunal–, hay evidencia que "fortalece la hipótesis de la discriminación como el motivo primordial de la conducta de José María Pérez [el empleado de Metrovías], quien usó la prohibición de fumar para dar un pretenso manto de legalidad a una conducta de acoso".
Entre otras cosas, detallan, los testimonios dan cuenta de que había otras personas fumando en el mismo espacio a quienes nadie interceptó. "Pero Mariana y Rocío, eran las únicas lesbianas en la estación Constitución que, además de fumar, se besaban afectuosamente en público", remataron.
Es un tipo de acoso que las lesbianas viven con cotidianeidad. En el recurso citan el informe de la Comisión Interamericana de DDHH (CIDH) sobre Violencia contra las personas LGTBI en América, que describe numerosos casos de parejas del mismo sexo "atacadas por demostrar su afecto en público, como tomarse de la mano, acariciarse, abrazarse o besarse" y frecuentes detenciones arbibtrarias por parte de agentes estatales. "Los Estados deben garantizar que sus sistemas de justicia no emitan sentencias prejuiciadas, que difundan y reafirmen estos mensajes de odio a las identidades de género, expresiones y orientaciones sexodiversas", afirmaron.
En Argentina, la Ley de Identidad de Género de 2012 (26.743) reconoce ese derecho. Y la de 'matrimonio igualitario' (26.618) de 2010, el de que quien quiera puede casarse con quien quiera 'independientemente del sexo'. Otra de las cuestiones que se destacó en la causa es que cuando Rocío decía a los oficiales que era la esposa de Mariana y que debía saber a dónde se la llevaban, no le creían y le exigían el certificado.
La Asociación de Pensamiento Penal (una organización social formada por jueces, abogados, académicos y personas privadas de la libertad) también acompañó Mariana con un recurso: "¿Qué motivo llevó a Rojo a querer por vez primera en toda su vida, y la de su compañera también, labrar un acta por estar fumando en un lugar en el que todos fuman?", se preguntaron. Y describieron: "Allí, ambas cónyuges habrían mantenido actos de cariños y besos (...) ¿Fue realmente el encendido del cigarrillo lo que disparó el diálogo entre Gómez y Pérez y luego la intervención de Rojo? ¿No habrán sido los actos propios de un matrimonio entre dos mujeres lo que ocasionó la cólera, injustificada y discriminatoria del personal que actuó?"
Luis Esteban Duacastella Arbizu (Defensor General Adjunto, en lo Penal Contravencional y de Faltas de la Ciudad de Buenos Aires) y la organización '100% diversidad y derechos' también se presentaron como 'Amigos del tribunal'.
Unos días después de la detención, se organizó un "besazo" en apoyo a Mariana en Constitución. Se hizo otro en Tribunales en febrero, después de que la procesaron.
Resistir
Sobre las acusaciones jurídicas, el abogado Teszkiewicz opina que "resistencia a la autoridad es negarse de manera violenta a cumplir una orden legítima" y que "lesiones graves implica la desfiguración de rostro, una lesión permanente en un órgano o el impedimento para trabajar". Nada de todo esto, afirma, pasó ese 2 octubre en Constitución.
Fumar en lugares prohibidos es una 'falta': "La pena es una multa al responsable del espacio que permite que se fume, no a los fumadores", explicó Lisandro. No es motivo para perder la libertad. "En el momento en que le dicen que no se puede ir –más allá de lo agresivo y discriminatorio de tratarla de hombre– le están dando una orden ilegítima. La resistencia a la autoridad solo es delito cuando la orden es legítima. Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda", explicó.
Respecto de las lesiones, desde el principio el abogado viene pidiendo una pericia médica para ver si las lastimaduras existen y si son graves. Recién consiguió que la Justicia lo hiciera a un año del hecho, en octubre de 2018. El Cuerpo Médico Forense certificó que la lesión de la policía en el cuero cabelludo implicaba un tiempo de curación 'menor al mes'. Es decir: no fue grave.
El juicio contra Mariana empezará esta mañana (hora argentina) en el Tribunal Oral Criminal y Correccional 26. Y la sentencia podría resolverse en la misma jornada.
Julia Muriel Dominzain
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