Especialistas de la Universidad Técnica de Dresde (Alemania) están desarrollando dos dispositivos que podrían dar respuesta a la polémica generada alrededor del propulsor sin combustible EmDrive, apodado el 'motor imposible' porque aparentemente viola las leyes de la física.
Los expertos, encabezados por el físico Martin Tajmar, llevaron a cabo mediciones experimentales el pasado octubre que fueron presentadas en el Congreso Internacional de Astronáutica y cuyos resultados serán publicados en la revista Acta Astronautica el próximo agosto. Basándose en las futuras conclusiones de estas pruebas, Tajmar considera que el final del "serial" alrededor del EmDrive está a solo unos meses, recoge el portal Wired.
El controvertido motor sin combustible fue descrito por primera vez en 2001 por el inventor Roger Shawye y consta de un magnetrón, que genera microondas, y de un resonador que recoge la energía de estas vibraciones. Las microondas rebotan dentro de esta cavidad metálica en forma de cono para generar el empuje. De comprobarse su funcionalidad, podrían realizarse viajes interplanetarios más fácilmente y hasta haría posibles los interestelares.
El problema con este propotipo consiste en que el sistema aparentemente viola la tercera ley de Newton, que establece que todo debe tener una reacción igual y opuesta. Por ejemplo, los cohetes ejercen una fuerza sobre los gases que expulsan y los gases ejercen una fuerza igual y opuesta sobre los cohetes, lo que finalmente los hace avanzar. Es por eso que los investigadores aún no pueden explicar cómo es posible que el EmDrive funcione desafiando este postulado. Además, el supuesto empuje observado en los experimentos de los últimos años es tan pequeño que resulta difícil decir que sea real.
En noviembre de 2016, el laboratorio Eagleworks de la NASA publicó un trabajo sobre las pruebas del prototipo demostrando que podría funcionar. El laboratorio fue consistentemente capaz de generar 1,2 milinewtones por kilovatio de empuje en el vacío. Desafortunadamente, sus autores subrayaron que se requería más investigación, ya que era posible que la expansión térmica estuviera afectando a los resultados. Esta se produce cuando el cono se calienta y expande, lo que cambia su centro de gravedad lo suficiente como para producir un registro de fuerza que puede confundirse con empuje.
No todo está perdido
Basándose en estas pruebas, Tajmar y su equipo aseguraron que para medir con mayor precisión las posibles fuerzas existentes era necesario implementar un sistema más sensible de medición que el usado por la NASA. Para ello, utilizaron una balanza de torsión —un instrumento para medir fuerzas muy débiles— y un interferómetro láser. Según el físico, la escala de torsión está en nanonewtones, lo que convierte a su balanza en la más sensible que existe.
Los investigadores realizaron una serie de ajustes con el fin de proteger a toda costa al dispositivo de las interferencias causadas por los polos magnéticos de la Tierra, las vibraciones sísmicas del entorno y la expansión térmica. No obstante, Tajmar confiesa que este último problema es hasta ahora el más difícil de abordar. Tras 55 experimentos se registraron 3,4 micronewtones de fuerza —muy similar a lo que encontró la NASA—, pero al parecer los datos indican que se trata más de expansión térmica que de empuje.
Tajmar y sus colegas aún no pierden la esperanza y actualmente están desarrollando dos tipos adicionales de balances de empuje para eliminar este tipo de falsos positivos. De ser así, si detectan fuerzas, habrá una alta probabilidad de que realmente sea empuje. De lo contrario, esto significaría que todas las observaciones hasta hoy no tiene validez. El experto asegura que espera tener un veredicto concluyente para final de año.
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