La reunión celebrada ayer entre el presidente estadounidense Donald Trump y la canciller alemana Angela Merkel en la ciudad británica de Portsmouth fue marcada por un tono distante entre ambos y no incluyó gestos de cortesía ni sonrisas abiertas.
Los medios germanos destacan que la líder de Alemania se quedó paralizada ante el inquilino de la Casa Blanca y resaltan un gesto poco cortés de Trump, que indicó directamente con el dedo a un sillón para que Merkel se sentara.
Ante esta peculiar invitación del líder estadounidense, la canciller alemana dudó unos segundos. Primero quiso sentarse, pero luego se le vio cambiar de opinión y se quedó de pie, evidentemente confundida ante por la situación.
Por si esto fuera poco —y para hacer el ambiente aún más incómodo— los dos mandatarios se negaron a hacerse foto conjunta ante la prensa, como es de habitual en este tipo de encuentros.
Además de todo ello, no se produjo el tradicional apretón de manos. En definitiva, la reunión no fue cálida, pero tampoco tuvo una extensión razonable: duró tan solo unos diez minutos, según indican los medios.