Acude a un hospital por tos y descubre que tiene todos sus órganos invertidos

Un hombre de 66 años acudió en EE.UU. a un hospital, quejándose de tos y dolores en el pecho, y tras ser examinado se enteró de que todos sus órganos internos han estado desde su nacimiento invertidos: su corazón está a la derecha, el hígado a la izquierda, y así sucesivamente.

El caso fue descrito en un reciente estudio del equipo científico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts (EE.UU.), que no precisa el nombre del paciente pero indica que emigró recientemente a EE.UU. después de haber vivido en un campo de refugiados durante 20 años.

Una estadounidense vivió hasta los 99 años sin saber que tenía algunos de sus órganos invertidos

Los síntomas que lo llevaron a buscar asistencia médica incluían dolores en el pecho, congestión, tos y dolor en el lado izquierdo del abdomen, según el informe respectivo. Al paciente se le diagnosticó una infección respiratoria superior y, después de recibir antiinflamatorios como tratamiento para el dolor, se recuperó en unos días.

La localización invertida de órganos internos, como en el caso de este hombre, se conoce como 'situs inversus totalis' y afecta aproximadamente a una de cada 10.000 personas. Algunos de los que padecen esta condición congénita llegan a gozar de toda una vida saludable sin siquiera conocer su estado, como en el caso recientemente estudiado. Por otro lado, las personas que sí tienen conocimiento de su condición a veces llevan una pulsera que lo indica, para que en eventuales situaciones de emergencia los médicos no se equivoquen de lado del cuerpo al realizar una cirugía.

Tiempo atrás se reportó el caso de la estadounidense Rose Marie Bentley, quien por toda su vida tuvo los órganos –excepto el corazón– del 'lado equivocado' del cuerpo y nunca llegó a enterarse. La mujer falleció por causas naturales en octubre de 2017, a la edad de 99 años, sin saber nada de su condición, que en ese particular caso recibe el nombre de 'situs inversus' con levocardia. La mujer había donado su cuerpo a la Universidad de la Salud y la Ciencia, de Oregon (Portland, EE.UU.), y fue al examinarlo en una clase de anatomía cuando un grupo de estudiantes descubrió su rara condición congénita.