El Instituto Nacional de Antropología e Historia de México (INAH) anunció que Pepita, la momia bebé que vivió hace más de 2.300 años, será sometida a un nuevo estudio de ADN para determinar las causas de su muerte. Además, la investigación permitirá recuperar la información genética paterna y combinar con los datos obtenidos anteriormente del lado materno.
Pepita murió en el año 300 a.C. cuando solo tenía dos años y medio. Sus restos fueron encontrados en 2002 en la comunidad de Altamira, en la Sierra Gorda de Querétaro y desde entonces ha sido sometida a varios estudios y tratamientos de conservación, siendo una de las momias más antiguas de México.
Hasta el momento, se cree que su deceso fue por una enfermedad pulmonar provocada por el frío. Sin embargo, los avances tecnológicos permitirán verificar este diagnóstico. "Por ejemplo, si hay evidencia de enfermedad es posible rastrear el gen de la patología específica. Cuando apareció esta momia infantil no teníamos esa oportunidad", señaló la arqueóloga Elizabeth Mejía, investigadora del Centro INAH Querétaro.
Además de los nuevos estudios genéticos que todavía están en proceso, la piel de esta momia fue revisada con un microscopio electrónico de barrido para confirmar si fue bañada con alguna sustancia. Mejía explica que, efectivamente, la piel tiene evidencias de algún baño, aunque no se puede definir si se trató de un ritual o tratamiento curativo y tampoco si fue antes o después de su muerte.
Gracias al descubrimiento de Pepita, los arqueólogos conocieron sobre la ocupación humana en la región de Toluquilla. Anteriormente se creía que la población de ese sitio comenzó en el año 600 d. C. y por lo tanto el hallazgo de esta momia marcó un hito histórico al ayudar a comprender que los habitantes de la zona eran mucho más antiguos.