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"En la cima del mundo": cómo un informador estafó a narcotraficantes y a la DEA y evadió la justicia

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Baruch Vega ganó millones de dólares a costa de narcotraficantes latinoamericanos.
"En la cima del mundo": cómo un informador estafó a narcotraficantes y a la DEA y evadió la justicia

A principios de la década de 1970 el Gobierno estadounidense anunció una guerra contra las drogas, calificando las sustancias estupefacientes de amenaza nacional y creando la Administración para el Control de Drogas (DEA), una agencia que realizaba operaciones tanto dentro como fuera del país.

América Latina, desde donde cada año centenares de toneladas de cocaína salían con destino a EE.UU., fue una región de particular interés para las agencias secretas de Washington.

A lo largo de varias décadas EE.UU. ha gastado más de un billón de dólares en esta campaña, que ha dado ciertos resultados, como la eliminación de varios carteles, la extradición y enjuiciamiento de sus miembros y la reducción temporal de la producción de cocaína.

Sin embargo, esta campaña se caracterizó por la implementación de métodos dudosos, así como por varios casos de corrupción.

Uno de los escándalos más destacados fue el caso de Baruch Vega, un informador aventurero que colaboró con varias agencias secretas estadounidenses. Haciéndose pasar por fotógrafo de modelos en Colombia, Vega tentaba a narcotraficantes para que se entregaran a Washington a cambio de indultos y la perspectiva de una vida libre en EE.UU.

El trabajo de Vega fue eficaz, pero con el tiempo se reveló que lo había convertido en un lucrativo negocio clandestino gracias a los millones de dólares que obtenía de los narcotraficantes, a los que les prometía protección y ayuda por parte de sus supervisores en las agencias secretas.

Vega fue arrestado por el FBI pero pronto fue puesto en libertad, ya que su juicio suponía un escándalo aún mayor.

Los inicios

Baruch Vega nació en Colombia y, según contó a Bloomberg, empezó a colaborar con la CIA cuando no era más que un adolescente, compartiendo información sobre grupos radicales estudiantiles. Más tarde, en la década de 1970, se mudó a Nueva York, donde fundó una agencia de modelos.

Tras ser estafado por un promotor de refugios fiscales se vio en apuros financieros, por lo que reanudó su colaboración con agentes secretos y para crearse una nueva leyenda ayudó a blanquear fondos a un narcotraficante en Florida a principios de la década de 1990.

Luego Vega volvió a Colombia para hacer contactos con miembros de los carteles, incluido el del Norte del Valle, uno de los más poderosos en aquel entonces. Una vez conseguía la confianza de los narcotraficantes, Vega aprovechaba las amenazas de arresto, extradición y encarcelamiento en EE.UU. que se cernían sobre ellos para ofrecerles la opción de entregarse a cambio de cumplir una pena insignificante y quedarse en EE.UU., todo como parte de un arreglo con las autoridades.

Trampa

A los 'clientes' de esta trama no se les ofrecía que delataran a miembros de carteles, acto castigado con la muerte por los narcotraficantes en Colombia. En vez de esto, Vega demandó sobornos, que supuestamente, estarían destinados a pagar a personas clave en las estructuras de poder de EE.UU.

La propuesta atraía a aquellos que pensaban abandonar sus negocios criminales. Sobornar a funcionarios corruptos no estaba prohibido por las leyes del inframundo.

"Vives en la playa, nadie te persigue, nadie intenta matarte, con la bendición del Gobierno de EE.UU. ¿Qué más quieres para ti y tu familia? Fue una propuesta de negocios a la que nadie le diría 'no'", explicó Vega.

Esto fue una mentira. Cuando los ingenuos iban a EE.UU. les demandaron información sobre los carteles. Fue una trampa: aceptar las condiciones o cumplir penas largas. Pero si delataban a sus compañeros, lo guardaban en silencio, asegurando a otros de que se habían comprado una vida libre en EE.UU.

Vega era cada vez más demandado. En cierto momento incluso organizó una especie de conferencia para narcotraficantes en un hotel de Panamá.

"Estábamos en la cima del mundo. Todos creían que hacíamos milagros", recuerda Vega sobre el trabajo con su supervisor.

Ganancias

En las operaciones secretas se permitía violar la ley. Por ejemplo, los agentes podían estar implicados en el lavado de fondos o recibir sobornos, que se podían gastar en costes operativos, según un informe de una agencia de arreglo de disputas en dependencias gubernamentales, Merit Systems Protection Board.

En estas ocasiones se requiere de un control estricto, algo que fue pasado por alto en la historia de Vega: no mencionaban millones en sobornos en los informes operativos, y el supervisor confesó que la documentación era "mínima", presuntamente, en los intereses del caso. El propio Vega sostiene que los jefes le permitían guardar los sobornos.

Vega recibió al menos 100 millones de dólares de los carteles. Uno de sus clientes, Julio Correa, uno de los sicarios del notorio narcotraficante Pablo Escobar, le pagó más de un millón de dólares. Carlos Ramón Zapata, vinculado al cartel del Norte del Valle, aceptó desembolsar 42 millones por él y sus familiares.
Luis Bustamante, uno de los cabecillas de dicho cartel, pagó 50 millones. Los clientes de Vega superaban el centenar.

El agente nadaba en la abundancia en Colombia y EE.UU., le acompañaban modelos a las que utilizaba para ganarse la confianza de los narcotraficantes. Se compró un avión que usó para llegar a Panamá, donde fue recibido como una celebridad.

Arresto

Unos años después de lanzarse la operación, el entonces director de la oficina de la DEA en Bogotá, Lo Arreguin, señaló en un informe secreto que Vega, de hecho, extorsionaba dinero a narcotraficantes influyentes.

Además, Vega advirtió varias veces a narcotraficantes sobre redadas planeadas, que favoreció a su negocio pero enfadó a los agentes secretos. Asimismo, la divulgación de rumores sobre la corrupción de ciertos funcionarios estadounidenses enfureció a algunos.

Cuando las quejas se acumularon, incluida una de un narcotraficante que grabó cómo Vega le demandó 30 millones de dólares y envió la cinta al Ministerio de Justicia de EE.UU., un grupo de agentes del FBI irrumpió en la mansión de Vega en Miami en marzo del 2000.

Fue arrestado y acusado de blanquear dinero y obstrucción a la justicia. Le confiscaron 1,5 millones de dólares y el avión. Menos de dos meses más tarde fue puesto en libertad bajo fianza. Posteriormente le cambiaron las acusaciones a evasión fiscal y lo condenaron a una pena ya cumplida.

"Se hizo tal lío que el Gobierno ordenó enterrarlo todo. Si hubiéramos tratado de desenmarañar esto, habríamos tenido que enjuiciar a agentes del FBI, la DEA y a fiscales. Fue una locura", comentó Paul Craine, exagente de la DEA en Bogotá a finales de la década de 1990.

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