Los numerosos errores de documentación histórica cometidos en el nuevo docudrama de Netflix 'The Last Czars' ('Los últimos zares'), ambientado en la convulsa Rusia de principios del siglo XX, han llamado poderosamente la atención de muchos espectadores.
La primera temporada de esta serie tiene seis episodios, que se proponen relatar la vida del último zar ruso, Nicolás II, en los años previos a la histórica Revolución de Octubre.
Para ello, alternan material documental y entrevistas con expertos con la reconstrucción fílmica de los hechos, mediante un elenco de actores británicos poco conocidos.
Sin embargo, las imprecisiones históricas son notables. Una de las más graves ocurre en una supuesta imagen de la Plaza Roja de Moscú en el año 1905, en la que se aprecia el mausoleo del líder comunista Vladímir Lenin, que estaba perfectamente vivo por aquel entonces.
La edificación aparece en la serie, además, con su aspecto actual, que data de 1930 (si bien las primeras dos versiones del monumento funerario se construyeron con madera entre enero y agosto de 1924, tras la muerte del líder bolchevique).
Varios internautas criticaron que en esa misma toma de la ciudad de Moscú, correspondiente al segundo capítulo de la serie, la monumental Plaza Roja apareciese con su aspecto actual y no con el que tenía en la fecha referida.
Uno de los espectadores publicó en Twitter imágenes de aquella época y señaló, con evidente sarcasmo, que a los creadores de la serie "les dio pereza incluso buscar en Google".
Si lo hubieran hecho, tal vez se hubieran ahorrado otro error estético en la narración visual de los acontecimientos: los muros del Kremlin a principios del siglo XX no tenían el color rojizo que presentan en la serie y que siguen teniendo en la actualidad.
Las paredes y torres de la fortaleza podían tener el tono rojizo de los ladrillos, pero eran encaladas con regularidad al menos desde la década de 1680, aunque la cal blanca era frecuentemente arrastrada por la lluvia. No obstante, las diversas pinturas e imágenes históricas que hay del Kremlin muestran algún tono cromático situado en algún punto más cercano al blanco que al rojo oscuro.
La última renovación importante en las murallas del recinto antes de las fechas que refleja el docudrama tuvo lugar a principios de la década de 1880.
A partir de entonces, el aspecto exterior del Kremlin dejó de estar entre las principales preocupaciones de un imperio que empezaba a encarar su peor crisis, con lo que probablemente los muros no exhibirían su blanco más deslumbrante a principios del siglo XX.
En cualquier caso, tampoco podían presentar en modo alguno el rojo intenso que se aprecia en la serie. Sólo después de la Segunda Guerra Mundial el poder soviético instauró definitivamente el vigoroso tono rojizo que ha perdurado hasta hoy en los muros del Kremlin, y que aparece por error en la serie de Netflix.
No obstante, Moscú no es la única ciudad 'traicionada' por la inexacta reconstrucción histórica llevada a cabo por 'The Last Czars'. Una supuesta vista del San Petersburgo de 1894 revela otro anacronismo importante: la presencia de la mezquita de la ciudad, cuya construcción (1909-1920) finalizó después de la muerte de Nicolás II.
Ante tal acumulación de pifias, no ha faltado sentido del humor entre los espectadores rusos, que llegaron a mostrar en Twitter otras supuestas localizaciones que la serie habría usado para ambientar su narración histórica:
"Encontramos otros lugares donde se desarrolló la historia de la familia real el 4 de febrero de 1905, según la serie 'The Last Czars', de Netflix", podía leerse en un tuit de la cuenta oficial de Yandex Karti (el servicio ruso de mapas online similar a Google Maps), que incluía fotos totalmente actuales de lugares populares de Moscú, como el museo 'Garage' de arte contemporáneo, la zona cultural y de ocio 'Strelka' o el moderno disco-bar 'Mutabor'.
La serie, estrenada en 2019, está dirigida por los británicos Adrian Mcdowall y Gareth Tunley, y producida por la compañía Nutopia.