Los dos terremotos que sacudieron el desierto de Mojave (EE.UU.) el jueves y viernes pasados fueron los más fuertes en el sur de California en décadas.
Afortunadamente no se produjeron víctimas fatales, dado que los sismos, con magnitudes de 6,4 y 7,1, respectivamente, afectaron zonas poco pobladas de la región.
Aunque no están vinculados a la falla de San Andrés, algunos expertos se preguntan si estos movimientos telúricos podrían haber transferido tensión a esa formación geológica, que se extiende de norte a sur por casi 1.300 km, allí donde se unen la placa norteamericana y la del Pacífico, y preparar potencialmente un megaterremoto en una de las ciudades más pobladas.
Difícil de evaluar
"No sabemos si hubo relación entre estos sismos y San Andrés", comentó a LiveScience el geofísico Glenn Biasi, del Servicio Geológico de Estados Unidos.
Numerosas fallas específicas se encuentran activas en esta zona y, puesto que están profundamente bajo tierra, no todas son conocidas, dijo. "Esta área no es igual que las imágenes de libros escolares, donde los bordes de las placas se deslizan uno tras otro", explicó Biasi.
Dada la complejidad de las fallas y la falta de información sobre ellas, es difícil pronosticar cómo interactuarán con la falla de San Andrés. "Carecemos de métodos para evaluar las posibilidades", admitió Michele Cooke, geofísica de la Universidad de Massachusetts-Amherst.
"La falla de San Andrés lleva mucho tiempo sin deslizarse. En el caso de que se encontrase tan cargada como para estar casi lista para deslizarse, entonces es posible que el reciente terremoto haya añadido suficiente tensión a San Andrés para hacer que se deslice", consideró la experta.
Migración de las rupturas
Al mismo tiempo, existe la posibilidad de que estos últimos sismos estén revelando una reorganización subterránea.
Algunos de las rupturas de la falla de San Andrés han estado migrando hacia el este y, tras cruzar el desierto de Mojave, se han extendido a la parte oriental de Sierra Nevada, señaló Biasi.
Tres grandes rupturas, que incluyen las de 1992 y 1999 y los últimos eventos de Ridgecrest, parecen estar alineadas. Aun así, la parte sureña de la falla de San Andrés no ha sufrido una ruptura determinante en 150 años, señaló Cooke.
"Hay suposiciones de que estamos presenciando una migración del límite activo de la placa hacia afuera de la falla de San Andrés", indicó la investigadora.