El petrolero británico British Heritage permanece fondeado en el golfo Pérsico por temor a navegar cerca de las aguas territoriales de Irán y resultar detenido por las fuerzas de la República Islámica en respuesta a la reciente interceptación por Reino Unido de un buque iraní en el estrecho de Gibraltar, informa Bloomberg.
El barco —que posee una capacidad para transportar hasta un millón de barriles y es operado por la compañía británica BP— se dirigía a la ciudad iraquí de Basora para recoger allí un cargamento de crudo y transportarlo a Europa.
Sin embargo, el pasado 6 de julio realizó un giro de 180 grados y desde entonces se encuentra guarecido frente a las costas de Arabia Saudita. La decisión de BP muestra hasta qué punto las tensiones entre Teherán y Occidente afectan al sector de transporte de hidrocarburos.
El 4 de julio, infantes de Marina británicos y la Policía gibraltareña detuvieron al buque cisterna Grace 1 por llevar supuestamente crudo a Siria y violar así las sanciones impuestas por la Unión Europea contra Damasco.
El país persa niega estas afirmaciones y califica la retención como un acto inaceptable, similar a la piratería, al tiempo que ha prometido en reiteradas ocasiones que respondería recíprocamente capturando un petrolero británico.
En opinión de Olivier Jakob, director gerente de la consultora Petromatrix GmbH, las compañías petroleras se esforzarán por evitar convertirse en blanco de represalias. Y aunque Teherán probablemente no vaya más allá de interceptar una única nave, esta situación ya ha provocado un sustancial incremento en los costos de los seguros para los petroleros y sus cargas.